sábado, 9 de abril de 2022

El don

Creo que no es ningún secreto, tal vez simplemente se haya olvidado. La buena noticia es que todos lo hemos sentido algunas vez, todos lo poseemos en algún grado, lo desarrollemos más o menos. Y desde luego, por su propia naturaleza, es mucho más difícil explicarlo que usarlo, en cierto modo.

No fue un descubrimiento del estilo de gritar eureka desnudo por la calle, más bien fue algo gradual, una pequeña observación, una nota a pie de página en torno a la que se va reflexionando en espiral hasta redondear la idea.

Pero si tuviera que decir en qué momento me di cuenta, mucho antes de tratar siquiera de entenderlo, fue tirando algo a una papelera. Con ese acto recurrente. Y tal vez por no acercarme lo suficiente para garantizar más allá de la duda el éxito de tal depósito.

Lo que comprendí es que, por lo general, cuando trataba de apuntar racionalmente, calcular el impulso necesario dada la distancia y el peso del objeto a descartar, la tasa de acierto era notablemente inferior a cuando lo lanzaba sin calcular, antes de pensar, antes de dudar.

Y sospecho que lo usa mucha gente, tal vez sin conocerlo, tal vez bajo otro nombre o interpretación. En cierto modo es un estado mental. Y es inevitable asociarlo con ese "vaciar la mente" que se menciona en escuelas de meditación provenientes de oriente.

Por lo general dura sólo un instante, al menos cuando no se ha desarrollado, breve y escueto como un latigazo. Si dentro de nuestra interpretación occidental del mundo ya parece casi imposible el hecho de no pensar en nada aún sin hacer nada, mostrarse en tal disposición realizando alguna actividad de forma sostenida nos puede parecer hacer equilibrismo con platos y palillos.

No sólo no es un secreto sino que en realidad es algo ampliamente conocido, pero tal vez no tan bien comprendido. "Just do it", rezaba el slogan de una conocida marca de equipamiento deportivo. En cierta forma es eso, antes de pensar, antes de dudar.

Es como si el pensamiento racional en algunos aspectos nos incapacitara, no está en el pensar, está en algún tipo de sentir. Y desde luego requiere valor, o tal vez más bien ausencia de miedo. Seguramente no el mismo para lanzar una lata de refresco desde un metro de la papelera que para esquivar un puñetazo.

Yo lo noto detrás de los ojos, ves sin necesidad de mirar, de alguna manera ya no estás ahí, hay algo que funciona solo. Tiene algo de ensueño, estoy convencido que con la conveniente monitorización se detectarían claras diferencias en la actividad cerebral, algo funciona distinto.

Sucede que aquellos que lo usan con mayor provecho, tal vez ni siquiera se han detenido a analizarlo, un poco como la música: algunos sólo la hacen otros sólo la estudian, tal vez la mayoría algo de ambas. Y sí, por supuesto que está en la música, claro. Pero también en el deporte. Y en los políticos de éxito. Y en los capos del narcotráfico. Y en alguien que lanza una lata de refresco de forma distraída a una papelera. Está en todas partes, pero en diferente medida. Dudo que haya alguien que no lo haya experimentado, reconocerlo es otra cuestión, tal vez estas líneas ayuden en algo en ese sentido, donde sí ha de trabajar la parte más racional del cerebro, el pensamiento.

Supongo que tiene su gracia, pero recuerda a nociones de la ficción como la "fuerza" de los jedi, no en vano la idea bebe en grandes dosis de las mencionadas tradiciones orientales. Pero aún teniendo esas referencias en la historia y en la ficción dudo mucho que tal atributo sirva para que nadie venza a la gravedad más allá de lo  metafórico. Ni que sea un viaje astral a ninguna parte donde el alma se desprende del cuerpo aunque, de nuevo, sea una buena metáfora para describir la sensación.

Y no, desde luego va a ser difícil que permita esquivar balas ralentizando el tiempo, volviendo a referencias de la ficción, pero tal vez sea el cénit de la eficacia, eficiencia y efectividad que pueda alcanzar un ser un humano. Y, aún sin obrar milagros, eso es una diferencia categórica ante quien simplemente duda.

Y cuidado, la duda es fundamental dentro de la actividad reflexiva, lógica y analítica del cerebro pero lo cierto es que a la hora de actuar, por lo general, estorba.

Tú también lo sabes, es sólo que nunca te lo habían explicado de esta manera. En realidad nadie te lo explicó nunca, aún así sabes que está ahí. Porque no es una cuestión de capacidad intelectual donde puede que unos lleguen y otros no, está antes, en el sustrato sobre el que se genera la propia conciencia.

Y sí, seguramente algunos tengan más facilidad que otros para la inmersión en ese tipo de trance, del mismo modo que otros hacen gala de mayores atributos para el pensamiento racional.

Se lo podría describir de otros muchos modos, a saber: anular el yo, comunión, conectarse con dios... aunque tal vez la ya referida noción de vaciar la mente sea la que con mayor éxito se ha preservado hasta nuestros días. Sucede que ha quedado relegada a la mera meditación que en nuestro ideario parece tener más que ver con la reflexión que con la actividad por más que se insista en el hecho de tratar de dejar la mente en blanco.

Y no, no se trata de pensar en una blancura prístina y eterna, se trata de abstraerse del propio pensamiento. Y sí, todos lo hemos hecho infinidad de veces, probablemente también cuando no conviene. Porque el éxito en la acción equivocada es sólo otra forma de fracaso.

Y así, algunos sienten cuando hay que pensar y otros piensan cuando hay que sentir. Y no es tarea sencilla evaluar cuando corresponde qué. O quién sabe, puede que lo hasta aquí descrito sea sólo una muestra más del pensamiento mágico que tantos males ha procurado a la humanidad y del que al parecer nunca logra desprenderse del todo. Quién sabe, un loco, un dios... En cualquier caso, ¿te había regalado antes alguien un don?