sábado, 23 de septiembre de 2017

Sólo era un sueño


¿Alguna vez te has despertado desorientado, sin saber dónde estás? Sin saber si estás del derecho o del revés, a que lado está la ventana de tu habitación y a que lado el armario. ¿Tal vez de niño? O quizás ya no lo recuerdes.

Esa es la cuestión, recordar o no, distinguir el recuerdo primigenio de construcciones posteriores que tratan de enmendarlo, completarlo o reconstruirlo. Al final se hace casi imposible desentrañar lo que es producto de la memoria y lo que es producto de la imaginación.

Tal vez lo recuerdo y no debería recordarlo. Tal vez debería recordarlo y no lo recuerdo. Tal vez algunas experiencias a lo largo de la vida encierran el potencial para desencadenar recuerdos profundamente dormidos, aletargados en algún rincón inaccesible del subconsciente.

Yo sí recuerdo haber despertado desorientado, muchas veces, cuando era niño. Es una sensación particular y extraña, con algunas semejanzas a la de volver al hogar tras unas largas vacaciones. Todo parece un poco más ajeno, menos propio, distinto.

No guardas memoria de tu posición en los dos ejes del plano, como si hubieras estado en otro lugar que no recuerdas y no hubieras llegado allí por tus propios medios. Tal vez eso sea lo que hace la mente al soñar: viajar. Quién sabe.
Le llaman borrachera del sueño y es un fenómeno conocido por la ciencia, descrito por un porcentaje significativo de personas, en su mayor parte niños. Sin más trascendencia, la situación no reviste mayor gravedad que levantar un párpado para volver a hallar las referencias de la posición.

Tampoco parece que lo experimente todo el mundo así que es algo que no pasa de la curiosidad y queda en un segundo plano totalmente desapercibido. Y es que, desde luego, como fenómeno aislado no tiene mayor recorrido.

Sin embargo, con el paso de los años, se ha ido despertando en mí una sutil sospecha. Como decía, ni siquiera sé si lo que voy a relatar son recuerdos o imaginaciones; ensoñaciones sin lugar a dudas.
Recuerdo algunos sueños de cuando era niño. Algunos supongo que irrelevantes para el caso que nos ocupa y otros en los que intuyo una estrecha relación.

Realmente me ha costado darle forma a los hechos que voy a exponer y han sido reconstruidos de forma casi inadvertida, juntando unas pocas piezas de un enorme puzzle que sin embargo, aunque muy limitada, pueden dar cierta idea de la imagen general.

Una de esas experiencias que parece desenterrar un recuerdo latente, y no hablo de un dejavu, si no de algo más racional y menos sensitivo, fue leyendo el relato de un usuario en un foro de la red.
Narraba un sueño con un tarro de galletas. Su madre le prohibía coger galletas del tarro y lo situaba en un lugar elevado, luego él a hurtadillas trataba de alcanzarlas pero, al tratar de agarrar el bote, éste estaba demasiado alto así que terminaba cayendo y rompiéndose en el suelo de la cocina. Ese sueño.

Me resultó muy familiar. Claro que yo no soñé con su madre ni con su tarro de galletas ni con su cocina sino con la mía. Como una plantilla con los mismos campos y diferentes respuestas. Pero con calcado desarrollo.

Recuerdo otro, repetido en más de una ocasión. En realidad lo que recuerdo es la sensación de frustración e impotencia condensada en una simple acción: pegar puñetazos al aire. Golpear sin hallar objetivo.

Entiendo que lo que voy a plantear, y más basado en tan escuetos datos, no tiene rigor alguno pero con el paso de los años, cada vez más, considero que hay que dejar que la intuición señale el camino.

En realidad forma parte de un test, o eso creo. Sí, un test. Como en un examen, digamos. Una serie de pruebas en las que se valoran diferentes aptitudes del sujeto. Un problema al que se le enfrenta hasta que halle la solución correcta. Así, en el sueño del tarro de galletas, lo que se vence cuando el resultado positivo es la tentación de ir a buscarlas. Siempre se alcanza la misma conclusión pero en muy diversos números de intentos.

Muy parecido es el caso de los puñetazos al vacío. Se provoca al sujeto para medir su respuesta más primaria, la de la acción violenta y el sueño no cesa hasta que el sujeto huye de la provocación eludiendo el enfrentamiento. No está tan claro en mis suposiciones si forma parte de una evaluación o de una enseñanza, quizás ambas a la vez.

Es muy posible que haya muchos más, estos breves retazos son casi todo lo que he podido rescatar.
Desconozco si sucede así en todos los casos pero en el mío el sueño que pone fin a la evaluación supone el reconocimiento de los examinadores. ¿Cuánto mide un niño de 5 o 6 años, un metro? ¿quizás menos? Recuerdo la imagen, pero no vista en primera persona si no desde un lateral. Un ser más bajito que yo, quizás el mismo que me provocaba para que le golpeara sin poder alcanzarlo nunca, depositando su mano derecha sobre mi hombro izquierdo, como señal de aprobación y respeto. Ésa fue la sensación. Y ésa es la historia, no hay mucho más que contar a fecha de hoy.

Bueno, quizás un pequeño detalle. Siendo ya adolescente, unos diez años después, recuerdo estar con una prima lejana en una discoteca en un pueblo de la costa. Era aún muy joven, estaba allí plantado en un lateral observando el panorama, sin interactuar. Mi prima iba y venía, yo estaba de visita y ella conocía a algunas personas de por allí.

En un momento dado se acercó un chaval, algo mayor que yo. Iba acompañado de otro y parecían estar persiguiéndose entre los que ocupaban la pista de baile, jugando, pasándolo bien. Se acercó hacia mí seguido del otro y se paró delante, divertido, sonriendo, casi con algo de burla y me situó solemnemente la mano derecha sobre el hombro izquierdo. Volvió a reír y desapareció junto con el otro entre la gente, entre risas. Mi prima, que lo vio, se sorprendió tanto o más que yo, que quedé bastante estupefacto. No por el sueño, no, no contemplé la posibilidad de relacionar ambos acontecimientos aislados en las antípodas de la mente hasta muchos años después. Ni siquiera tengo la certeza de que por entonces lo recordara. Por el hecho en sí, era extraño.

No desentonaba tanto, una broma en el ambiente festivo de una discoteca de la costa en verano. Recuerdo que lo comentamos sorprendidos en el regreso en coche junto a nuestros padres. -Sería gay. Fue la forma más razonable de explicar el curioso gesto y quizás no haya ninguna otra.

Sin embargo algo en mí no puede renunciar a contemplar otras posibilidades por descabelladas que puedan parecer. Soy muy consciente de que ofrezco más preguntas que respuestas porque en realidad es todo lo que tengo.
Un 17% de los niños experimentan la llamada borrachera del sueño, según los datos. Con toda sinceridad, no creo que me moviera en toda la noche de la cama. De eso estoy convencido, por los menos en el caso de mi cuerpo. Pero ¿y la mente?

¿Es posible que una sexta parte de los niños esté siendo abducida en la misma seguridad y tranquilidad de sus hogares sin ni siquiera tener constancia nadie de ello? ¿Tal vez más y no todos lo recuerdan, ni siquiera de forma parcial y velada? ¿Con qué finalidad? ¿Realmente era una evaluación, algún tipo de enseñanza o sólo unos cuantos recuerdos sesgados e inconexos que con los años la mente ha articulado con el pegamento de la imaginación?

Entonces, ¿por qué eran pequeños hombrecillos verdes antes de saber que debían ser pequeños hombrecillo verdes? ¿Una incorporación posterior construida por la mente consciente? Tal vez sólo un sueño. Al fin y al cabo eso es lo que nos dicen nuestros padres cuando despertamos por las noches tras sufrir tremendos terrores nocturnos: no te preocupes hijo, sólo ha sido un sueño. Sólo era un sueño. ¿Sólo era un sueño?

jueves, 21 de septiembre de 2017

La montaña


La vida es dura aquí. Los inviernos fríos y los veranos abrasadores. Hay otra pequeña aldea al norte del río donde las noches son aún más frías. Más allá sólo la espesura. No solemos alejarnos demasiado, lo suficiente para dar con algún venado desprevenido y evitando desagradables encuentros con los osos. Algunas noches de verano se los puede oír rondando la empalizada de la aldea, así como el aullido de los lobos.

Comemos la carne, curtimos la piel y afilamos los huesos pero en realidad es el río el que nos brinda todo lo que necesitamos, agua fresca y pesca abundante. También plantamos algunas semillas. Y quemamos leña, mucha leña. Así lo hizo el padre de mi padre y su padre también, así ha sido siempre. No somos muchos un par de familias aquí y otra en la aldea del norte y nunca nos alejamos demasiado, no es seguro.

Algunas noches nos sentamos junto al fuego y el abuelo cuenta historias, las mismas que al él le contaron los ancianos y que otros seguirán contando cuando les cubra la tierra, de cuando las personas vivían en aldeas más grandes, muchas personas y había muchos frutos y manjares que hoy ya no conocemos.

No está permitido alejarse de la aldea aunque todos han sentido en algún momento la tentación de hacerlo. Los pocos que lo han hecho no han vuelto. Afuera los peligros son numerosos y el clima, lejos de la fogata y la tienda, lo bastante arduo como para dormir a un hombre para siempre.

Algunos partieron en busca de la gran aldea de las historias de los ancianos aún con la advertencia de que nada quedó de ella. El fuego de la guerra lo arrasó todo. El padre de todos escapó hasta aquí junto a la madre de todos, huyendo de la muerte que alcanzó al resto. La familia fue creciendo y algunos levantaron la pequeña empalizada al norte del río. Nunca queda nadie fuera cuando se pone el sol y empiezan los cánticos de los lobos.

Si hay alguna partida de caza salen pronto con el sol y suelen volver antes del mediodía. Ahumamos la carne sobrante, no es bueno salir demasiado de caza, es demasiado peligroso. Nunca nos hemos encontrado con otras personas de otras aldeas, si es que las hay, como algunos creen, pero los ancianos siempre han contado que somos los últimos de nuestra raza. Por eso es tan importante que no nos pongamos en peligro. Incluso sin salir de nuestro hogar algunos de los niños y recién nacidos mueren de fiebres. Los enterramos junto a los padres de todos, bajo un cruz de madera, como se dejó dicho.

A los más jóvenes no nos dejan ir con las partidas de caza pero podemos pescar en el río. Por lo general es un remanso tranquilo salvo en la época del deshielo que baja más acaudalado y “la corriente podría arrastrarte como a una hoja seca”, me advirtió mi padre. Y eso es exactamente lo que me ha sucedido, el pez era enorme y en una sacudida me ha llevado al agua y a la corriente tumultuosa, esta vez ha ganado él.

Ahora estoy empapado y muy lejos del campamento, no sé cuanta distancia he recorrido con la corriente y el sol ya está muy bajo, ni siquiera veo el humo de la aldea. Debería ser sencillo, remontar el curso del río hasta dar de nuevo con la aldea, buscar algún lugar elevado desde el que localizar el humo de la fogata en el horizonte pero después de caer por el salto de agua no reconozco nada de lo que me rodea y he caído con la corriente mucho tiempo antes de poder escapar de ella hacia una orilla.

Tengo golpes y cortes por todo el cuerpo y tiemblo de frío, agotamiento y miedo. Remontar el río no va a ser tan sencillo, la luz declina entre las nubes y el terreno escarpado me obligar a trepar o rodear algunas elevaciones. Cuando el sol se ponga, alejado del río, no será tan fácil orientarse. Difícilmente podría hacer un fuego para pasar la noche y si es demasiado fría podría no despertar.
He de permanecer en movimiento. He de entrar en calor. Pensaba que mi único problema sería dar con el camino de vuelta, una silueta oscura deslizándose entre los árboles me obliga a distanciarme aún más del río caminando alejándome de él. Va a ser una noche muy larga, con suerte.

La oscuridad ya es casi completa bajo los árboles y los sonidos del bosque me envuelven, trato de aguzar los sentidos sin detenerme pero la tenue realidad que me envuelve se desvanece ante mis ojos a los pocos metros en un vacío negro e insondable. Los ruidos en cambio llegan de todas partes. Las pisadas suaves y firmes sortean los obstáculos más inmediatos sin saber en qué momento podrían conducirme hasta las fauces de un oso o quien sabe si algo peor.

Toda la noche transcurre en completa tensión caminado entre la maleza en un enorme rodeo eludiendo algunos rugidos lejanos, de hecho apenas he podido avanzar sobre el curso del río y me encuentro al pie de unas montañas desconocidas, tal vez ascendiendo con la nueva luz del día pueda situarme mejor y reconsiderar mis posibilidades.

Quizás envíen alguna partida de búsqueda, tal vez pueda ubicar por fin la columna de humo de las aldeas desde alguna colina. Tal vez pueda descansar y reponer algunas energías al calor del sol. Quizás encontrar algún pequeño arroyo entre las piedras en el que saciar la sed.

Encuentro durante el ascenso un pequeño curso de agua, no hay mejor sabor que el del agua fresca saciando la sed. Cierro los ojos descansando un instante. Cuando los abro me está observando, desde el otro lado un enorme oso pardo. Está muy cerca, no comprendo como no lo he oído llegar.
Me incorporo lentamente, tal vez sólo esté interesado en el agua. Me alejo algunos pasos de espaldas, despacio y a tientas mientras me contempla. Cuando he ganado la distancia suficiente me doy la vuelta y empiezo a correr y trepar por los salientes más abruptos que soy capaz de salvar.

No me detengo durante largos jadeos con el sudor resbalando a chorros por el rostro, ya el sol se ha elevado alto sobre el horizonte y no tengo ni la menor idea de donde estoy. Alcanzo un pequeño cerro cercano con algunos esfuerzos más con la esperanza de poder encontrar alguna referencia familiar, el oscuro humo de las fogatas a lo lejos o por lo menos el curso plateado del río.

Giro sobre mí mismo desde la altura describiendo un círculo completo, tal vez algunos destellos brillantes entre la vegetación se divisan lejanos que pudieran formar parte del río del que tanto me he alejado, ni rastro de humo entre las nubes en la dirección aproximada en la que creo que la aldea debiera estar, tal vez el viento no sople a mi favor.

Aprovecho para otear en otras direcciones hacia horizontes sobre los que nunca antes se habían posado mis ojos, bosques que se extienden por la falda de la formación rocosa que se eleva frente a mí, en la distancia, dejo a la mirada pasear sobre el cielo, las nubes y la roca desnuda, al principio sólo parece un capricho de la montaña. Pero no es sólo un capricho, ni dos ni tres, sino cuatro. Cuatro cabezas enormes esculpidas cerca de la cima, en la pared de la montaña, cabezas humanas.

Y por un momento me olvido del río serpenteante y de la columna de humo que señala el camino de regreso al hogar. Debo ir hasta allí. Hay alguien más. Tiene que haber alguien más.

domingo, 10 de septiembre de 2017

Algo extraño

La primera vez que vi la tierra desde el espacio noté algo extraño.
No tenía paralelos, ni meridianos. Ni fronteras.

viernes, 14 de abril de 2017

El tercer bando

Las potencias pugnan en el plano geoestratégico por recursos y otros intereses, por el poder. Por el miedo a ser superado por el adversario. Por la filosofía del para bellum. Urden tácticas y planes mientras sus representantes se reúnen en conversaciones. Toman sus decisiones y a veces chocan en pos de sus intereses, más legítimos o menos: en el este de europa, en oriente medio, en el paralelo 38.

La información cada vez viaja más rápido. Los acontecimientos se desarrollan cada vez más rápido, pareciera que apenas hay tiempo para pensar y que el mundo es de los que actúan. Que incluso el mundo gira cada vez más deprisa, en su vorágine.

Y si las tensiones se aflojan a merced del ánimo de concordia de los hombres, si las aguas amenazan con volver a su natural calma, un relámpago intempestivo quiebra la quietud del firmamento y el trueno lo abarca todo. Y los unos y los otros se culpan de la tormenta, consultan a sus hombres medicina y se conjuran contra los dioses del otro, perturbadores de la paz, sin saber qué dioses u hombres blanden realmente el rayo. Sin saber quien lanza la piedra a uno de los dos gigantes dormidos. Sus ojos despiertan al sol pero no a la realidad.

sábado, 4 de febrero de 2017

La corona de oro


¿Por qué el oro? De los numerosos metales y aleaciones que pueden encontrarse en la naturaleza el oro es uno muy especial. Las razones son, entre otras, de tipo histórico. El oro es un muy buen conductor de la electricidad pero ese no parece un factor que pueda determinar su valor en los momentos en que ya se valoraba.

No parece tampoco que su maleabilidad pueda ser el motivo, más maleable es el plomo. Tampoco su característica coloración amarilla parece que pueda justificar su tradicional aprecio. Sin poder hallar una explicación razonable sólo quedan los hechos: el valor que se le concede a ese metal desde las primeras civilizaciones de la humanidad.

Del mismo modo que nos hemos planteado la pregunta del oro podemos preguntarnos ¿por qué una corona? Es el símbolo tradicional en la mayoría de culturas que distingue a aquel que gobierna sobre el resto. Y seguro que podemos encontrar otros objetos con función del símbolo de mando, podrían darse anillos, pulseras, brazaletes, collares, pendientes y otros adornos pero sin embargo la corona ha trascendido como el de mayor difusión.

No debe ser sin duda porque su uso sea cómodo en modo alguno, sin embargo la corona presenta la particularidad de que cubre parte de la cabeza, la parte superior. Del mismo modo sucede con otros atuendos similares que aún se utilizan por parte de algunos representantes de la iglesia católica. También en el legado pictórico del antiguo Egipto podemos encontrar ese tipo de sombreros alargados asociados por lo general a rangos superiores del sacerdocio o la administración.

No menos conocidos son los casos de cráneos extrañamente alargados entre los restos de diversas y distantes culturas antiguas así como los vestigios de un legado arquitectónico con puntos en común de culturas aparentemente inconexas. No parece haberse presentado hasta la fecha explicación convincente para ninguna de las dos cuestiones.

Se sugiere algún tipo de vendaje opresivo desde el mismo nacimiento que pudiera moldear el cráneo en tal modo sin embargo esta justificación no ofrece causa alguna que explique la motivación para ello.

Tampoco hay hasta hoy explicación lo bastante sólida que explique rasgos comunes de algunas culturas muy distanciadas entre sí, sin que se haya podido establecer contacto alguno por medio de otros indicios. Y aún pudiendo establecerse dichos contactos tampoco justifican de un modo solvente la naturaleza de algunas de sus construcciones.

Lo afirmado hasta aquí entra dentro del terreno de los hechos de forma más o menos precisa, la explicación no obstante se adentra en el terreno de la especulación.

Y es que, podemos especular que una raza diferente al hombre que conocemos aunque semejante, tendría la necesidad de disimular algunas diferencias que pudieran resultar incómodas ante los ojos de los hombres comunes a los que querrían administrar.

¿Y por qué querría una raza humanoide con un cráneo mucho más desarrollado administrar a hombres de capacidades muy inferiores en un estadio previo a la civilización? No es sencillo inferir las motivaciones superiores desde una posición inferior. Sin embargo para alcanzar una respuesta a veces basta con juntar dos preguntas que carecen de ella. Y una es la respuesta de la otra.

¿Por qué el oro? Tal vez esa pregunta no corresponda al ser humano común. ¿Por qué una corona? Tal vez la respuesta carezca de sentido desde nuestra posición. Sin embargo la corona de oro sigue siendo hasta hoy en día el símbolo indiscutible del poder. Y el símbolo es tal vez lo único que queda de una milenaria historia olvidada. Y en el símbolo se encuentra la inaccesible respuesta encerrada.

Viendo el estado presente de nuestras civilizaciones y lo poco de su historia que el ser humano recuerda tal vez uno pueda hacerse una idea de un ciclo que alcanza a incontables generaciones de hombres.

El de civilizaciones que extraen afanosamente el oro de las entrañas de la tierra sin más razón que adornarse ellos o sus edificaciones o artilugios, que lo utiliza como representación del valor para sus intercambios hasta convertirlo en sinónimo de riqueza sin que el hombre común pueda encontrar apenas razón en ello.

Algunos de los escritos más antiguos que el ser humano ha sido capaz de conservar hablan de un gran diluvio, un gran cataclismo que barrió la tierra y lo que pudiera haber sobre su faz. Desde siempre las mayores concentraciones de población en las diferentes culturas se han asentado en las proximidades de los ríos o en mayor medida del mar, a lo largo de la línea costera. Especialmente expuestas a un gran cataclismo como pudiera ser una gran subida del nivel del mar u otras catástrofes a consecuencia de la actividad sísmica. Los terremotos por lo que hoy sabemos forman parte de la actividad geológica natural del planeta pero también podrían presentarse como resultado del impacto de un bólido de tamaño significativo contra la corteza terrestre.

Tal vez uno de los testimonios más antiguos que se ha conservado sobre acontecimientos de este tipo sea la leyenda de los tres reyes magos de oriente. Cada cultura ha tratado de preservar la información relevante a través de la historia aunque siempre ha resultado sometida a severas deformaciones, intencionadas o no.

Por lo que sabemos llegó hasta Platón la historia de un gran cataclismo varios milenios antes de que él caminara por el mundo. Hoy no se le concede a sus afirmaciones crédito alguno por parte de un stablishment científico que, de encontrarse en el antiguo Egipto, probablemente llevaría un sombrero extrañamente alargado sobre su cabeza.

Del mismo modo hay diversos testimonios de que el ser humano ha sido asistido al asentar los fundamentos de sus civilizaciones desde fuentes diversas e independientes pero obviamente no se les concede credibilidad alguna. De hecho es probable que sostener la idea de que el ser humano esté siendo dirigido y tutelado por una raza no humana sea motivo más que suficiente para terminar encerrado en un psiquiátrico con una lobotomía farmacológica gratuita.

Fermi se equivocó. La paradoja que expresó y lleva su nombre, como todas las paradojas, falla en su planteamiento, algo que ya anuncian los principios herméticos ¿Cómo es posible que dado el enorme tamaño de las galaxias, del universo, estemos solos? ¿Dónde están todos? La respuesta es bien sencilla: ni estamos solos ni lo hemos estado nunca. Están exactamente aquí y desde antes que nosotros.

Por eso resulta tan irónico utilizar el término extraterrestres que es la palabra que a cualquier lector le habrá venido a la mente desde hace ya unas cuantas líneas. Más irónico resulta aún que, viendo la situación del llamado eslabón perdido, es probable que los extraterrestres seamos nosotros, el ser humano común.

Es francamente probable que como especie nos bastemos solos para causar nuestra propia extinción y no se requiera para ello acudir a factores externos. Se ha acuñado el concepto “gran filtro” para explicar en parte que no se haya identificado aún otras formas de vida más allá de nuestro planeta, lo que no se ha definido con precisión es en que podría consistir exactamente ese gran filtro. Tal vez la corona de oro tenga algo que ver con ello.

Y es que para una supuesta civilización lo bastante avanzada que utilice máquinas biológicas, como pueda serlo el hombre común, para sus propósitos a nivel de mano de obra podría ser peligroso que la organización de dichas especies cobrara conocimiento de la situación real.

Lo más lógico sería utilizar a algunos de esos seres humanos comunes como dirigentes para asentar las líneas maestras de un desarrollo que ya estaría trazado de forma tan rígida como una vía férrea.
Dotar a la masa productiva de los conocimientos técnicos necesarios para desempeñar funciones de complejidad creciente pero privarles de toda aquella información que pueda despertar la conciencia acerca del sistema en que se hallan inmersos y sus causas.

Hawking expresó recientemente su preocupación acerca de cualquier contacto con otras posibles civilizaciones extraterrestres evocando el mal llamado descubrimiento de América en 1492.
Es posible que eso ya haya sucedido. Es posible que vuelva a suceder. Es posible que ya esté sucediendo. De hecho es posible que explique nuestro origen mismo.

Y si en algún momento el tren descarrila, si esa masa productiva que es la maquinaria biológica cobra conciencia y se rebela contra el injusto orden que les somete, si deja de cumplir su función deja de tener utilidad. Corresponde por lo tanto borrar todo vestigio de conocimiento a golpe de cataclismo y volver a levantar desde las cenizas una nueva civilización productiva. Tal vez baste con algún sutil juego de manos para que simplemente se aniquilen entre ellos. Incluso puede que no requiramos de ninguna ayuda para ello. Pero eso no explica algo tan aparentemente absurdo como lo es la corona de oro.

jueves, 2 de febrero de 2017

STAR WARS prophecy



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sábado, 21 de enero de 2017

Kaczynski, el Freedom Club, la sociedad industrial y su futuro

Es posible que hayamos llegado ya a una situación en la que millones de muertos sean inevitables, de un modo u otro, tomemos el camino que tomemos.
El trabajo de Kaczynski (y me refiero a la parte filosófica, sociológica y psicológica, no a la matemática o criminal) es interesante por varias razones, pero una sobresale por encima del resto. Su análisis, que incluso los propios hechos vienen demostrando como bastante preciso, a pesar de ciertas generalidades que el propio manifiesto asume, pone el acento en un eje que suele quedar fuera del debate.
La tecnología y sus beneficios en la gran corriente de opinión rara vez son cuestionados, sin embargo en el manifiesto del autodenominado Freedom Club constituye el elemento principal de reflexión desprendiendo de él consecuencias hacia otros ámbitos.

Sin compartir necesariamente sus conclusiones (ni por supuesto sus medios), es inevitable hallar en sus líneas ciertas afirmaciones brillantes e irrefutables. Uno de los puntos clave del manifiesto, tal vez el punto álgido (o uno de ellos) de su trabajo son los denominados principios (5 principios) sobre interacciones de tipo revolucionario en una sociedad y sus consecuencias.

En concreto en el párrafo 105 aprecia sobre estas interacciones que "La red de causas y efectos es demasiado compleja para ser desenmarañada y entendida." Lo dice una de las mentes mejor dotadas del planeta. Eso no sitúa la afirmación en el terreno de la verdad factual pero qué duda cabe, es digno de tener en cuenta.
Kaczynski (o el Freedom Club) lo expone sin tapujos, él aboga claramente por una opción presentando un abanico de posibilidades en las que ninguna se encuentra exenta de grandes tribulaciones. Es natural, viendo el firmante, encontrar la libertad (definida en el propio manifiesto) como el principio en el más alto peldaño de la escala de valores. Mención aparte requiere el análisis psicológico del denominado "proceso de poder" de los individuos que encaja de forma bastante precisa con los hechos observables. También se señala a lo largo del manifiesto la imposibilidad de separar lo malo de lo bueno (consecuencias deseables e indeseables), en este caso con el foco puesto sobre la tecnología.

En cualquier caso, resulta difícil compartir la totalidad de lo presupuestos del Freedom Club del mismo modo que sería complicado rebatir la certeza de su análisis en muchos puntos. Al final, lo que constituye su mayor aporte, ese punto de vista en clave casi exclusivamente tecnológica, sea posiblemente también su punto débil. O la parte a complementar.

En lo personal, suelo encontrar siempre que analizo ideologías que observan la libertad como el principal y más alto de sus valores un cierto componente de renuncia. Renuncia en relación a la capacidad del ser humano acerca de controlar desde el medio en el que se desarrolla hasta su propia conducta. En el lado opuesto, posiciones que podrían englobarse dentro del extenso análisis psicológico que realiza el texto bajo el término "izquierdista", contienen a su vez un componente de renuncia, pero en este caso hacia cierto grado de libertad. Lo cierto es que, como en uno de los pasajes del texto se aprecia, uno no puede comerse la tarta y seguir teniéndola. Las consecuencias deseables van entonces unidas inseparablemente de las indeseables.

El manifiesto toma como punto de partida las necesidades biológicas del ser humano y las separa totalmente de la moral que parece entender como una construcción cultural externa ajena a la psique del hombre. Lo cierto es que ambas cuestiones forman parte de un uno indisoluble. El conflicto que se describe a lo largo del texto, ese eje tecnología-naturaleza como fuerzas enfrentadas, aunque sea una realidad palpable de nuestras sociedades, es posible que se trate en gran medida de un falso dilema.

En las propias líneas del manifiesto se admite en parte la generalidad de algunos de sus postulados pero tal vez su carencia más relevante sea la aproximación al conflicto desde otros ejes. Se describe la continua aceleración de la tecnología como resultado de procesos psicológicos de los individuos, y aunque sin duda estos tienen un papel clave, no parece tenerse en cuenta en ningún momento el grave papel que el sistema económico juega en ello.
Se señala en varias ocasiones, y se deja entrever en el pensamiento tras las líneas, el conflicto que supone la velocidad del avance científico con el avance biológico.

En una de las sentencias más duras del texto se afirma que se adapta a las personas al sistema en lugar del sistema a las personas y se desgranan en varios párrafos las enormes consecuencias psicológicas y el sufrimiento que genera tal situación. Y lo cierto es que viendo el funcionamiento del sistema la afirmación no es cuestionable. Materia de discusión sería si eso es inevitablemente así o es producto de otros procesos.

El Freedom Club considera ingenuos a aquellos que creen poder controlar el desarrollo tecnológico, en pocas palabras expone que la tecnología nos controla a nosotros y no al revés. Que a través de distintos mecanismos y bajo la apariencia de libertad estamos cada día más y más subyugados. Expone esa situación como consustancial a la clase de tecnología ligada a los grandes grupos o corporaciones, ya sean públicas y privadas.

Es posible que la construcción de nuestras sociedades sea errónea desde los propios cimientos. Pero no basta con establecer los hechos sin comprender sus causas. Y para ello hay que determinar todos los ejes que interactúan en los diversos procesos, por lo menos los fundamentales a modo de coordenadas básicas. Nos hallamos pues ante un eje tecnológico que es sobre el que versa el manifiesto, un eje socio-psicológico sobre el que también abunda en gran medida, y un eje económico sobre el que apenas se hace referencia. Y no deja de ser un poco paradójico cuando se le atribuye a un matemático.

Son tres ejes que están en estrecha correlación, como señalan los propios principios del manifiesto no se pueden introducir grandes cambios en uno sin afectar al otro.
En el manifiesto se establece, como ya se ha mencionado, un papel psicológico en la acelerada tecnificación. Tan importante o más es la necesidad del sistema de producir un crecimiento sostenido para evitar su propio colapso. El escrito es interesante porque nos enfrenta con lo que somos y con lo que queremos ser y pone de relieve el conflicto ante ambas nociones.

Así pues se explica como las llamadas actividades sustitutorias abocan a una tecnificación más y más rápida, es cierto. Pero no sólo por eso, se pueden hallar incontables actividades lejos de la tecnificación que pueden caer bajo el conjunto de "sustitutorias", además el sistema económico es el que se encarga de remunerar unas actividades y otras no haciéndolas más o menos viables. También ciertas nociones en este eje se desarrollan en el texto pero son con mucho las abordadas de un modo más somero.

Al final el texto tiene como cuestión de fondo la metamorfosis del ser humano inducida por el sistema que él mismo ha creado con los defectos inherentes a cualquier obra humana. Por mucho que podamos diferir en nuestras conclusiones, es bastante seguro que casi todos compartiremos la necesidad de buscar la solución menos dolorosa al callejón sin salida en el que nos hemos metido. Y no sólo la menos dañina, sino probablemente también la más ética.

Bajo mi punto de vista el problema no es la ciencia ni la tecnología, más bien es la mala ciencia y la mala tecnología. Paradójicamente necesitamos mejor tecnología para corregir los problemas que la tecnología ha creado. Parece casi una trampa. Sucede que el motor económico fuerza un ritmo descontrolado en los avances más allá del motor psicológico. Luego, nos hallamos demandando presupuestos del otro que oprimen nuestras necesidades biológicas más básicas. Aún así, cabe reparar en que esa presión se reparte de manera muy desigual entre la población aunque al final la insatisfacción en mayor o menor medida redunde en todos los estratos.

Una de las nociones más discutibles del Freedom Club es su apuesta por un ser humano inmutable en una suerte de vergel prístino casi como el bíblico jardín del Edén.
Parece más razonable el hecho de que el progreso no nos está llevando a un lugar mejor, como sería deseable. Tal como lo veo yo esa vuelta atrás planteada sólo será viable como consecuencia de un colapso del sistema mucho más que como el resultado de cualquier actividad revolucionaria. En esa receta de dos componentes que ofrece el manifiesto, una de las dos roza la irrelevancia: el sistema caerá por su propio peso o no caerá. Y cuanto más suba, caerá desde más alto. Lo cierto es que tenemos entre manos, como decía antes lo que seguramente sea un desastre inevitable.

El tipo de sociedad que plantea el manifiesto desde luego tiene grandes ventajas, un conglomerado de pequeños grupos autónomos es mucho más flexible ante cualquier adversidad que los enormes sistemas de los que depende la humanidad. Y aunque el propio texto nos previene acerca de los postulados reformistas tal vez esa vía, de ser posible, sería la menos traumática. Al final la vida no parece tener otro reto que hacer posible lo aparentemente imposible.

En cuanto a las llamadas actividades sustitutorias, muy criticadas a lo largo del texto (aunque no sin razón) hay que tener en cuenta que forman parte en cierta medida del siguiente estadio de evolución. Es el hecho de tener las necesidades básicas cubiertas lo que nos permite enfocarnos en tareas más elevadas.
Sin embargo cuando eso se da de forma dependiente a grandes infraestructuras centralizadas, altamente vulnerables, podemos establecer que la construcción no tiene unos cimientos sólidos. Hay que deshacer lo hecho y empezar de nuevo de otro modo y a poder ser antes del colapso que ya se está produciendo en los tres ejes.

En el tecnológico, que implica el plano medio ambiental el desastre es patente cuando no irreversible. En el psicológico las cifras hablan por sí solas, la presión a la que los individuos son sometidos a través del sistema se sitúa en máximos históricos. En el económico la debacle está ya consumada. La buena noticia es que siempre hay un camino de salida. De hecho hay muchos, unos más ásperos que otros, más sangrantes o menos. No obstante, todos apuntan en la misma dirección. Y no, el problema de fondo, aunque cause estragos en muchos ámbitos, no es la tecnología ni la ciencia en sí. El mundo actual no representa el castigo divino a Adán y Eva, expulsados del paraíso, por tomar la manzana del conocimiento que les ofrece la serpiente. Muy al contrario, el problema es no haberla digerido.

Hay un conflicto en el seno de la psique humana entre el impulso primario y la moralidad o ética como construcción posterior. Al final lo que se requiere es un equilibrio entre lo que uno ofrece y demanda del medio. Son de hecho esos impulsos primarios los que nos han conducido a la situación actual. Y uno puede alegar que toda la complejidad que nos rodea, comparada a la de unos cientos de años atrás, no podría ser resultado de pulsiones tan básicas. Y no lo es desde luego, la pulsión básica se halla en el móvil que las impulsa, no en la actividad misma. Lo que nos mueve a esclavizarnos unos a otros no es la tecnología, aunque disponga más y mejores medios para ello, sino el egoísmo y la ambición. Y si el ser humano se ha organizado en grupos cada vez más grandes ha sido por una mera cuestión de supervivencia en cuanto a que los grupos mayores han sometido a los menores.

Pero esto no es un ingenio de los tiempos modernos, es una lógica militar de constante estado de guerra que proviene de los mismos orígenes de la vida. Podemos observar a la tecnología como un factor multiplicante, de hecho el más llamativo, pero no como la causa misma. Es a través de la moral y la ética como construcción cultural posterior como se trata de acotar tales pulsiones en favor de una concordia. Pero el hacinamiento no es ni ciencia ni tecnología, es el resultado de una ciencia pobre y una tecnología deficiente. La superpoblación, exactamente lo mismo. El conocimiento, la verdad, es lo único en realidad reverenciable. Todo lo contrario que sus usos torpes, miopes o directamente mezquinos. Lamentablemente nos hallamos mayormente en ese último caso.

Luego, el problema no es ni siquiera la velocidad del avance tecnológico, el problema es el desfase con el avance biológico. Y desde luego no seré yo el que proponga que nuestras ciencias imperfectas traten de ofrecer una solución a ese problema, en cuanto se ha demostrado que crean más de los que resuelven. No por lo menos desde la vertiente biológica en la que aún no se ha incidido. Pero sí que es probable que a nivel de organización social se puedan producir amplias mejoras.
De hecho, uno de los problemas al que nos enfrentamos dentro del propio ámbito científico es al progreso dispar entre las diferentes disciplinas. Mientras las nociones puramente técnicas se van resolviendo a ritmos razonables, otras cuestiones como las económicas quedan rezagadas. Y eso está muy lejos de ser casual, es tan simple como que la élite en el poder lo retiene en base a frenar el progreso en determinadas cuestiones. El precio a pagar por ello es probable que termine siendo el colapso del sistema completo. Y como se suele decir, reinarán sobre las cenizas.

Ya estamos inmersos en ese proceso y la violencia no es la herramienta que lo pueda detener o corregir, todo lo contrario. Es la razón la única que podría sacarnos con el menor perjuicio del atolladero. Y ésa es al final la lucha que presenciamos y albergamos en cada uno de nosotros, la de nuestra razón y la de nuestros impulsos. Tiran en direcciones opuestas y ese es el inevitable drama del ser humano. Renunciar a la razón en favor de nuestros impulsos no va a hacer el mundo mejor. Lo cierto es que los impulsos más bajos del ser humano potenciados por la tecnología tienen un alcance devastador. Tampoco es útil presionar a los individuos para que adquieran razones que no están en posición de asimilar, cada uno las tomará en su momento y no podemos hacer mucho más que asegurarnos de que estén disponibles.

Nunca hubo un camino fácil. Tampoco hubo en verdad la necesidad de avanzar por él más rápido de lo debido. Ni razón para avanzar en un ámbito y frenar el avance en otro. No había razón en ello, había impulsos primarios. Nos gusta olvidarnos demasiado a menudo de que tan sólo somos animales. Y tal vez algunos puedan querer matizar la afirmación previa, pero lo que es bastante seguro, al menos como lo entendemos aquí, es que no somos máquinas.

Como guinda de esa tarta, que o tenemos o nos comemos (expresión que al parecer condujo a la identificación de Kaczynski) incluyo dos imágenes que he de suponer quedan en el terreno de la casualidad.




Subrayar también que el diagnóstico de esquizofrenia paranoide bajo el que Kaczynski fue etiquetado, viendo la calidad de su análisis, dice más de la sociedad en la que ese análisis fue difundido que de la mano detrás del escrito. Desde aquí asumo que las observaciones precedentes caerán en la más absoluta irrelevancia puesto que no me parece aceptable, por urgentes que fueran o vidas que pudieran salvar, matar a nadie con ánimo de darles mayor difusión. Considero que la verdad no requiere más representante que ella misma, le sobran medios para abrirse camino y de hecho será lo único que quedará cuando todos estemos muertos. Un saludo al Freedom Club.

sábado, 7 de enero de 2017

El informe Dyatlov


C O N C L U S I O N E S:

Se ha llegado a referir el incidente como “del más alto grado de complejidad” y lo cierto es que no está exento de ella.

De la infinidad de hipótesis que se han planteado no existe ninguna en posición de justificar el conjunto de evidencias tan aparentemente dispares, incluso en algunos puntos casi contradictorias.

Cuando no existe un solo factor que pueda determinar el desarrollo de los acontecimientos cabe sopesar la posibilidad de encontrarse ante un fenómeno multifactorial.

Si ninguna hipótesis por sí sola basta para explicar satisfactoriamente lo acontecido tal vez dos o más sí puedan hacerlo.

Repasemos los puntos clave de la evidencia disponible:

1.Radiactividad
2.La extraña coloración de los cuerpos
3.Heridas por compresión
4.Heridas peculiares y diferenciadas en algunos individuos
5.Erosiones y hematomas de diversa consideración en todos
6.La tienda rasgada desde dentro
7.En calcetines sobre el hielo
8.Luces naranjas en el cielo
9.Las últimas fotografías

Más allá de eso, se añaden rumores o testimonios difíciles o imposibles de contrastar:

10.Menk
11.La polaina militar
12.El rumor de los 11 cuerpos

Lo que sigue es sólamente un ejercicio de reflexión en clave de ficción que analiza los puntos señalados en busca de sus posibles causas sin que ello implique necesariamente coincidencia alguna con lo allí sucedido.

1. RADIACTIVIDAD

A primera vista puede parecer el punto más chocante de toda la historia y se ha podido querer buscar la explicación a través del fenómeno OVNI, más aún teniendo en cuenta las extrañas luces en el cielo de los Urales avistadas por diversos testigos por aquellas fechas, incluso el mismo día del incidente.

Sin estar en posición de descartar tales cuestiones si que cabe señalar que no se necesita acudir a ellas, por lo menos en cuanto a la cuestión de la radiactividad, ni a otras tanto o más espectaculares.

Lo cierto es que si se revisa cuidadosamente la evidencia se trata de tres prendas concretas cuya contaminación cae con margen dentro de los límites de seguridad.

Este escenario encaja mucho mejor con las operaciones, conocidas por la KGB, de venta de secretos de instalaciones nucleares a potencias extranjeras utilizando dichas prendas como medio de prueba acerca de la información ofrecida. Sobre todo cuando se establece que dos de los integrantes de la expedición trabajaban en la industria nuclear, uno de ellos incluso en un laboratorio secreto. O esa es la información que ha trascendido.

Aún dentro de tal escenario queda la duda de si estamos ante una operación de espionaje o de contraespionaje, extremo éste mucho más delicado de establecer. Pero la radiactividad está muy lejos de ser la cuestión más difícil de encajar en este rompecabezas.

2. LA EXTRAÑA COLORACIÓN DE LOS CUERPOS

Al parecer al celebrarse los funerales se podría haber dicho que los difuntos eran casi africanos. Según testigos presentaban una coloración oscura y anaranjada. Se sabe que los muertos por inhalación de CO2 adquieren una coloración rosácea, no hace falta dejar correr mucho la imaginación para pensar en algún tipo de gas que pudiera arrojar consecuencias análogas.

Sin embargo, teniendo en cuenta las condiciones de frío extremo, no se hace necesario en absoluto
para explicar el estado de los cuerpos, cabiendo dicha circunstancia dentro de los cuadros de hipotermia severa que presentaban los fallecidos.

También otras señales parecían apuntar en la dirección antes señalada, como la secreción grisácea que surgía de la boca en uno de los cuerpos. Pero también en ese punto particular cabe otra explicación, como veremos más adelante.

3. HERIDAS POR COMPRESIÓN

Una de las cuestiones sutiles pero arduas de resolver es el tipo de fracturas por compresión que presentaban algunos de los cuerpos, sin afectación a los tejidos blandos.
No son un tipo de lesiones que pueda causar cualquier golpe, son compatibles con los efectos de una onda expansiva y probablemente tal vez con los de una avalancha.

Eso abre otros problemas, no se ofrecen testimonios de detonaciones en la zona en que se hallan los cadáveres y dada la naturaleza de la operación de rescate parecería difícil ocultar algo de tal naturaleza. Si bien, otra vez, no se está en posición de descartarlo tal vez haya una explicación más sencilla estando rodeados de nieve.

Sin embargo, dada la leve inclinación que presentaba la ladera donde la expedición acampó, tampoco parece la explicación mediante avalancha del todo satisfactoria. Por lo menos no de forma aislada y difícilmente justifica otros detalles.

4. HERIDAS PECULIARES Y DIFERENCIADAS EN ALGUNOS INDIVIDUOS

Ésta si es una cuestión sumamente llamativa y no menos difícil de explicar. Una salida fácil es atribuirlo a causas post mortem sin determinar de qué causas se trata, dando a entender tácitamente la culpabilidad de carroñeros u otra fauna.

Sin embargo el planteamiento fracasa si se ve con detalle la naturaleza de las heridas. En varios de los cuerpos parte del rostro que corresponde a las cejas y arcos supraciliares se halla ausente, pero en otro caso la lengua, en otros casos los globos oculares estando a muy poca distancia unos cuerpos de otros. En otro cuerpo más alejado no se halla la nariz.

Por otra parte uno de los cuerpos presenta unas reveladoras heridas en los tobillos que no se hayan en ninguno de los demás. No todas las lesiones se pueden atribuir a causas post mortem así que sin descartar la posibilidad de los carroñeros la evidencia requiere plantear otras.

5. EROSIONES Y HEMATOMAS DE DIVERSA CONSIDERACIÓN EN TODOS

Todos los cuerpos presentan heridas de diversa consideración, en muchos casos golpes severos en el cráneo, otros también lesiones por compresión en la cabeza u otras partes.

Pero, en lo que es tal vez una de las mayores contradicciones, no parecieron hallarse entre las huellas en la nieve que se localizaron señal alguna de lucha. Podría intentar explicarse mediante una posible avalancha todo este tipo de erosiones y contusiones pero sigue sin alcanzar para justificar otras. Podría justificar sin embargo la ausencia de dichas señales y huellas pero de hecho las huellas que se identificaron estaban próximas a la tienda y desaparecían en dirección al bosque.

También hay otras mucho más claras como las que presentan dos individuos en el interior de los muslos y en las palmas de las manos, que intentaron y consiguieron subir a un árbol, a juzgar por el estado de algunas ramas. Seguro que para obtener leña, tal vez también para protegerse, requerirá analizar la situación con detenimiento.

Inconfundible es también el hematoma en la parte anterior del muslo en uno de los cuerpos producto de trocear leña sin herramienta alguna en el modo más apresurado posible. Máxime teniendo en cuenta que se dispone de un calzado deficiente como se verá.

6. LA TIENDA RASGADA DESDE DENTRO

Algo que puede ser obvio para todos es que uno no rasga la tienda de campaña que le ha de mantener caliente, y eso en este caso es casi la diferencia entre la vida y la muerte, si puede salir por la ranura abotonada a tal efecto.

Menos evidente puede ser lo que esté bloqueando la salida. Se suele atribuir al alud que quizás tuviera lugar. Sin embargo, tal como se encontraron los restos, dos de aquellos botones estaban fuera de su ojal, los dos de abajo. Es desde luego un indicio escueto al que agarrarse pero que no se puede pasar por alto, aún menos si sumado a otras evidencias apunta en una misma dirección.

Otra de las enormes contradicciones que se dan es que, a pesar de que la evacuación de la tienda parece llevada a cabo con un criterio de máxima urgencia, el traslado a la zona boscosa del grupo deja un rastro sin ningún signo de apresuramiento en la nieve. Salvo, eso sí, alguna ropa caída por el camino que dejaron atrás aún yendo medio descalzos y una linterna estando en la más absoluta oscuridad a un lado del rastro, otra encima de la tienda.

Analizando exclusivamente las huellas uno puede intentar establecer multitud de hipótesis que hacen aguas por todas partes antes de tener el valor de afrontar que parte de la evidencia podría no ser del todo fidedigna. No es la única información contradictoria. Salieron con muchísima prisa de la tienda pero caminaron a paso normal descalzos sobre la nieve cuando morir de hipotermia en tales condiciones sería más una cuestión de minutos que de horas.

Algo no encaja, tal vez la supuesta avalancha y las lesiones que pudiera provocar puedan avalar tal conducta, así como que sólo se hallaran 8 pares de huellas de los 9 que de la tienda debieron salir.
Del mismo modo ha sido muy discutido el enclave de la acampada, incluso criticado responsabilizando al joven líder de la expedición del incidente. Tratándose como era el caso de un joven alpinista experimentado, igual que sus compañeros, parece difícil que hubieran plantado la tienda donde lo hicieron, lejos del bosque, sin un motivo de peso. Tampoco parece muy razonable el tipo de cortes que se hallaron en la parte superior de la tienda, en sentido horizontal, en la cara que daba a lo lejos a la arboleda. La única noche de la travesía que al parecer pasaron sin estufa además consintieron que escapara el valioso calor de su habitáculo, estando por añadidura más expuestos a un cambio de viento.

7. EN CALCETINES SOBRE LA NIEVE

El que mejor calzado iba llevaba una bota en un pie y otros dos iban con un calzado precario para el medio en el que se hallaban. Al parecer nada pudieron recuperar de la tienda desde que la abandonaran, a juzgar por las huellas encontradas, a un paso normal. Ni calzado, ni luz, ni armas. Ni agua ni víveres.

Parece difícil de justificar incluso mediante el traslado urgente de un herido grave y tiene que responder a una secuencia de acontecimientos muy precisa e improbable. De ahí su complejidad y el fracaso de las más diversas teorías en dar una explicación completa al incidente.

Dicen que sin comer se puede aguantar semanas. Sin beber, días, aunque en un páramo nevado cualquiera cambiaría una cantimplora por una caja de cerillas. Y es que sin la protección térmica adecuada el horizonte de la supervivencia es sumamente corto.

A pesar de todo, todos ellos caminaron más de un kilómetro hasta hallar el resguardo del bosque donde hicieron a toda prisa una improvisada hoguera. Las huellas se perdían a unos 500 m desde la malograda tienda pero dado el resultado final cabe suponer que fue así.

Viendo el desenlace de la expedición no se puede decir que ninguna de las decisiones que tomaron, o se vieron obligados a tomar, contribuyera finalmente a salvar sus vidas. Pero asumir que tenían mejores opciones a su disposición sea probablemente demasiado aventurado.

Es complicado justificar con la mera acción de la climatología, por adversa que pudiera ser, el hecho de que no pudieran acceder de nuevo al contenido de la tienda así como el de internarse en el bosque recorriendo la distancia mencionada. No estaban por lo tanto huyendo solamente del viento y la nieve. La naturaleza de diversas lesiones lo atestigua.

8. LUCES NARANJAS EN EL CIELO

Éstas observaciones, corroboradas por diversos testigos, o bien pueden utilizarse para explicar cualquier cosa de manera poco fundada o pueden resultar del todo inexplicables.
En el año 2013 se realizó una película basada en cierto modo en los sucesos que se analizan en estas líneas. No es que aporte gran cosa más allá del entretenimiento pero sí que parece tener un momento de lucidez extraordinario: uno de los protagonistas dispara una pistola de señales y acto seguido susurra para sí mismo “luces naranjas en el cielo”.

Ese tipo de bengalas ha servido desde hace mucho tiempo en navegación, antes de que hubiera GPS, también en Vietnam se utilizaban como marcadores botes de humo de diversos colores y son señales luminosas, en definitiva, con las que marcar una posición, con larga tradición de uso militar.

Cualquier operación, aún coordinada por radio, que requiera marcar una posición de forma ágil y más o menos precisa podría valerse de tales medios. Claro que podría justificarse con las más diversas causas, desde el fenómeno OVNI a condiciones metereológicas inusuales pasando por cohetes, misiles y otros ingenios aéreos.

Sin embargo, de todas las causas posibles tal vez sea la primera mencionada la que pueda encajar mejor con el resto de la historia sin abrir más interrogantes de los que cierra.

9. LAS ÚLTIMAS FOTOGRAFÍAS

Algo parecido sucede con una fotografía que realiza la expedición, una luz desenfocada sobre un fondo nevado con un contorno negro, como si la cámara se estuviera ocultando de algún modo.
Se ha dicho que en realidad fue un “disparo técnico” en el momento del revelado y pudiera ser así.
Se podría relacionar de inmediato con el fenómeno lumínico descrito en el punto anterior, obedezca a una causa o a otra, pero lo cierto es que no hay necesidad de ello.



Incluso cualquiera de la linternas que la expedición portaba y que aún funcionaban cuando las localizó la operación de rescate (al menos una de ellas, según las fuentes consultadas) podría haber producido el efecto que quedó impreso en la película. Si hubieran podido volver a alcanzarlas, claro, cosa que al parecer no sucedió.

Más reveladora si cabe es otra imagen de la expedición por su claridad. Un documental relativamente reciente producido para televisión, a pesar del corte efectista del que suelen adolecer, realizó las comprobaciones oportunas en relación a la película.



En ningún caso tomaría este tipo de pruebas como evidencia por sí sola pero unido a otros indicios permite hasta cierto punto construir una historia y por lo tanto, también en cierto grado, una reconstrucción más o menos fundada de lo que pudo suceder.

10. MENK

Es un mito ampliamente extendido, desde norteamérica (sasquatch, bigfoot) a sudamérica (chupacabras) y como no en Asia (menk, yeti, entre otros).
En norteamérica es algo tan engarzado en la cultura popular que se llegó a producir una serie para televisión en los 80 (con película incluso) en la que una familia norteamericana adoptaba a un grandullón adorable y bonachón. La realidad que subyace es, por supuesto, muy distinta y suele ser la fuente de la que en mayor o menor medida se alimenta el mito.

Sucede de manera similar con las especies que se consideran extinguidas y un buen día vuelven a aparecer de no se sabe donde. Tal vez la vida se resiste a desaparecer un poco más de los que nos pensamos y aunque vea su hábitat drásticamente recortado y los ecosistemas en los que se desenvuelve seriamente afectados no carezca de tenacidad y contumacia suficientes para pervivir aún en drástico retroceso.

En ese sentido y frente a nuestra civilización, tal vez la discreción sea un don necesario. Y tal vez por ello la mayoría de personas que no tiene acceso a información de más calidad que las sitcoms que produce la televisión tenga una idea muy diferente de cómo funcionan las cosas que personas en otra jerarquía con acceso a otra información.

11. LA POLAINA MILITAR

Porque, ¿qué es un rumor? Algo que dice alguien, O que dijo y no se sabe si lo dijo o no, o quien lo dijo. No se sabe si es verdad. Tal vez miente, por cualquier razón. Tal vez se equivoca. En cierto modo es una información sin confirmar. Y, de nuevo, uno no puede construir una hipótesis apoyándose sólo en un rumor, pero si se presenta un rumor que viene a confirmar una teoría bien construida con otras bases se lo puede considerar casi como la garantía de validez de dicha hipótesis, la confirmación.

Por eso cuando el décimo integrante de la expedición, que salvó la vida gracias a una muy oportuna radiculitis, revisa las prendas de sus compañeros para identificarlas y halla entre ellas una polaina militar que declara, con toda seguridad, no era propiedad de ninguno de ellos, se puede hallar en el dato una respuesta clara más que un interrogante incómodo.

12. EL RUMOR DE LOS 11 CUERPOS

Pero si además aparecen más rumores de fuentes distintas cuyas informaciones convergen en apuntar a una dirección es que con toda probabilidad están señalando el camino correcto.
Y eso sucedió aquí, al parecer al equipo de rescate, mitad civil, mitad militar, no le salían las cuentas: se habían hallado 11 cuerpos y sólo se habían perdido 9 expedicionarios. O se rumor se produjo.

Podría deberse a una confusión de lo más elemental, por supuesto. Pero si sirve para explicar de donde salió la polaina entonces ya hay que tomarlo un poco más en serio. Podría ser tan sencillo como que llegue la noticia de que han encontrado 2 cuerpos dos veces y alguien cuente doble, los tome por otros dos y ya tenemos el rumor. Pero de hecho se encontraron 5 casi seguidos: 2 en el cedro y los 3 entre el cedro y el campamento de uno en uno. Luego los otros 4, primero 1 y luego juntos los otros 3, casi simultáneamente. ¿De dónde pudo surgir el rumor entonces? Bueno tal vez haya que contemplar la posibilidad de que sí fueran 11 los cuerpos hallados aún siendo 9 los expedicionarios.

Por supuesto los rumores, detalles e interrogantes que envuelven al incidente no termina aquí, los citados tal vez sean los más relevantes pero sin duda hay muchos más. Tampoco están las fuentes disponibles exentas de contradicciones en cuestiones factuales. No obstante constituyen un punto de partida, que será complementado puntualmente, para elaborar una

R E C O N S T R U C C I Ó N

Lo expuesto hasta aquí debería ser suficiente para cualquier observador perspicaz, aún así vale la pena hacer un pequeño resumen de lo inferido hasta ahora. Partiremos desde el último campamento retrocediendo en el tiempo cuando convenga para completar los hechos.

Recordar una vez más que lo aquí expuesto no es necesariamente lo que allí ocurriera y refleja más una línea de investigación inconclusa con la que poder abarcar un relato más o menos próximo a lo que pudiera haber acontecido. Dicho relato está sustentado en no pocas especulaciones y las afirmaciones que se hacen en él van más allá de la estricta evidencia.

El último día se asume que no encendieron la estufa de la tienda, lejos del bosque para obtener leña y habiéndose hallado ésta en el suelo de la tienda, (aunque otras informaciones apuntan a que fue por lo menos instalada) y acamparon sin ningún resguardo, en una posición elevada en la ladera de la montaña.

Viendo la fotografía de la figura entre la arboleda resulta evidente que alguien seguía sus pasos. La posición elevada, alejada de la protección de la intemperie que brinda el bosque unida a las rendijas realizadas en la tienda indican una posición defensiva. Algo les acechaba desde el bosque y más inteligente de lo que ellos supusieron.

Por lo menos uno de ellos contaba con experiencia militar y probablemente, siendo además el mayor con diferencia, tomara el liderazgo del grupo en algún grado o por lo menos tuviera una influencia notable en las decisiones. Aún así el líder oficial de la expedición mantuvo la posición esperada junto a la entrada de la tienda. Viendo que las rendijas horizontales abarcaban casi los 4 metros del habitáculo seguramente todos otearon el bosque en un cierto ambiente de nerviosismo.

Es muy posible que no todos vieran a su perseguidor y algunos se lo tomaran más a la ligera que otros, eso justificaría de algún modo el último testimonio escrito, esta vez no en los diarios si no en forma de periódico satírico (El Otorten de la tarde) que recoge insinuaciones acerca de las relaciones sexuales mantenidas en la tienda (se sabe que dos de los excursionistas eran expareja) y apuntando como de pasada que “los hombres de las nieves habita en el norte de los Urales”:


"1 febrero 1959

EDITORIAL

Damos la bienvenida al XXI Congreso de aumento del numero de nacimientos de excursionistas!

Ciencia


En el ultimo tiempo existe una viva discusión en círculos científicos sobre la existencia del hombre de las nieves. Segun los ultimos datos los hombres de las nieves habitan en el norte de los Urales, en la región del monte Otorten.

Seminario filosófico


El amor y las excursiones se llevan a cabo diariamente en los establecimientos de las tiendas (corpus principal). Las charlas las dicta el doctor Tibo y la PhD en amor, Dubinina.

Es un enigma armenio saber si una única estufa y una única manta pudieran brindar calor a 9 excursionistas?

Novedades tecnológicas


Trineos para excursionistas.

Son aptos para ir en tren, automóvil o a caballo. No son recomendables para transportar carga por la nieve.

Para consultas diríjase al constructor jefe, Kolevatov.

Deporte


El equipo de técnicos de radio compuesto por los camaradas Doroshenko y Kolmogorova establecieron un nuevo record mundial en instalación de una estufa de 1 hora, 02 minutos, 27,4 segundos.

Órgano de edición de la organización del sindicato del grupo Xibina".

Sabían lo que les perseguía. Esa breve sátira aporta en realidad más información de lo acontecido que todas las anotaciones formales de los diarios y fue seguramente el último testimonio escrito. Es muy probable que no tuvieran una certeza absoluta sobre el riesgo que corrían, de lo contrario hubieran dejado una constancia más explícita, se cernía sobre el grupo (y unos integrantes debieron ser más conscientes que otros) la sombra de un peligro. Suficiente para convencer al conjunto de tal vez renunciar a la estufa, quizás a buscar leña y sobretodo a acampar al amparo de la arboleda y a la propia integridad de la tienda.
A pesar de todo, los esfuerzos fueron en vano. Se vieron sorprendidos en mitad de la noche por el ser que les venía siguiendo y que lograron incluso fotografiar. Es muy probable que se turnaran para hacer guardia y no creo que se quedara todos dormidos a la vez, aunque dentro de la tienda debieron adquirir una falsa sensación de seguridad puesto que se descalzaron confiando en que podrían anticipar la amenaza que pudiera provenir del bosque.

La criatura (o criaturas) que les atacó sin embargo fue más cauta y probablemente efectuara algún tipo de maniobra envolvente. Si hubiera ido directamente desde el bosque a la tienda se hubiera detectado antes la amenaza por parte de los expedicionarios pero parece que no fue así.

En algún momento de la noche algo se acerca a la tienda, desabrocha dos de los botones de la entrada y palpando da con Dyatlov. Instintivamente éste se retira hacia atrás al ver el brazo extraño y tal vez incluso la cabeza introduciéndose por la tienda, patalea con los pies para defenderse. Tal vez busca a toda prisa un cuchillo lo que justifica el corte en su mano, lesión ligeramente distinta a las del resto.

Es agarrado fuertemente por los tobillos, el ser tira de él tratando de sacarlo de la tienda, el resto de expedicionarios tira de él para mantenerlo dentro en una lucha caótica. Es probable que escucharan algunos ruidos algunos instantes antes del ataque pero muy breves: sólo dos de los expedicionarios iban calzados precariamente y uno más pudo calzarse una bota.

La sensación de pánico tuvo que ser indescriptible. Los gritos debieron resonar por todo el valle. Cabe la posibilidad de los propios gritos dieran lugar a un pequeño alud que pusiera a la criatura en retirada por un tiempo pero es más probable que fuera como consecuencia de los disparos.

No de los expedicionarios, claro, difícilmente pudieron hacer uso de las pocas armas que tenían (un rifle, según algunas fuentes, y algunos cuchillos y hachas) en una situación tan caótica, con la tienda desmontándose sobre ellos (¿cayó entonces a causa del forcejeo la estufa ya apagada?) mientras trataban de mantener dentro a Dyatlov unos y, otros, antes o después, tratando de rasgar la tienda para abrir una vía de escape incluso antes de procurarse protección apenas de ninguna clase contra lo que les aguardaba fuera.

El ejército debía estar necesariamente en la zona como atestiguan por un lado la polaina que se encontró entre los restos junto al río y por otro las luces naranjas en el cielo, resultado de la señalización de los soldados tratando de cercar a la criatura. Además, el rumor de los 11 cuerpos hallados en lugar de nueve refuerza esta posibilidad y el hecho de que se encontrara una sola polaina indica que, de los otros dos cadáveres, que serían necesariamente de militares, es posible que uno resultara herido en una pierna y se llevaran su cadáver con una sola polaina.

Aquí se hace significativo que la expedición no siguiera el itinerario exacto que informó a las autoridades siguiendo el cauce de un afluente más al sur, tal vez entrando en un área en la que se estaría desarrollando una operación militar secreta que trataría de dar caza al Menk (lo cual podría justificar en cierto modo la agresividad de éste).

Cabe recordar que la operación de rescate oficial fue civil y militar pero, según algunas fuentes, existe documentación que atestiguaría que casi una semana antes de que esta misión empezara los militares ya estaban por la zona.

Se puede deducir que un grupo militar cercano a la posición de la tienda escuchara el incidente y llegará a tiempo para ahuyentar con algunos disparos al ser. Sin embargo no debieron hacer blanco puesto que no se hallaron restos de sangre sobre la nieve. Aunque los rastros sobre la nieve pueden ser cuestionados al igual que otras circunstancias del escenario del crimen como la posición en que fueron hallados algunos cadáveres, tal vez por obra de los militares, tal vez por obra de los seres que protagonizaron el incidente, tal vez por ambos en distintos grados.
Pero sí que podría ser que los disparos causaran un pequeño alud en la ladera que, además de poner momentáneamente a la/s criatura/s en fuga, justificaría las diversas lesiones por compresión que presentaban muchos de los expedicionarios, aunque en realidad estas se puedan explicar también mediante la interacción de ese ser o seres.

No es fácil decir cuántos militares pudo haber en primera instancia, parece razonable pensar que al menos dos fallecieron y sus cuerpos fueron retirados, y tampoco es fácil determinar si hubo uno o más seres desconocidos implicados en el incidente.

Lo que parece seguro es que alguien tuvo que borrar algunas huellas, ya sean el/los menk o los militares. La última foto realizada revela una luz en movimiento sobre la nieve fotografiada de forma semioculta por alguno los expedicionarios. Tal vez sea sólo “el disparo técnico” referido en algunas fuentes o tal vez dejaron constancia en realidad de ambos encuentros inesperados, aunque es difícil determinar el momento exacto en que se tomó la fotografía.

Lo cierto es que la avalancha como explicación de las heridas por compresión no se hace imprescindible ya que tampoco aparecen pruebas concretas de que ésta hubiera tenido lugar, además de la modesta inclinación de la ladera, aunque tampoco es del todo descartable.
La pista la puede dar en este caso uno de los cadáveres, hallado lejos de la tienda junto a la hoguera, cuya secreción hallada en la boca dio a pensar que podría haber muerto con algo presionando su cavidad torácica. A otros dos cadáveres se les encontraron varias costillas rotas con dos líneas de fractura. Tales lesiones podrían ser por lo tanto atribuíbles al perseguidor o perseguidores.

Si hemos de tomar por válidas (al menos parcialmente)las huellas que se encontraron hallamos que se dirigieron hacia el bosque probablemente cargando a alguien en volandas (se hallaron 8 pares de huellas sin calzar o con calzado poco apropiado y no 9) y no demasiado deprisa; a pesar de todo perdieron algunas de las prendas de ropa que se llevaron de la tienda por el camino, así como una linterna y otra que quedó posada sobre la propia tienda, luego, parece factible que estuvieran siendo alumbrados y a pesar de que las huellas no muestran signos de carrera si hay otras señales claras de que se hizo de forma muy apresurada.
Recuerda en cierto modo el retroceso paulatino que se suele recomendar ante el encuentro de un animal salvaje, tal vez bajo cobertura y con la intención de volver una vez puestos los heridos a salvo a consecuencia de la posible avalancha u otros factores.

Aunque las huellas desaparecen a unos 500 m de la tienda y algunas se separan para volverse a unir al grupo, cabe suponer que todos alcanzaron con vida el bosque. Las magulladuras que presentan algunos de ellos en frente, rostro y brazos parecen dar a entender que anduvieron por el bosque a oscuras, tal vez en busca de leña. También otros dos cadáveres presentan heridas similares en el interior de los muslos y las yemas de los dedos tal vez como resultado de trepar a algún árbol posiblemente con el mismo fin. Lo cierto es que obtuvieron la leña para poder hacer una fogata y calentarse y debieron hacerlo a toda prisa dada la temperatura.

Una vez desplazados al campamento improvisado junto al cedro, más o menos superado el susto inicial y probablemente ya junto a los militares (que podrían haber sido sólamente los dos cadáveres de más que se rumoreó que hallaron), ya acondicionados en parte con las prendas de ropa que habían podido rescatar de la tienda, se toma la decisión de volver a la tienda para estar en mejores condiciones de hacer frente tanto a los rigores del frío como a la amenaza aún latente.

Al no tener constancia de donde se hallaron esos dos cuerpos de más (asumiendo que fueran efectivamente hallados) se complica establecer como se pudo dividir el grupo pero parece razonable pensar que uno de ellos se quedara en la hoguera y otro acompañara al grupo que regresó a la tienda en busca de las armas, ropa y calzado y víveres.

A buen seguro la situación era ya aparentemente calma y nada les debió hacer prever que nunca llegarían de nuevo a la tienda. Sin embargo, apenas salir del abrigo del bosque empezaron las complicaciones. Tres cuerpos se hallaron en el camino entre la hoguera y la tienda, que en base a esta especulación podrían haber sido cuatro.

Ninguno de los cuerpos hallados portaba linterna, tal vez el soldado si lo hiciera y bien yendo al frente o en la retaguardia sería el primero en caer. De los tres restantes la mujer fue la que más se logró acercar al campamento y los dos hombres presentaban fracturas producto de intensa lucha cuerpo a cuerpo, tanto en las manos como en sus cráneos. Uno de ellos, el líder de la expedición portaba la camisa de uno de los que se había quedado junto a la hoguera y que incluía la foto de su expareja que, curiosamente, se incorporó al viaje a la tienda. Viendo que justamente ese sujeto presentaba señales en la axila y hombro derecho compatibles con haber sido transportado y era considerado uno de los más fuertes del grupo es posible que se hallara impedido en algún grado, ya sea a causa del frío u otros factores.

Lo más probable es que los que hicieron ese viaje fueran los primeros en morir pero no lo hicieron a causa de los traumatismos si no que yacieron sobre la nieve muriendo finalmente de hipotermia. El golpe más severo lo presentaba el otro varón en la parte frontal del cráneo que debió incluso dejarle inconsciente. Todos, también la mujer, presentaban notables signos de violencia en las manos, los dos varones incluso en las piernas. Ella que es la que más cerca de la tienda fue hallada no logró cubrir ni la mitad del trayecto. Es de suponer que el resto del grupo oyó claramente las señales de lucha cuando no los gritos.

Posiblemente el ataque se desplazara rápidamente a la hoguera, donde fueron hallados otros dos cuerpos de dos varones también con signos de violencia, contusiones en antebrazo que denotan defensa uno (el mismo que presenta lesiones compatibles son ser alzado por las axilas), contusiones en las manos que señalan confrontación el otro. Ambos murieron finalmente de hipotermia.
En el ataque a la hoguera es probable que se repitiera la maniobra envolvente puesto que el resto del grupo huyó hacia el cobijo de un terraplén en dirección a la tienda y, a pesar de morir los restantes, ahora ya sí, de lesiones traumáticas, debieron ser estos los último en fallecer.

En este último grupo se hayan el hombre y la mujer con varias costillas fracturadas severamente, lo cual no favorece la tesis de la avalancha. No parece que con esas lesiones hubieran podido abandonar la tienda por su propio pie, debieron producirse después.

En el que es el último campamento se halla una base hecha con ramas para separarse del contacto con la nieve. Fueron los cuerpos que más tardaron en localizarse, ya en la primavera. Por tal motivo uno puede pensar que la mayoría de lesiones que presentan, bastante peculiares, fueron producidas post mortem. Sin embargo la mujer, cuya lengua y músculos inferiores de la boca no se hallaron, presentaba una cantidad relevante de sangre en su estómago, dando prueba de que la lesión fue causada con el corazón aún bombeando. Es probable que gritara producto del pánico y que sus gritos exasperaran al menk. Se la halló de rodillas, apoyada contra una pared tal vez para aliviar el dolor que la propia respiración provocara en las numerosas costillas rotas en otras posturas.

Fue en esa cama de ramas donde se halló la polaina que el único participante en la expedición que se retiró a tiempo, a causa de un impedimento físico, identificó como no perteneciente al grupo.
A raíz de ese detalle murió, muchos años después, convencido de la implicación de los militares en los acontecimientos. Allí probablemente habría fallecido también el segundo soldado si aceptamos el rumor de los dos cuerpos extra.

El resto de cadáveres hallados, tres varones, se sitúan en un terraplén sobre la pared en que la mujer quedó apoyada. A algunos de esos cuerpos le faltan los ojos. Es posible que la mirada fija, atónita o desafiante de los cautivos enfureciera al menk. Tal vez las costillas rotas de algunos se fracturaran bajo el peso de su pie, abortando los último intentos de huida.

Hay señales forenses de que no todos los cadáveres murieron en la posición que fueron hallados.
Aventurar el resultado final de la operación militar de la caza del menk, que estaría en última instancia vinculada a este detalle y otras alteraciones del escenario del crimen va más allá del objetivo de estas líneas.

Tampoco la supuesta operación de espionaje o contraespionaje, que involucraría por lo menos a dos de los miembros de la expedición, tal vez a cuatro o más (si no a todos ellos, incluso el que esquivara la suerte de sus compañeros), sobre la revelación de secretos nucleares o liberación de información falsa y que explicaría satisfactoriamente la cuestión de la radiactividad es el objeto preciso de este análisis.

Quedan sin duda detalles en el aire de los aquí mencionados hasta ahora y otros que no, como la piel oscurecida, que tal vez alcanzaría para explicarse con las condiciones de frío extremo, o el tono algo pálido de los cabellos de las víctimas que sostienen algunas fuentes, que tal vez se pudiera explicar con el propio contraste en relación a la piel además del frío glacial.

También la cruz plantada en la nieve junto a la tienda que se aprecia en más de una fotografía y en más de un campamento, viendo lo comentado hasta aquí, pueda explicarse por sí sola.

Como nota a pie de página, a principios de 2016 un nuevo cadáver apareció en el que hoy ya es conocido como “paso Dyatlov”.

Mención aparte requieren los nombres de los picos próximos Otorten, que era el destino de la expedición y Xolatchaxl, en la loma del cual acamparon por última vez y que presenta unas curiosas reminiscencias mayas o aztecas en lo fonético. Se suele decir que el nombre del primero, Otorten, significa no vaya allí y Xolat-Syaxyl en mansi, los indígenas de la región, se suele traducir como montaña de los muertos.

Volviendo a la más estricta realidad, la conclusión de la investigación oficial fue que “los esquiadores fueron víctimas de una fuerza mayor desconocida” y bien pensado, a poco que uno sepa leer entre líneas, tal vez eso fue exactamente lo que sucedió. Que en paz descansen.