Es un sueño extraño
y, peor aún, difícil de explicar, por más nítida que fuera la
sensación antes de la vigilia. Como todos los sueños, el principio
se pierde en algún lugar donde no alcanza la memoria, pero luego la
sensación es clara.
Eres alguien, pero
no una persona, eres alguien dentro de una persona siendo testigo de
unos acontecimientos. Pero no sólo siendo testigo sino viviéndolos
en primera persona como tu propio yo, sin distinción en ningún
plano sensorial.
Alguien que habla
con alguien, se mueve, ve, escucha. Observa una conversación entre
un hombre y una madre y sus hijos. El hombre le pregunta si cree que
se debe proteger a los niños. Ella responde que no, que es mejor que
jueguen libres. Entonces el hombre coge a uno de los niños y lo
asoma por el hueco de una barandilla exponiéndolo al vacío y
reformula la pregunta, montando un buen revuelo.
Las personas que
están cerca reaccionan tachándolo de loco, la madre llora, en
seguida devuelven al niño a suelo firme y ella lo abraza. Y abuchean
al loco exigiéndole explicaciones y censurando su comportamiento.
Y de repente te
mueves, pero no la persona en la que estás sino el yo que habita la
persona, y se mueve hacia unos momentos antes y hacia otra persona,
más cercana al loco antes de empezar la capciosa conversación. ¿Hay
que proteger a los niños?
Y sientes curiosidad
por indagar en sus razones, en los motivos de tan extraña conducta,
sientes la existencia de un cometido en relación a algo que todavía
no ha sucedido, tu yo ha flotado de una persona a otra retrocediendo
en la secuencia de acontecimientos y desea explicarlos.
Y observas a esa
persona de comportamiento tal vez errático cuando aún nada ha
sucedido y puedes acercarte a él e interactuar para conocer la
razones de una actitud aparentemente injustificable.
Y quizás, flotando
una vez más, cuando el carrusel de los sueños de la próxima
vuelta, seas tú el loco.
¿Qué motivos
podría tener alguien para hacer algo así? Al final es sólo un
sueño y ni siquiera ha de tener sentido fuera del mundo onírico
pero recuerdo con claridad la sensación al despertar de que todo
está horriblemente equivocado. Algo va absolutamente mal.
Como si ese yo ya no
flotara en un invisible tío vivo ni adelante y atrás en el tiempo
ni de persona en persona, si no que se hallara encallado y nos
mantuviera encadenados a un solo ser, degradados a la propia persona
desde la cuna hasta la tumba, condenados a ver la vida con unos solos
ojos sin poder alcanzar jamás las razones del resto. Sin flotar.
Como si en realidad
fuéramos otra cosa, todo se hubiera estropeado y nadie pudiera
arreglarlo, ni siquiera darse cuenta del error. Y ahora el tiempo
sólo avanza brutal e inexorable hacia delante y nadie conoce las
razones de nadie y estamos condenados a permanecer con los pies en la
tierra hasta el día de nuestra muerte, para flotar nada más por un
momento hacia una nueva nacida conciencia y repetir el ciclo
indefinidamente.
En el sueño nuestro
yo, nosotros, éramos otra cosa.