sábado, 18 de octubre de 2025

Stargate: the secret files

 

 


 



STARGATE

The secret files


En 1991, en lo que se conoce como Guerra del golfo, por el Golfo Pérsico, cuyas aguas bañan las costas de Irak y Kuwait, las fuerzas armadas de EEUU se hicieron con el control de un dispositivo milenario de antigua tecnología cuyo funcionamiento permanece hasta fecha de hoy en investigación y resulta parcialmente desconocido.


Como forma de silenciar posibles filtraciones y rumores en 1994 fue lanzada un película narrando una historia con un planteamiento semejante a los hechos, una forma de desinformación y de reconducir los relatos habitual en los servicios de inteligencia. Tal operación constituyó una de las series más longevas de la televisión.


La idea de los “portales”, también expresada en el mundo del videojuego, del mismo modo que la imaginería asociada a los OVNI, ha quedado indisolublemente engarzada en la cultura popular, formando parte del mundo de la ficción.


El relato que sigue podrían haber sido los hechos reales.



1. Has de ver tres películas


Tendríamos que remontarnos por lo menos casi 50 años antes de la invasión de Irak, la primera, para encontrar el principio de esta historia, hasta tiempos de la segunda guerra mundial y el experimento Philadephia. En realidad mucho antes, hasta tiempos de otra civilización cuya existencia ya nadie recuerda y sólo unos pocos conocen. El mundo es en realidad un lugar muy distinto al que la mayoría piensa.


Lo significativo respecto al caso es que en 1991 un pelotón de marines de EEUU fue enviado por un equipo científico y sus superiores militares a través de un portal bajo su control en territorio de Kuwait, que no en vano significa “fortaleza construida cerca del agua”.


Después de 34 años, acaban de regresar. Con el mismo aspecto que tenían en 1991. Un episodio similar tuvo lugar en 1943, cuando se empezó a experimentar con altas energías, según el relato divulgado, tratando de lograr la invisibilidad de un buque.


En 1984 se estrenó El experimento Philadephia, con el cometido de difundir el relato en los términos que interesaban a aquellos que controlan la información y mediante ella a las masas.

Lo cierto es que para empezar a experimentar con tales fenómenos, un buque parece un objetivo demasiado ambicioso.


Los principios físicos en juego fueron similares a los invocados mediante la tecnología de los portales y, en cuanto a los resultados de tal experimento, la narrativa que se ofreció al público fue mucho más honesta que la de la primera mencionada, que en principio aparecería sin relación alguna para la audiencia.


La razón es obvia, la segunda parte del relato tuvo que ser completamente imaginada puesto que aquellos a los que enviaron nuna regresaron. Pero como decía, acaban de hacerlo y habiendo cumplido escrupulosamente la misión encomendada. Una misión con una duración programada de 6 horas y lo han hecho más de tres décadas después.


En el siglo XX, después de algunos incidentes más, semejantes a los relatados en El experimento Philadephia, la investigación quedó en punto muerto.


Dichos efectos, para quienes no los conozcan y para refrescar la memoria de aquellos que ya están familiarizados con el relato, comprenden entre otros hechos incomprendidos: fusión de organismos vivos con materia sólida, teleportación y desplazamientos anormales a través del flujo del tiempo.


La impresión de los investigadores siempre fue que aquellos soldados habían viajado en el tiempo, los que tuvieron la suerte de no fusionarse con la cubierta o mamparos del buque USS Eldridge.


La primera mitad del siglo XX se puede calificar de convulsa, en general. Es similar a esos momentos en una partida de ajedrez en que empiezan a sucederse rápidos intercambios hasta hallar de nuevo una posición que devuelve al tablero un equilibrio más sosegado.


El desencadenante suele ser la divulgación de alguna información clave que pone en marcha procesos largamente preparados. Así, en lo que luego sería España, en 1492, se expulsa a los judíos, se termina con el último enclave árabe en Granada y se descubre América, por lo menos para los que no la conocían, que sin duda eran los más.


Quizás no tan llamativo, pero similar fenómeno se da en lsa causas que hay detrás de las cruzadas.

La liberación de información clave que pone en marcha ciertos engranajes. Y algo parecido sucede en la primera mitad del siglo pasado.


De las muchas veleidades que se podrían mencionar sobre el régimen nazi, además de inclinaciones aún mucho más erradas, no es ningún secreto el interés por asuntos que, posteriormente, han quedado fuera de la agenda pública de los estados modernos.


De nuevo, lo hemos visto en el cine. Así es como funciona, y la frase clave vendría a ser “la película que me estás contando ya la he visto”. Ésa es la principal función. Pero lo cierto es que el tercer reich tenía una sección dedicada a lo que algunos denominan “ocultismo”, con Himmler a la cabeza. Son hechos que forman parte de la historia, aunque al pensar en ellos el subconsciente nos remita automáticamente a la ficción.


Y todavía más, todo el discurso del nazismo en torno a una raza aria enraiza con informaciones (o desinformaciones) vertidas a través de la sociedad secreta Thule. Y éste es sin duda un juego de humo, reflejos y sombras en el que no es nada fácil desentrañar quién es quién.


Volviendo al vínculo con el asunto que nos ocupa, las guerras mundiales estarían indisolublemente asociadas con lo que fue el movimiento sionista que desemboca en la creación del estado de Israel, cuyo objetivo no es otro que la apropiación completa de Jerusalén que, bajo los criterios aquí contemplados y muchos otros más conocidos, sería un “punto caliente”. Similar para el caso de Crimea.


Pero volviendo a Irak, una segunda invasión tuvo lugar en 2003. Algunas informaciones que no publicó ningún gran medio indicaban que la causa de la caída definitiva del gobierno de Irak estaría relacionada con los hallazgos arqueológicos de un alemán, pensando que habían hallado la tumba de Gilgamesh, el héroe mítico de la epopeya sumeria.


Si en 1991 se programó una intervención en dos fases, la llamada operación “Tormenta del desierto” y su contraparte mucho menos conocida, “Escudo del desierto”, en 2003 la precipitación de los acontecimientos habría obligado a improvisar.


Para entonces EEUU estaba enfrascado en su “guerra contra el terror” e invirtió todo su capital político en ello, tras los atentados del 11S que tenían que justificarlo. Una operación paralela al sionismo con un calendario más amplio, pero el temor a que se pudiera descubrir algo similar a lo hallado en Kuwait forzó una intervención relámpago.


Así, sin contar con sus socios habituales y sin poder justificar ante el mundo la intervención, EEUU se vio forzado a salir de su agenda y al margen de la ONU. Esas eran las posibles “armas de destrucción masiva”. Estos son a fecha de hoy secretos celosamente guardados, por lo menos todo lo bien que se pueden guardar secretos de tal envergadura. Prefirieron dilapidar la práctica totalidad de su credibilidad excusándose con la razón de que “su inteligencia les había fallado”. Y en cierto modo así fue, aquello quedó en agua de borrajas.


En cuanto al experimento de 1943, Tesla falleció poco después. Los sucesivos intentos lanzaron resultados tan desagradables como los que se pueden ver novelados en la película La mosca, de 1987. La investigación enfrentó duros reveses, también en consonancia con un mayor desarrollo de la conciencia ética de las sociedades a lo largo de las décadas y la experimentación se vio severamente restringida.


Se suspendió inicialmente en los 40, se reactivó en los 80 tras la reaparición de aquellos soldados desaparecidos del USS Eldridge en 1943. No tardó mucho en suspenderse de nuevo, a tenor de los espeluznantes resultados referidos que han sido difundidos de forma novelada y como historias de ficción a través de la industria de entretenimiento.


2. La ingeniería inversa


Hay una diferencia crucial entre la ingeniería tradicional y la inversa. En el primer caso, el ingeniero parte de un cocimiento que aplica al diseño. En el segundo caso, el diseño puede estar muy alejado de su esfera de conocimiento.


Y desde luego no se puede decir que EEUU no tenga experiencia en el tema, por lo menos desde 1947. El final de la operación Highjump en la Antártida, es poco anterior al episodio de Roswell. El final de la segunda guerra mundial no tiene mucho que ver con lo impreso en los libros de historia, pero las explicaciones nos desviarían mucho del tema que nos ocupa.


El hecho es que en 1991 se pudo activar el portal, aún sin tener pleno conocimiento de las bases teóricas que sustentan tal tecnología. Tecnología con la que, de forma más o menos accidental, se había experimentado en 1943 y en los 80, con los resultados mencionados.


Esta vez el diseño no era de nuestros ingenieros, sino el dispositivo el recuperado, se diría, de las arenas del tiempo en Kuwait, similar a lo mostrado en la saga Stargate. Las investigaciones de teleportación cesaron desde que una mosca pasó por el lugar más inoportuno en el peor instante en algún momento de lo años 80. El diseño difiere pero la física en juego es fundamentalmente la misma.


Los resultados fueron profundamente descorazonadores. Otro nuevo revés para una investigación extremadamente restringida, tal como el resto de archivos clasificados en relación a la tecnología. Y los momentos en los que se está al borde de un descubrimiento que da un vuelco al paradigma científico, y que por lo tanto contienen el potencial de reescribir el equilibrio geoestratégico, son proclives a hacer aflorar la tensiones, no sólo políticas si no bélicas.


En cualquier caso, la ingeniería inversa tiene sus limitaciones, razón por la cual aún no vemos nada parecido a OVNIs en los concesionarios y seguimos desplazándonos mayormente sobre ruedas.

Aunque seguro que desde determinados ámbitos militares podrían darnos alguna que otra sorpresa en ese sentido, cuánto más lejos no estaremos entonces de comprender las bases teóricas de la teleportación.

La investigación del fenómeno que se conoce a nivel básico y, ahora sí, de forma pública y abierta (hasta cierto punto) como “entrelazamiento cuántico” apuntaría en esa dirección.


Llegados a este punto del relato, el problema para algunos es obvio hace mucho. ¿Qué hace un dispositivo de tecnología que aún apenas comprendemos enterrado bajo las arenas de Kuwait? Pues sencillo, romper todo el relato de la historia del que nos hemos dotado. O más bien el que ciertas esferas del poder han promovido en los últimos tiempos.


¿Y qué tiene que ver Roswell con la Antártida? ¿O debería decir la Atlántida? Por más preguntas que se respondan el equilibrio del tablero hasta momentos largos de pausa siempre se alcanza mediante nuevos interrogantes, no por las respuestas.


Por el momento podemos reflexionar sobre un grupo de personas que conforman una breve partida de exploración a no se sabe bien dónde y regresan más de tres décadas después habiendo experimentado un reconocimiento de unas pocas horas.


En física, es la relatividad la que da cuenta del fenómeno de dilatación “temporal”. También era Einstein el que decía que si no se lo puedes explicar a un niño de 5 años es que no lo comprendes bien. Y no creo que nadie pueda explicarle física cuántica a un niño de 5 años. De hecho Feynman lo que decía es que si crees entender la física cuántica, es que no la entiendes en absoluto, dejando constancia de lo que parece perplejidad.


Lo cierto es que la investigación pública fue conducida por callejones sin salida, ya antes de la segunda guerra mundial, por lo menos desde el congreso de Solvay en 1927. Quedó sellada bajo el lacre de la pequeña menorá con la que se designa la función de onda, la letra griega psi Ψ. A eso y no a otra cosa se refirieron los que hablaban de “ciencia judía”.




La forma en la que el poder se articula y ejerce su influencia es un asunto de estudio fascinante y la posición del ámbito judío y del sionismo es crucial. No en vano contamos los años a partir de acontecimientos de hace dos milenios en Palestina. Ése es el hecho.


Posteriormente, han tomado el poder ciertas élites convencidas de querer convencernos de que nada de aquello tuvo en realidad lugar. De ridiculizar ciertos intereses como sobre de las conspiraciones, que en realidad son una constante histórica, y en resumen de mantener a las masas con la atención dirigida hacia una hipertrofiada industria del entretenimiento, más que suficiente para cubrir las escasas horas de atención que pueden dejarles sus obligaciones laborales y familiares.


Hoy en occidente no es la religión, torcida, corrupta y decrépita la que ha de proveer todas las respuesta si no una ciencia que, como decía, ha sido abocada a una vía muerta conscientemente mientras en secreto la industria militar trata en vano de hallar el modo de interpretar algo que apenas conciben.


En cuanto al ámbito científico, queda bien definido el panorama, en cuanto al ámbito religioso sólo apuntar que la maldición del último gran maestre de la orden del temple se cumplió y el entramado de las diferentes sociedades secretas, todas cortadas por un patrón tan parecido que cabe sospechar de una misma autoría, terminó por hacerse con el control de la iglesia.


El obelisco del Vaticano da buena prueba de ello, la iglesia está siendo sistemáticamente demolida desde dentro. Las razones de tal enemistad histórica conciernen algunos hallazgos en tierra santa que al parecer no fueron “tributados” en Roma, si no usados en propio beneficio. Esta situación fue la que causó la virulencia eclesiástica que se ha conocido como inquisición y explica la persecución contumaz de cátaros, gnósticos, herejes de todo pelaje, y la desaparición pública de la orden del temple.


Pasando por diversas máscaras, al final constituyen el poder hegemónico financiero global que hoy conocemos. Entre ellas, posiblemente la de la llamada sociedad Thule. En tiempos recientes se conocieron como los iluminados de Baviera o Illuminati. Lógicamente, a lo largo de los siglos, no hablamos de las mismas personas, pero sí de algunas líneas de sangre y adláteres, custodios de un conocimiento del que se ha privado a las masas, destinadas a un mero papel productivo y con poco o ningún conocimiento de la realidad en la que viven.


En cuanto al origen de las diversas sociedades secretas, que salen tan baratas de crear como inventarse un nuevo nombre misterioso o rimbombante, creando mayor confusión, en un contexto donde el dinero es el que tiene la última palabra, no parece que haya en realidad tanto lugares distintos a los que dirigir la mirada.


Es tal la preponderancia del dinero que se diría que financian incluso estructuras que presuntamente serían del adversario. Pero en en realidad hace mucho que eso no pasa, para tener un adversario hay que estar en guerra, y ellos no están ya en ninguna guerra, las crean, las programan, las disponen en función de objetivos concretos. Las financian. Pero obviamente no toman parte en ninguna. Representan un poder indiscutido por siglos en ciertas latitudes, si bien su mano negra tal vez no tiene tanto alcance como ellos creen. Ponerles un nombre es un ejercicio de torpeza que sólo les facilita el cambiar de máscara. Tal vez no sean el reich de los mil años pero se podría decir que ya llevan más de 500.


Eso explica la decrepitud inoperante de una iglesia que ya era una forma de corrupción de lo que podríamos entender como una cierta doctrina cristiana, por lo menos desde el edicto de Milán. Cuando Constantino asimila una tendencia en un imperio que ya apuntaba a su fin. También explica la parálisis del avance científico en determinados ámbitos clave: la economía entierra a Marx asegurando la perpetuidad y exacerbación de dichas élites, la historia entierra a la Atlántida so pena de excomunión de la comunidad científica, por más que no pueda dar cuenta de evidencias de toneladas de piedras de toneladas y toneladas. Y la física sigue enterrada en la indeterminación de Heisenberg, habiendo determinado de partida que la representación de la partícula es una función de onda, que es indeterminada en sí misma.


Y es mediante una suerte de ingeniería inversa como esta forma de operar puede ponerse de manifiesto. Mientras sigan tratando de avanzar en secreto, en grupos minúsculos y con información altamente compartimentada, mientras sigan como ya hicieron los viejos templarios reservando sus hallazgos para sí mismos, se diría que tienen muy complicado avanzar y se ven abocados a un género similar de estancamiento al que han previsto para el resto de la sociedad. Siendo herederos de aquellos que promovieron la revolución francesa, sorprende que a la postre sigan viendo al resto como súbditos. Natural pues que ni siquiera quieran dejarse ayudar.



3. La naturaleza del problema


Einstein luchó, se diría, hasta el último de sus días. ¿Cómo? Sin hacer nada. Eso es exactamente lo que hizo, no volvió a publicar nada después de firmar la carta que prendería la mecha del proyecto Manhattan, dado el desenlace que produjo.


Pero además tampoco se quedó callado, es en Solvay, donde él estuvo presente, donde se desestima el modelo de onda-piloto de DeBroglie. Las discusiones son bien conocidas, incluso más allá del ámbito académico. La sentencia que ha quedado para la posteridad, ante la aproximación probabilística, y por lo tanto indeterminista que salió imperante de Solvay fue “dios no juega a los dados”.


Y cabe recordar que Einstein era judío, como Heisenberg. Pero no de “esos” judíos, al final era un tipo del que nadie esperaba nada y colocaron en una oficina de patentes. No es que estuviera en el banquillo, es que ni siquiera estaba en el equipo. Imagino que de Marx, también judío, podría decirse algo similar. Luego, es sin duda un asunto mucho más complejo que el relato naif del nazismo acerca de la raza aria, creado a modo de espantanpájaros para poder ser ridiculizado y defenestrado en el basurero de la historia. Extremo que, por cierto, ni siquiera explica el odio acérrimo a los judíos, cuyas causas habría que buscar en la recurrente tradición europea de expulsarlos de todas partes. Resultado de la operativa de ciertas élites tratando de socavar cada poder regional para hacerlo propio. Y, como decía antes, en occidente hace siglos que esa operación se ha visto consumada con éxito.


Volviendo a la discusión científica, la respuesta de Bohr no fue tan brillante en mi opinión: no le digas a dios qué hacer con su dados. Con él parece que Einstein mantuvo diversas discusiones que imagino acaloradas para el contexto académico.


De hecho los últimos años de Einstein en Princeton se diría que se caracterizaron más por cierto papel de activismo que por su desempeño académico, al menos por lo que ha trascendido al público.

Y menciono a Einstein porque es de su relatividad de donde se desprende el efecto de dilatación temporal, un fenómeno bastante bien conocido y que interviene en la necesaria reconfiguración de los relojes de los satélites responsables del sistema GPS, por ejemplo.


Es relevante para el caso porque lo que sucedió con los soldados que desaparecieron en 1943 del “Philadelphia” para reaparecer décadas después, no se trata en realidad de ningún viaje en el tiempo, lo cual es una imposibilidad física en los términos que se considera en la ciencia ficción, pero se le podría parecer bastante y prestarse a graves confusiones, tal vez inducidas.


La película Interstellar, de 2014, aborda con mayor certeza la cuestión. Aunque, como siempre, los finales que quedan a exclusivo arbitrio de la imaginación de los guionistas nunca son tan brillantes como las premisas plagiadas del guion de la realidad. Ésa que, no en vano, se dice que siempre supera a la ficción.


Luego, parece que la naturaleza del problema empieza a ser comprendida en alguna medida, pero la imprescindible noción de un tiempo de referencia que correlacione dos localizaciones en las que el “tiempo” (que no es más que los cambios en la materia) transcurre a distintas velocidades, sigue vedada en la interpretación de una teoría de la relatividad que continúa sin ser comprendida por completo. Ni en el ámbito público ni el ámbito del secreto militar.


La primera dificultad radica en nuestra concepción habitual de eso que llamamos tiempo y que Einstein definió como “una ilusión persistente”. En la relatividad el tiempo carece de existencia por sí mismo y queda fusionado de manera indisoluble con el medio espacio. Se diría que el espacio-tiempo es su principal legado. Y cuando la gravedad, que sigue siendo poco más o menos el mismo misterio que en tiempos de Newton, afecta a uno, afecta innegociablemente al otro.


Una coincidencia curiosa que da cuenta del proceder de las grandes mentes, es que el propio Newton escribió que nadie con sentido común (él hacía referencia a una formación académica) podía considerar que la gravedad interactúe entre dos puntos sin un agente intermediario.


En cuanto a Einstein, se refirió al entrelazamiento como “spooky action at a distance”. Dado el contexto que se ha venido ofreciendo en estas líneas, a nadie debería sorprender que se enterrara por lo tanto al “éter luminífero” por el que incluso Maxwell abogaba. Y lo que es imposible es aprender a navegar si uno parte de la consideración errónea de que el mar no existe. A la presa que han diseñado para contener el avance de los muchos, mientras unos pocos tratan de avanzar solos, para más inri a costa del resto, ni dejan ni van a dejar de salirle grietas, pero no tantas que no pueda tapar el dinero.


No es por lo tanto sorpresa ver en nuestra sociedad como aparentes incompetentes acceden a posiciones de privilegio mientras el talento queda, en muchos casos, relegado a vertederos. El talento genuino seguramente no acepte ni su corrupción, ni su deshonestidad, ni su secretismo, ni su abuso sistemático. Son, a la postre, los enemigos de la inteligencia. De la paz y de la justicia. Eso es lo que dicen sus actos, por más que no suelan escucharlo. Y eso les pasa por tener lacayos en vez de socios y súbditos en lugar de iguales.


No es tarea de estas líneas desentrañar los misterios últimos de la relatividad, de la cuántica, ni de su correlación, lo que vino a llamarse teoría del todo. Ya desde Faraday, las llamadas “fuerzas”, se intuían como fenómenos emergentes de otro más fundamental. Tampoco es el objetivo aclarar los pormenores de la tecnología sobre la que versa el texto. Quien escribe, seguramente a diferencia de otros, tiene claro que no es labor de unos pocos, cuánto menos de uno solo.


Creo que es interesante compartir una reflexión: si aquellos que diseñaron tecnología que apenas entendemos fueron, aparentemente, borrados de la faz de la tierra, sino por completo (y no faltará quien pretenda reinvindicar su herencia, debida o indebidamente), sin duda sí como la civilización que fuera, tal vez dispongamos de menos tiempo del que cabría esperar.


Y volviendo al tema del tiempo y la naturaleza del problema, una relación de 6 horas a 34 años equivale a un factor aproximado de 50.000. Eso quiere decir que una semana “allí”, sea donde sea que ese “allí” se refiere, aquí vendrían a ser unos mil años.


Vale la pena mencionar que no hay nada en los fenómenos de dilatación temporal que distorsione la percepción del flujo del tiempo de los sujetos. Como ya se ha mencionado, el tiempo no es más que el efecto emergente de la apreciación de cambios en la materia. Si se aceleran o deceleran todos los procesos de un contexto determinado, no hay por lo tanto constancia de modificación alguna, pues cualquier reloj se verá sometido a la misma alteración preservando la proporción.


En el ejemplo del pelotón de Kuwait de 1991, cumplieron su misión de reconocimiento sin mayor incidencia en el tiempo programado sin notar ninguna diferencia hasta producirse el viaje de vuelta.

Y con la fortuna de que éste pudiera producirse. El shock es indescriptible. Los que tenían hijos, ahora son más jóvenes que ellos. Sus parejas y amigos, casi ancianos. Sus padres tal vez fallecidos. Sus vidas se diría que se evaporaron al traspasar ese umbral, sin morir en absoluto. Ése es el efecto de una palanca 1 a 50.000.


Les esperan discusiones endemoniadas sobre derechos, obligaciones y secretismo. Hubiera sido más cómodo para los de aquí que jamás regresaran. Sus desapariciones están tramitadas burocráticamente y las ayudas a sus familiares satisfechas, que han continuado sus vidas con su vacío y una fría carta del gobierno sin mayor explicación. Y ellos han tenido tan sólo “un día más en la oficina”.


Además, el mundo ha cambiado bastante desde 1991, la verdad es que ésta sí es una película que ya hemos visto. Sucede que en el caso del “Philadelphia” hablamos más bien de un accidente acompañado de diversas secuelas. Sorprende sin embargo que la palanca de tiempo resulte de un ratio de similar magnitud. Si hubieran estado un día habrían aparecido más de un siglo después.


Luego, en este caso particular, no es difícil entender por qué puede parecer que se ha viajado en el tiempo. De hecho, ése es el efecto observado, pero en realidad no es eso exactamente lo que ha sucedido. Y aunque hubieran viajado a un lugar donde los dinosaurios sean un realidad y no una colección de enormes huesos, en ningún caso podrían haber viajado al pasado. Habrían viajado a otro lugar con líneas evolutivas y momento propio.


4. Implicaciones


A pesar de lo que en principio son desgracias personales, lo cierto es que la información obtenida está cerca de lo invaluable.


Si uno piensa en los constructores de tan endemoniada tecnología, no es difícil alumbrar algunas consideraciones significativas. Una palanca temporal de semejante magnitud como en la que estaría configurada el artefacto, es en sí misma un arma de guerra. No aquí, en realidad, si no en otra ubicación.


Cabe imaginar lo que se puede hacer, por ejemplo, en los preparativos de un conflicto bélico si uno tiene más de un siglo para planificarlo por cada día del que dispone un adversario. Y, cumplido su cometido, la localización quedaría sin uso. Hasta tal punto que, debido a la magnitud de la palanca, en pocos años del “otro lado” una nueva especie podría haber evolucionado, constituir una civilización y descubrir tales artefactos. Además de otros vestigios inexplicables en piedra cuyo cometido, diseño y tecnología aplicada les sería completamente ajena. ¿A alguien le suena esto de algo?


O quizás… el adversario en tal conflagración dispusiera de similar tecnología, habría localizado los enclaves del enemigo y de ahí la destrucción significativa que presentan algunos de esos vestigios mencionados, con evidencias de haber sido producida, en algunos casos, de formas que ni siquiera imaginamos. Ésa y no otra podría haber sido la caída de la Atlántida.


Sea como fuere la palanca de ratio 50.000 se antoja demasiado excesiva para cualquier otro cometido. Mucho interés debería tener lo situado en un enclave que impone dicha dilatación. O quizás sólo la búsqueda de un lugar donde vivir en paz, quién sabe.


En cualquier caso tal configuración, o una localización que impone tal dilatación, si es que no se ha modificado a lo largo del tiempo, desde luego no parece diseñada para dar un paseo por la tarde en otro mundo ni para un viaje de negocios, apenas para investigación. Remite a una combinación extrema precisamente diseñada para maximizar el efecto de dilatación temporal.


En tal configuración, sí opera como una máquina del tiempo que permite viajar al futuro de nuestra localización. O llevar cantidades ingentes de trabajo a la otra ubicación, siempre que se disponga de la mano de obra. Que tiempo hay incluso para hacerla reproducirse. En cualquier caso deberían existir muchas otras localizaciones que no arrojen tal tensión respecto a nuestra ubicación.


El marco teórico expuesto abre posibilidades inconcebibles para nosotros hasta la fecha como lo eran hace unos siglos internet o el teléfono móvil.

Volviendo a las experiencias personales, tres décadas no pasan en vano. Sólo la lista de celebridades muertas cambia la imagen del mundo. En el panorama musical, por ejemplo, Kurt Cobain y todo lo que fue el grunge y el movimiento de Seattle habría desaparecido antes de apenas existir. Tal vez encuentren consuelo en saber que The Rolling Stones o Metallica aún siguen girando.


Yendo a temas algo más profundos, la URSS colapsa en 1992. Las redes sociales... Esa gente estaría viviendo un capítulo de Black Mirror, que tampoco sabrían que es. De The Twilight Zone, tal vez.


Dos trilogías completas de Star Wars. El señor de los anillos llevado a la pantalla. En 1991 los videojuegos andaban por los 16 bit a resoluciones de 320x480. Cuesta imaginar la magnitud del cambio. China apenas empezaba el proceso de crecimiento económico que le ha llevado casi a doblarse en cada una de essa décadas. Las torres gemelas ya no existen más. Las pantallas ahora son enormes y planas. Hay coches eléctricos. Televisión a la carta, Netflix. Chat GPT y la IA, es casi despertar en una película de ciencia ficción.


Y problemas más inmediatos, quizás parte del personal que les enviara de ida ni siquiera siga con vida, sus superiores. No es tanto como para no poder reubicarse mentalmente, pero para una tarde no está mal. Esa gente lo que ha visto en pantalla en los últimos años, muy apropiadamente, es Regreso al futuro, para pasar en cierto modo a protagonizar un periplo similar.


Tampoco van a ser todo inconvenientes, al menos se han ahorrado la pandemia de covid-19, algo que por cierto podría ser un problema médico bastante serio. Qué bueno ser recibidos tras una misión altamente clasificada por un montón de desconocidos con mascarillas.


Es una putada enorme. Cabe esperar alguna que otra crisis de ansiedad y fases de negación, aceptación y duelo. Y lágrimas de hombres seguramente tan duros como los que más.

Luego, la inevitable fascinación ante lo acontecido y el infinito mar de posibilidades que se insinúa ante nuestros ojos. Welcome home. Me temo que Neil Armstrong tampoco está ya para recibirlos y Buzz anda bastante mayor. En comparación la gesta de estos últimos fue un mero paseo. Empieza una nueva era. Pero aún queda lo mejor: ¿qué había al otro lado?


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jueves, 16 de octubre de 2025

Stjärnport 3000 - Manual de Instrucciones

 


Stjärnport 3000


PORTAL INTERESTELAR – MANUAL DE INSTRUCCIONES


AVISO


Como usuario del portal interestalar Stjärnport 3000 usted renuncia a formular cualquier tipo de reclamación ante cualquier instancia, ya sea como resultado del uso debido o indebido del mismo, contra el distribuidor o el fabricante, si es que logra encontrarlo.



1. Preparativos


No sitúe el portal junto a desniveles, fuentes de calor o frío, no lo sumerja en el agua o cualquier otro líquido, (para organismos acuáticos el fabricante ofrece otro modelo). Evite las condiciones de presión, inducción electromagnética y cualquier otra radiación fuera de los márgenes propios del ambiente.



2. Puesta en marcha


Conecte el suministro de energía y presione el botón con el símbolo de “encendido” en la consola de mandos. Utilice la fuente de energía ofrecida por el fabricante (se vende por separado). El uso de fuentes de energía mal reguladas podría resultar en la emisión de radiación ionizante adicional.


No interrumpa el suministro de energía durante la operación del portal, para un apagado seguro apártese del resplandor azul y vuelva a presionar el botón “encendido” en la consola de mandos.



3. Funcionamiento del portal


El portal le permite navegar por la red de portales compatibles en tiempo real, esto es desplazar físicamente su organismo a otros lugares distantes en tiempo cero ¹.



CONSIDERACIONES NECESARIAS


Acerca de la dilatación temporal


Entre los diversos destinos a los que puede acceder a través del portal, es posible que encuentre algunos con desfases temporales significativos. El viaje de regreso será posible siempre y cuando la unidad en el punto de partida original continúe operativa en el momento de conexión en su tiempo propio².


Teniendo en cuenta la tecnología propuesta pueden darse tres supuestos básicos:


    0. Desfase temporal neutro o equivalente


En el caso ideal, cuando el portal de destino se haya bajo una “presión temporal” igual o parecida al portal de partida, el desfase temporal causado por los fenómenos de dilatación del cosmos puede ser negligible o suponer molestias menores: reajuste de relojes, jet lag, y alteraciones leves del ritmo circadiano.


Se denota indistintamente con las fórmula A=B o a=b para desfases neutros y A~B o a~b para desviaciones dentro del stándar del fabricante.



    +1. Desfase temporal positivo (incremental)


Hablamos de desfase temporal positivo o incremental cuando la presión temporal del portal de destino es mayor que la del portal de partida con la expresión pleonásmica: A>b que en alguna literatura puede verse resumida como +b o +B.


Siguiendo en la larga tradición de fabricantes de portales interestelares que considera que las cosas importantes vale la pena mencionarlas por duplicado. Las cosas importantes vale la pena mencionarlas dos veces.


Así, cuando el portal opera una conexión con desfase positivo, el usuario, que seguirá teniendo una experiencia y percepción del flujo del tiempo normal, hallará en su viaje de regreso³ que el tiempo transcurrido en el contexto donde se sitúa el portal de partida es MAYOR que el experimentado al otro lado del portal de destino.


Dicha situación puede generar la errónea impresión de “viajes en el tiempo”.


Las diferentes situaciones de presión temporal de las diversas localizaciones a lo largo de las innumerables galaxias pueden ser descritas como arcos de circunferencia, cuya longitud expresa la duración de la estancia tras el portal de destino.


La diferencia entre las longitudes de los arcos, que representan del tiempo efectivamente transcurrido como tiempo propio (TET), pueden resumirse también en forma de número racional o fracción.



Así, cuando un desplazamiento neutro se define con una relación 1/1, un desplazamiento a una presión temporal que doble la del punto de origen se expresaría como 2/1, siendo siempre el resultado de la división MAYOR que 1.


Las implicaciones de los desplazamientos con desfases temporales de Gran Magnitud comprenden desde acumulación de deudas y pérdida de allegados a situaciones de incomunicación por evolución de los lenguajes o situaciones de vulnerabilidad xenófoba por cambios en la especie dominante. El fabricante recomienda que los viajes con desfase de Gran Magnitud sean sólo de ida.




    -1. Desfase temporal negativo (decremental)


El caso opuesto al descrito, cerrando el abanico de posibilidades, es el desfase negativo, denotado como a<B o -b y -B. Son las situaciones donde el numerador es MENOR que el denominador y el resultado es decimal, o sea menor que 1, por ejemplo 1/2.


En este caso el TET en la localización de partida, definido habitualmente en grados de Tiempo Único Universal, es MENOR que el experimentado en el lugar de destino. Se trata por lo tanto de un desplazamiento desde un radio MENOR a uno mayor. Se considera decremental porque el viaje definitorio de la experiencia es el de regreso, siempre que éste se produzca. Caso contrario carece de sentido hablar de desfase por no existir elemento de contraste.


En este tipo de desplazamientos cabe esperar situaciones tales como envejecimiento prematuro, cansancio y a largo plazo distanciamiento social, aislamiento, genialidad y locura.

A diferencia de los desfases positivos, donde la dilatación es potencialmente ilimitada, el desfase negativo tiene la característica limitación del periodo de experiencia vital del usuario.


Por lo tanto, el tipo de desplazamiento negativo tiene una Magnitud Máxima (MM), al contrario que el desfase positivo.


ACERCA DE LA INFORMACIÓN


Una consideración importante, siempre desde el punto de vista del contexto del portal de origen, es la relacionada con la información. Por lo hasta aquí expuesto cabe deducir que en desplazamientos positivos se experimenta una pérdida de la Información Teórica Estimada (ITE) y en desplazamientos negativos se produce un incremento. Por lo tanto los cambios en la información son inversamente proporcionales al sentido del desplazamiento en el eje de desfase temporal.


LA ILUSIÓN DEL TIEMPO


Se hace necesaria la comprensión de los mecanismos del reloj cósmico para la operación satisfactoria de los portales. El usuario debe siempre tener presente que el desplazamiento efectivo se realiza en coordenadas espaciales y el desfase temporal experimentado es sólo una consecuencia del cierre de una operación con viaje de regreso.


Para evitar consecuencias no deseadas, se recomienda encarecidamente no conectar con localizaciones de las que no se tenga certeza tanto de la ubicación física del portal de destino así como de la situación de presión temporal, ya que podrían dar lugar a desfases GM inesperados.


Por ejemplo, podría usted tomar un café en una localización cercana al núcleo galáctico vecino y volver puntualmente para el entierro de su tatara-tatara-tatara nieto. O descubrir que su mundo ahora es regido por una especie de saltamontes telépatas mutantes con la que usted no podría comunicarse, en caso de desearlo.


El fabricante quiere recalcar que esto no es defecto o carencia alguna de la tecnología adquirida si no resultado de las propiedades intrínsecas del cosmos. Opere el portal con precaución.


Aviso a navegantes:

Algunos comerciantes de principios cuestionables podrían presentarle la tecnología como una “máquina del tiempo”, uso que no es en ningún caso objeto del diseño si no un fenómeno emergente que podría resultar en cuestionamientos acerca de la integridad física del usuario en diversos modos, por no hablar de la mental.


Para el uso adecuado del portal el usuario debe comprender la noción de Tiempo Único Universal (TUU) y que las diferentes localizaciones experimentan tiempos propios diferentes en función de su situación de presión temporal, siempre como resultado de la densidad energética. Puede encontrar bases de datos disponibles comercialmente con la información de las diferentes galaxias y cúmulos estelares. El fabricante se exime de cualquier responsabilidad derivada del uso de información suministrada por otros fabricantes.



4. Operación del portal


Con el dispositivo en situación de “encendido”, aproxímese al resplandor azul que emana de la estructura circular rotatoria. No opere el portal sin la estructura de protección con la que se suministra.


No permanezca con su organismo más tiempo del imprescindible en el umbral de luz. Su portal cuenta con los mecanismos de protección que la legalidad exige a los fabricantes en casi todas las galaxias, pero una guía de buenas prácticas es básica para evitar situaciones de entumecimiento de miembros, trastornos circulatorios o en casos extremos el conocido como “efecto espagueti”.


El portal no está diseñado como máquina de “succión”, absténgase por lo tanto de usos no previstos por el fabricante.


SELECCIÓN DEL DESTINO


Desde la consola de mandos, pulse una vez el botón con el símbolo “destino”. Después de eso, los símbolos del dial en la estructura circular del portal deberían iluminarse de forma intermitente.


Note que, además de la consola de mandos situada en la base (puede variar según el modelo), hay otros tres puntos en la estructura circular del dial en disposición de 90º, corresponden a los tres ejes del espacio tridimensional.


El portal, por defecto, está configurado para operar en el modo “automático” con destinos prefijados. Jamás opere el portal en modo “manual” más que bajo su responsabilidad y conociendo las condiciones del destino introducidas, con fines de investigación. Puede acceder al modo “manual” pulsando el botón con el símbolo “destino” dos veces. Entones parpadearán los tres indicadores del eje de coordenadas en la estructura del dial circular y podrá introducir las coordenada deseadas libremente dentro del rango de operación. Si se desea regresar, se recomienda que coincidan con las de otro portal operativo.


Aviso a navegantes:

Comerciantes de dudosa moral podrían ofrecerle el portal como dispositivo de “eutanasia asistida” mediante la asignación en modo manual en lo que se conoce como “coordenadas vacías”. Una vez más, no es el uso para el que el fabricante diseñó el aparato ni comparte la consideración de que la descompresión cósmica sea una forma digna de poner fin a la experiencia vital.


Desde la consola de mandos podrá introducir las coordenadas de destino tanto en modo manual como automático. Se recomienda actualizar la base de datos del dispositivo con las ofrecidas por el fabricante en el mismo momento que sean publicadas. Caso contrario, en lugar de visitar una luna de Andrómeda podría hallarse flotando en un cinturón de asteroides y polvo, aunque no por mucho tiempo.


Si las coordenadas seleccionadas corresponden con las de otro portal activo, las tres luces del eje de coordenadas en el dial se apagarán y quedarán iluminadas las tres coordenadas de los ejes espaciales. Si desea indicaciones adicionales sobre la situación de densidad temporal en el portal de destino con el que establezca conexión deberá adquirir un modelo superior que seguramente no pueda pagar.


ATRAVESANDO EL UMBRAL


Una vez establecido el destino, tal como se indica en el punto anterior, aproxímese al resplandor que emanará de la estructura rotatoria del dial. No permanezca con ninguna parte de su organismo más tiempo del necesario por más que pueda resultarle “estimulante” o sienta “agradables cosquillas”.


La correlación entre los casos de errores de copia en el ADN y el uso de portales no ha sido demostrada con los sigmas necesarios para establecer firmemente una relación causal, por lo que el fabricante declina toda responsabilidad.


Se ha reportado casos de usos no previstos para seccionar toda clase de materiales, entres ellos wolframio, titanio, tungsteno, etcétera, mediante la interrupción del suministro de energía fuera de protocolo con dichos elementos situados en el umbral del portal. De nuevo, no es la función original del diseño por lo que el fabricante se desentiende de las consecuencias uso del portal para tales fines.


MARCAPASOS, STENTS, PRÓTESIS METÁLICAS E IMPLANTES CEREBRALES


Si usted ha sido implantado, ya sea en el cerebro o en cualquier parte de su cuerpo, no debería usar este modelo, mucho menos aún si el implante contiene cualquier tipo de aleación ferromagnética.

Si usted nota un fuerte dolor de cabeza al aproximarse al portal, cese la operación de inmediato.


Aviso a navegantes:

Una vez más, algunos comerciantes sin escrúpulos podrían ofrecerle el dispositivo como “detector de abducidos con implantes”. El impacto de las aleaciones metálicas contra la estructura del portal por el campo electromagnético generado podría dañar el dispositivo e interferir con su correcto funcionamiento. Encontrará soluciones comerciales diseñadas al efecto antes mencionado, tal uso invalida de forma irrevocable la garantía del aparato.



EL TÚNEL DE LUZ


Una vez traspasado el umbral, con las referidas precauciones, siga avanzando con normalidad.

Al poco notará un hormigueo, más notorio en las partes sensibles de su organismo. No se asuste, es su cuerpo desintegrándose para reintegrarse en su punto de destino, si todo sale bien.


El lapso en el que usted se convierte en Información Estructurada Sobre Ondas Lumínicas (IESOL) puede ser más o menos duradero en función de la distancia entre el portal de origen y el destino seleccionado, pero nunca más de unos breves segundos, dado el rango del modelo adquirido.


Tenga en cuenta que usted no se estará desplazando a través del espacio habitual, si no a través del rizado que el dispositivo ha producido hasta su destino. Por lo tanto, si transcurridos unos segundos usted no se rematerializa al otro lado del portal de destino, felicidades, se ha convertido usted en una estrella. Ya no podría usted reintegrarse pero seguirá brillando, si no por siempre, por mucho tiempo, seguramente más del que podría desear.


En una operación exitosa debería aparecer atravesando el portal de destino seleccionado, en el modo automático, o en el emplazamiento seleccionado mediante coordenadas en el modo manual.



LLEGANDO A DESTINO


Tenga en cuenta que los siguientes síntomas pueden ser o no esperables después del uso de portales:


-Cefaleas y migrañas

-Desorientación

-Balbuceos y tartamudez

-Náuseas

-Diarrea severa

-Sensación de prurito o comezón

-Dolor testicular

-Ardor en los ojos

-Pezones hipersensibles


Los efectos a largo plazo podría comprender, entre otros:


-Megalomanía

-Afonía/Voz de eunuco

-Crecimiento anormal de vello en órganos auditivos

-Desprendimiento de reconstrucciones dentales

-Sequedad de tentáculos

-Hemorroides sangrantes

-Inclinación al pensamiento autoritario

-Catatonia disfórica


Entre los resultados que rara vez se presentan puede encontrar:


-Reflujo ácido son sabor a gazpacho

-Salir ileso del viaje


ÚLTIMAS CONSIDERACIONES ANTES DE EMPRENDER SU VIAJE


GUÍA DE BUENAS PRÁCTICAS


No es obligatorio pero sí recomendable actualizar testamento y últimas voluntades.


El uso del portal durante digestiones pesadas podría agravar alguna de la sintomatología mencionada y otras que a buen seguro le sorprenderán.


Si empieza a experimentar un ardor súbito en todo su organismo, podría estar sufriendo un “efecto espagueti”. Recuerde que en estos casos la indecisión es su peor enemigo.


Es recomendable vaciar intestinos, vejigas y en general cualquier órgano blando de pudiera desalojar su contenido de forma violenta y repentina.


Si usted presenta miembros con simetría especular, es posible que concluido el desplazamiento encuentre que uno de ellos se ha reintegrado de forma inversa. Así, si al cruzar el portal nota que tiene dos pies derechos en vez de uno de cada, vuelva a cruzar el portal en sentido opuesto y vuelva a intentarlo de nuevo en el sentido original. De esta forma se corrige casi siempre dicha situación.

También suele solucionar el caso de reintegrarse con un miembro de cada lado, pero en el lado opuesto.


Cuente los dedos de manos y pies una vez concluido el desplazamiento. Si nota que le sobra alguno y no ha viajado solo, podría ser de alguien más.


No trate de traspasar el portal portando armas de fuego, armas nucleares, termonucleares, bacteriológicas o aperitivos picantes.


Durante el breve trayecto, no escuche ni conteste a las voces.


Si nota la pérdida de algún órgano no mencionado o facultad mental o sensorial rellene el formulario dispuesto al efecto y remítalo al fabricante para su valoración (sólo en periodo de garantía).


Si usted presenta heterocromía ocular, tenga en cuenta que podría invertirse la posición. Si no la presenta, también, pero no se nota. No se sorprenda si sus dioptrías cambian de lado, el fabricante entiende que el total no varía y tras numerosos litigios la jurisprudencia ha establecido que tal hecho no queda amparado por la garantía.


QUÉ HACER SI...


-Si la luz azul del portal ha empezado a tornarse anaranjada...


Sitúese ante su portal y dé una par de enérgicos golpes sobre el dial, a la altura de reloj de las 4 y media, más o menos. Si no vuelve a su color original, dé otro par más, más fuerte. En caso de persistir la alteración suspenda su agenda de desplazamientos, prepare la cartera y contacte con el fabricante.


-Si se ha reintegrado usted en “coordenadas vacías”…


Opción A: Rece.


Opción B: Rece, pero antes, conviértase a alguna religión monoteísta para evitar el fenómeno colectivo de “dilución de la responsabilidad”.


Opción C: Cierre los ojos. Todo saldrá bien.


-Si en su viaje de regreso descubre que ha sufrido un desfase temporal postivo no previsto, por corrupción de la base de datos o cualquier otro error, y sus seres queridos ya han expirado…


Tan queridos no serían si no los echó de menos antes.


-Si en su viaje de regreso descubre que ha sufrido un desfase temporal postivo no previsto, por corrupción de la base de datos o cualquier otro error, y la civilización de la que partió ya no existe…


Lo primero es aprender el idioma.

 

 

-Si el portal no enciende…


Asegúrese de haber conectado el cable de alimentación.


-Si el portal enciende, pero no del todo…


Asegúrese de que el cable de alimentación está en buen estado y de no estar pisándolo o estrangulándolo de cualquier otro modo.


-Si el portal enciende, pero no está seguro si enciende del todo…


Ofrezca a algún amigo probarlo antes que usted.


-Si el destino al que arriba no tiene nada que ver con las coordenadas introducidas…


Le dijimos que usara sólo las bases de datos proporcionadas por el fabricante.


-Si el destino al que arriba no tiene nada que ver con las coordenadas introducidas y ha usado la base de datos del fabricante…


También le dijimos que actualizara siempre la base de datos.


-Si el destino al que arriba no tiene nada que ver con las coordenadas introducidas y ha usado la base de datos del fabricante perfectamente actualizada…


¿Qué pasa? ¿Es que usted no se equivoca nunca?


-Si seres de tres metros y piel escamosa empiezan a ingresar a través del portal...


Corra.


-Si seres humanoides como sombras con ojos rojos empiezan a ingresar a través del portal…


Corra más.


-Si empiezan a salir tentáculos enormes a través del portal…


No se preocupe, sólo quieren jugar.


-Si los tentáculos empiezan a hacer ademanes onerosos con imprecaciones a Cthulhu…


Algo habrá hecho usted que les ha puesto de mal humor.


-Si a través del portal le visitan otro tipo de extraterrestres…


La recomendación habitual es hacer croquetas, que le gustan a todo el mundo.


-Si el portal se desconecta en mitad del desplazamiento…


Le dijimos que utilizara el suministro de energía del fabricante, que no pisara el cable y que dejara hecho testamento.


-Si no logra contactar con el fabricante…


Fascínese ante la genialidad del mal.


*****


¹ Tiempo cero: La instantaneidad del dispositivo puede fluctuar por razones diversas.

² Tiempo propio: Momento o cantidad de tiempo referente a una localización particular, organismo o cosa.

³ Viaje de regreso: Si es que el mismo llega a producirse.

Potencialmente ilimitada: Salvo fin del universo.

 












domingo, 13 de abril de 2025

La historia más loca jamás contada

 1. Eskizofrenia

Lo primero es lo primero; vaya por delante que en mi historial clínico consta un diagnóstico de “esquizofrenia paranoide”. El hecho es que un verano, tras recibir en poco tiempo un par de sanciones de la Guardia Urbana de Barcelona y alguna que otra amonestación, cosa que se salía mucho de lo habitual; habiendo circulado en bici por años, quemado, manteniendo incluso dos trabajos a jornada parcial para cubrir gastos, acabé diciendo basta.

Estaba haciendo en bici unos 10 o 15 kilómetros bajo el sol, recuerdo que un colega rumbero con el que compartí algunas noches de guitarra me mencionó la acusada pérdida de peso. Uno se ve cada día y lo nota menos.

Total, que un día en un trabajo que estaba empezando me dejé el tabaco en la taquilla en el programado descanso de breves minutos. Ya no me daba tiempo a subir a buscarlo… Arrastraba desde luego una cierta paranoia a raíz de una discusión con agentes por circular con un auricular. Tuve que presentar un escrito de reclamación mencionando cierta jurisprudencia en ese sentido.

Aunque, como se suele oír, esta paranoico no quiere decir que a uno no le sigan. Lo cierto es que una vez tomada la decisión de no volver el tabaco apareció en el bolsillo más insospechado.

Pero lo cierto es que por las conversaciones que tuve con los médicos, el diagnóstico mencionado no es que a mí se me transmitió, de hecho la palabras textuales en la consulta fue que “no tienes un diagnóstico”.

Al final fue una acumulación de factores en un momento de estrés: la cuestión de la circulación y la manía persecutoria que la acompañaba, la precaria situación laboral y por lo tanto económica, que amenazaba con hacer inviable mi independencia, el esfuerzo físico bajo el calor del verano… y dije hasta aquí, no puedo más. No va más. Y vaya que no volví a ese trabajo.

Ni a ninguno durante los largos meses que estuve de baja. Al poco de la confusa visita en la que se concedió la baja, de un discurso seguramente algo errático por mi parte, habiendo tramitado ya el papeleo con la mutua, si no recuerdo mal, recibí una convocatoria, supongo que por teléfono, para una visita médica, son la seguridad social.

Más tranquilo, dejando de sufrir las circunstancias mencionadas, por lo menos en parte, me presenté allí, sin nada que ocultar, o no mucho. Había dos personas, un hombre mayor y una chica más joven, hablamos sobre mi situación, no recuerdo muchos detalles pero, comentando la situación de “aparente” persecución, dificultades económicas, al final todo ello un nivel elevado de estrés, se me preguntó: ¿qué harías? En referencia a encontrar salida a una situación que no parecía tenerla.

Respondí que rehusaba contestar por las posibles implicaciones legales. Lo que siguió fue bastante inocente. Me derivaron de forma inmediata a otra consulta en otro edificio. Allí hubo una charla parecida, con una mujer más joven que el primero y otra persona, tal vez un chico.

Los términos fueron similares y la conclusión fue que me dieron dos opciones: podía ingresar voluntariamente o llamarían a la policía para obligarme a efectuar el ingreso.

No tenía nada urgente que hacer, lo urgente era aliviar mi situación, así que respondí, literalmente, que no estaba de acuerdo en absoluto con la decisión que estaban tomando pero que me ponía “en sus manos”. Todo con más tranquilidad de la que tal vez podría ser propia de la circunstancia.

El resultado fue una estancia de un par de semanas en lo que ellos llaman un “servicio cerrado”, o algo así. Dejas el tabaco, el mechero, la cartera, las llaves, el móvil, todo. Los cordones de las zapatillas. Y te dan un pijama que pareciera de papel de fumar. Una vez dentro entendí que no tenía mucho sentido haber conservado los calzoncillos, por allí los debí dejar, después de la primera ducha, de recuerdo.

No sé si vale mucho la pena abundar en esa estancia: horarios de asilo, compañía curiosa pero entre poca y ninguna conversación, aislados cada uno en su asiento como muñecos rotos, en realidad. O no tanto, pero algo había de eso. Quizás fuera yo el que se mostraba más bien retraído. Es como si no hubiera nada de que hablar, quizás por la medicación, aunque algunos si hablaban, y con varios sí hablé un poco, se veía la tele, jugaban a cartas o incluso un día bailaban con la música del televisor en la sala común.

No era un ambiente de película de terror desde luego, se diría que muy correcto todo, aunque algo inadvertidamente tétrico había en todo aquello. Lo que más recuerdo son las horas aciagas. Me pasé casi todo el tiempo pegado a un ejemplar de LA Condifential que tomé de la pila de libros, del mueble del salón, junto a los juegos.

De vez en cuando me visitaba la doctora, recuerdo algo de la primera charla, el primer día, a la mañana siguiente después de pernoctar: ¿Qué tal has dormido?

Respondí que bien pero que pensaba que se trataba de un error y que no debía estar allí. Seguro que ésa no la habían escuchado nunca. “Aquí pone que el ingreso ha sido voluntario”. Le expliqué cual fue la otra opción que me plantearon. Y, bueno, en mi situación no me ofrecía mucha seguridad la presencia de las autoridades, supongo.

La primera semana, más o menos, transcurrió lenta, sin poder salir siquiera a fumar. Luego ya te devolvían tus cosas y te dejaban bajar un rato, algo así.

Me acuerdo de un enfermero, especialmente afable, joven, que iba hablando con los pacientes. ¿Qué ha pasado? Pues… demasiado estrés, la situación económica… no sé si llegué a comentar lo de la guardia urbana. Al final cada vez cuentas las cosas de una manera y con aquella iba a ser, desde la baja, por lo menos la cuarta vez que relataba mi situación. Y aún hubo otra más, ya al final, con un hombre mucho más mayor, mayor que yo.

Y bueno, el resultado de todo aquello fue una baja de varios meses, en los que por cierto aproveché para hacer un par de guitarras, ya en casa, y con visitas periódicas a la mutua. ¿Cómo estás? Pues no sé, ¿como la última vez?

Un detalle curioso fue que hacia la final de la estancia, de no se sabe muy bien donde, apareció una guitarra que antes no estaba. Una guitarra clásica, de cuerdas de nylon, lacada en negro. Recuerdo cantar un par de estrofas de “The house of the rising sun” a otra paciente en un pequeño patio que había con algunas sillas. Ya fue casi al final.

Pero también había seguimiento una vez fuera por parte de la seguridad social. Nunca se me transmitió ningún diagnóstico de viva voz, lo encontré mucho después en mi historial clínico a través de internet. Había un escrito, que algo pareciera tener de escrito tipo, tal vez por los lugares comunes, cuyas conclusiones ciertamente no comparto. Claro que yo no soy médico. Yo de pequeño quería ser pintor. De los del arte, y esas cosas. En la adolescencia, y aún de vez en cuando, disfrutaba pintando murales. No es que hiciera tantos, a la postre, ni siquiera tantos dibujos y aún menos conservo, pero este debió ser hecho por el 96, 97, 98 o por allá:



“Eskizofrenia paranoide”. Siguiendo la inspiración del tema de Eskorbuto. Casualidades de la vida. O la inescrutable inspiración de las musas, quién sabe. Y de eso último va más bien este texto, lo del diagnóstico en realidad sirva sólo como aviso a navegantes de la necesidad de cuestionar lo que viene, del mismo modo que yo lo cuestiono.

Y aún así he llegado a las conclusiones que se expondrán. O mejor dicho, se va a describir una “ensoñación o delirio” que podría encajar con la realidad mucho mejor de lo que conviene. Va a ser sin duda la historia más loca jamás contada. Y es la historia de mi vida. O tal vez me hayan puesto ración doble de champiñones en la pizza, qué cabronada hacerle eso a una carbonara.


2. ¿Invasión?

Lo difícil en realidad es encontrar por donde empezar. De los delirios de los esquizofrénicos se suele decir que son inconsistentes, a veces muy elaborados, otras no tanto, en función de las aptitudes de la persona, pero con el denominador común de resultar siempre en distorsiones de la realidad.

Claro que, definir la realidad es en buena medida resultado de las relaciones de poder. Al final cada uno ve las cosas de una manera en función de la información de la que dispone. O hace que los demás las vean en función de sus intereses y capacidades.

Si estuviéramos, por ejemplo, en mitad de una invasión alienígena mediante infiltración, el interés de los invasores sería sin duda tildar de loco a cualquiera que simplemente los mencionara. Y ridiculizar socialmente el discurso, a un nivel más elemental.

Y lo que realmente es jodido del asunto de este tipo de “delirios” es que jamás se dispone de la evidencia fáctica. Y, qué duda cabe, que si no nos ceñimos a las evidencias terminamos abocados a la locura de no saber qué es real y que no. Sucede que puede ser muy complicado obtenerlas.

Ahora bien, se diría que desde que el hombre es hombre, su historia ha venido acompañada por mitos, folclore, religiones, cuyo origen apuntan a experiencias fuera de lo común. Nunca me ha gustado la expresión “sobrenatural” porque realmente es una contradicción en los términos.

Creo estar en condiciones de dar respuesta a la situación histórica que se acaba de describir. Pero antes de seguir, seguramente mejor estar todos tranquilos, con los cinturones abrochados y con las manos donde las veamos. Porque esto va a despegar de un momento a otro.

Un poco de agua, tal vez tila mejor que café, una bocanada profunda y continuamos.

Os pondré otro ejemplo, de contraste en este caso. Recuerdo que una vez, por azares del destino, vino a parar a lo que sería mi portería un chico, seguramente desequilibrado, que afirmaba que su padre era ni más ni menos que Vlad Tepes. Joder, llevaba hasta una foto en la cartera. De Vlad “el empalador”, el origen del mito de Drácula, según dicen. Esa que sale con un bigote bien ancho.

Mi impresión, naturalmente, por las breves conversaciones que tuvimos, es que estaba desequilibrado: busca ayuda, le sugerí. Y el me decía: “tú eres el Arián”. Cosas de “lunáticos”, claro Pero bueno, después de este despegue tal vez empiece a entender algo más. Algo peligroso de entender y que seguramente algunos no quieren que entendamos, y por lo hasta aquí dicho no es difícil ver por qué.

Y es un tema delicado de cojones. No sólo por la escasez o inexistencia de evidencia empírica (recordemos que ausencia de prueba no es prueba de ausencia) si no por las propias implicaciones.

El camino que me ha llevado hasta las conclusiones presentes es largo y tortuoso, tanto como lo es la propia vida, se diría. Lo digo por si a alguien le parecieran ideas de haber fumado dos tardes de más. Y aún así, incluso esas conclusiones, podrían seguir siendo fruto de la completa manipulación bajo la que el ser humano se halla, se diría que desde sus mismos orígenes. Hasta tal punto que el cambio de paradigma resulta profundamente chocante, hasta el punto de que mejor pediros que os sentéis.

Es muy, muy complicado lidiar con una infiltración del tipo que se plantea. Realmente es tan pesadillesco que es de esas situaciones en las que cualquier sujeto sensato optaría en primera instancia por la negación. El peligro son las purgas. El no saber donde está el “enemigo”. Por eso las repetidas peticiones de tranquilidad y serenidad seguramente se quedan cortas.

Intentaré hacer un resumen del camino que he seguido hasta llegar hasta aquí, ese “delirio” antes de seguir exponiendo la situación concreta. La cosa viene de investigar los orígenes y de una voluntad de, antes que seguir ningún “plan de estudios”, estudiar el escenario en el que realmente nos hallamos. Como funciona, las personas, las empresas, los gobiernos, los países, cómo funciona el mundo. Que en realidad es precondición necesaria para tomar otras decisiones que se deben tomar antes, o se fuerzan a tomar antes: qué carrera seguir, por ejemplo.

Si uno estudia por su cuenta no tarda en percatarse de que dividir el conocimiento en áreas concretas, aunque útil y quizás hasta necesario, no sólo es vano si no incluso contraproducente. Hoy en día se empieza a abogar por la multidisciplinariedad para abordar problemas complejos, algo que realmente debería hallarse entre los principios fundamentales del conocimiento.

Recuerdo comentar con un compañero de un trabajo hace años, en relación a los orígenes mencionados que “la humanidad es huérfana”. Y lo cierto es que el legado de lo que conocemos como historia escrita es en realidad reciente, unos miles de años no son tantas generaciones en realidad.

Si indagas más allá lo que te encuentras son relatos que hoy en día se catalogan dentro de lo religioso. Al final no importa lo que sea verdad o mentira, en cierto modo. Como se mencionaba antes lo que se impone depende más de una cuestión de correlación de fuerzas. Y ha habido un concienzudo esfuerzo por separar la ciencia de la religión, denostando esta última como poco más que cuentos de pastores. La corrupción, producto de las debilidades intrínsecas del ser humano, de la iglesia católica, por ejemplo, en nuestro caso, ha hecho buena parte en ello.

Pero la ciencia, idolatrada en nuestros días por brindarnos tantas de esas cosas que al final no necesitamos tanto, también ha fallado en su labor. Suelo decir que las malas noticias siempre me las creo, en realidad corresponde tenerlas más en consideración, lo sensato es ponerse siempre primero en la peor de las circunstancias, la que más riesgos implique. Y la verdad es que las noticias son, en primera instancia, muy malas. No obstante, la palabra evangelio significa “buenas noticias”.

Son de esas cosas que, en función de los cambios en la correlación de fuerzas de los últimos siglos no hace falta saber. Yo escogí estudiar ética y no religión.

Pero sigamos. Ya hace un tiempo que vengo publicando artículos con, más que indicios, evidencias, de que la historia, y más aún la historia antes de la historia, no es como nos ha sido relatada. A la postre todos sabemos que es “potestad” de los vencedores escribirla. No quiero perderme en muchos detalles sobre temas ya abordados, hay toda una línea de tesis, mías y de muchos otros (que no son formalmente historiadores, se diría que estos están ocupados en cosas más importantes) acerca de algún tipo de cultura global previa caracterizada, por ejemplo, en la grandes obras en piedra que se puede identificar como megalitismo.

Pero hemos dicho “previa”. ¿Previa a qué? Pues seguramente al diluvio. El diluvio universal, sí. Por más que las investigaciones están aún muy lejos de ser concluidas, tal vez es momento de presentar algunas “conclusiones provisionales” con la precauciones expuestas. Aunque si la deriva siguiera su curso sería posible que se evitara que esas conclusiones no llegaran nunca.

Y aquí pueden suceder dos cosas: o bien todo esto ha sido inducido de alguna forma como otra manipulación más, como ya se ha apuntado, o bien existe aún otro factor añadido que tener en cuenta.

Pero tendríamos que explicar un poco como empieza todo esto, al menos respecto a mi experiencia directa. Ya relaté, en clave de ciencia ficción, lo que en realidad, si la memoria no me engaña más de lo que contemplo, es en realidad una experiencia biográfica:

https://laterceraley.blogspot.com/2017/09/solo-era-un-sueno.html

No se trata tanto de abducciones físicas, que no dudo que las haya, porque al final cuando el río suena es que agua lleva, como de algo más mental. La ficción nos va a ser muy útil para hallar referencias en experiencias que no nos son familiares. Sería algo más parecido a Contact.

Y bueno, sí, puede ser que sólo sea producto de una mente alucinada de un crío de pocos años, también lo contemplo, de ser así el diagnóstico de esquizofrenia habría llegado realmente tarde. O formaría parte de un sistema en el que, sin muchos de sus integrantes saberlo, se censura la realidad.

Ciertas afirmaciones, ya fueran reales o no, equivalen a ser tachado automáticamente de loco.

Yo, visto lo visto, y por otros elementos más allá de lo puramente visible, ya empiezo a considerarlo todo y verlo con otros ojos. Por ejemplo, seguro que recordáis al “pirado” aquél que salía por la tele en los 90, como ejemplo de burla y escarnio, el famosamente infame “Carlos Jesús”. La verdad es que… claro, daba gloria verlo, aquello parecía imposible tomarlo en serio más que como número cómico: “van a venil un mishón de naves desde raticulín”. Las risas aún resuenan por media galaxia.

Ahora bien, sepan ustedes que Z-Raticuli es un sistema que se halla cartografiado. Coño, a alguno se le ha cortado la risa de golpe. Desde luego eso por sí sólo no prueba nada. Sólo apunta a que, a veces, el que se ríe del tonto es más tonto todavía. Shiu, shiu. Esa cosa que hacía. Al final puede que sí que haya un “plan maestro”, o más de uno. Y jugar al despiste puede ser una estrategia muy seria.

O igual es así como salió, tampoco yo tengo todas las respuestas.

Pero en mi caso, que me considero comprometido con el empirismo, desde luego no fue Carlos Jesús el que me convenciera de nada, por más que sus palabras resuenen ahora. Desde luego no con lo que sabía entonces. Además lo mío a la postre era… sólo un curioso sueño. O más de uno. Bastantes, de hecho. Ni siquiera he considerado realmente en serio la posible relación hasta fechas muy recientes.

Sucede que los sueños, pues oye, no parece que sean algo del todo “empírico”, o no los consideramos como tal. Ahí vale todo sin tener mucho que ver con la realidad, se diría. No se puede considerar seriamente… a no ser que tengas ciertos indicios de que sí. Indicios, por no decir evidencias, bastante empíricos. Muy en el terreno de lo factual. Lo explicaba en este otro artículo:

https://opinionincorrecta.blogspot.com/2025/04/el-sueno-mas-sordido.html

Resumidamente, aunque no es algo falsable para un tercero, representa el conocimiento preciso del curso de acontecimientos (por lo menos de algunos, pero con el entramado que todo representa es difícil verlo de forma aislada) con una antelación de unos 20 años. No por mi parte, desde luego, yo se diría que “pasaba por ahí”. Y no he empezado a comprender un poco mejor hasta 20 años después. Aunque algún papel debo tener en todo esto desde que soy el que escribe estas líneas.

El caso es que eso también resuena con un acontecimiento reciente en mi vida. Hace poco me crucé en el metro con alguien que me recordaba vagamente a un familiar algo lejano, que hace muchos años que no veo. Es ese parecido que recuerda en parte, aún siendo claramente distintas personas, pero que aún así puede ser reconocible. Me llamó la atención porque llevaba unos auriculares que tenía en la cesta de Amazon. Me han llegado hoy, por cierto.

¿Casualidad? Bueno, lo cierto es que parece un poco más complicado que eso. En realidad se diría que los acontecimientos de están precipitando. Pero para poder entender eso os tendría que contar un poco más acerca de mi familia y de mi vida.

Aunque antes de abordar ese asunto, me voy a apoyar de nuevo en la ficción, en este caso en Juego de tronos. Muchos recordarán a los “hombres sin rostro”, esa suerte de sociedad secreta con la habilidad de cambiar su imagen a ojos de los demás. Quizás de los más perturbador de una serie donde hay de todo lo imaginable.

Esa narrativa tiene sus ecos en lo que podríamos llamar folclore o cultura popular, proviene en realidad de los llamados “cambiapieles” o en inglés skinwalkers. No hace falta ser muy listo para entender que, si eso formara parte de la realidad de alguna manera, estaríamos ante una situación que difícilmente podría ser más delicada. Y sí, para que negarlo, encaja bastante bien con un diagnóstico de esquizofrenia.

Volviendo a la ficción, encaja muy bien con relatos tipo “la invasión de los ultracuerpos”. Que nadie se piense que Roma se hizo en dos días. Pero es que os puedo contar más. Además del diagnóstico mencionado, de vez en cuando, por causas diversas, me agarro unos cabreos tremendos. De órdago, vamos. Vivo sólo, incluso me puedo permitir desfogarme a voces, los vecinos ya me deben conocer aunque son en realidad cordiales: lo dicho, el zumbado de al lado. Puede.

El caso es que en uno de esos arrebatos, hace unas semanas me fui a tomar el aire, a quemar energía, callejeando sin mucho criterio ni una ruta muy definida. La imagen que hallé no la había presenciado antes: a lo lejos un gritos, precisamente con mi nombre. Muy extraño. Provenían de la dirección hacia la que iba, de un lugar donde aún no veía. Y, bueno, no sé si es lo recomendable, pero en mi caso me acerqué.

Lo que vi fue no sólo extraño si no, pensado después con detenimiento y relacionado con todo el contexto que estoy ofreciendo, profundamente perturbador:

Un chaval joven, negro, bastante alto, agarraba de los brazos a una chica, joven también, ambos sobre los 20. Forcejeaban y él intentaba levantarla del suelo. Mientras gritaba mi nombre, que en realidad era el de alguien que se llamaba como yo.

Naturalmente me dirigí hacia ellos elevando una mano en gesto de pedir explicaciones, ella medio voceaba y lloraba, profundamente desagradable. En cuanto me acerqué un poco la soltó y se “justificó”: es mi mujer. Ella se incorporó, y con un odio tremendo que sólo he visto en ojos de mujer, quizás por indefensión, con todo el rimel corrido por la cara como resultado de las lágrimas, avanzó un poco hacia mí y me escupió: ¡no es mi marido!

El chaval insistía con el “es mi mujer”, yo intermedié: eso no es lo que ella dice. Mientras ella se echaba a andar calle arriba y yo me plantaba delante del tipo para que no la siguiera, que continuaba gritando el que también es mi nombre. Más perturbador si cabe es que al otro lado de la calle, justo frente al mercado, había un camión blanco, grande, si ningún logotipo, con la parte de atrás abierta.

Del tipo de los que se usarían por ejemplo para el transporte de una carnicería. Y bueno, es natural, estaba en frente del mercado. Lo extralo es que suelen reparrtirla a primera hora de la mañana por lo que sé (vivo frente a una carnicería) y eran apenas la una o las dos.

El tipo sigue gritando, le sugiero que se calme, miro atrás para ver que hace la chica, sin duda podría tratarse de una esquizofrénica en pleno brote psicótico, nunca se sabe. Veo que se junta con un chico poco más alta que ella y siguen caminando la calle, ya como a unos 100 metros.

“Es mi cuñado”, me dice el chaval que más o menos sujeto, y vuelve a gritar su nombre, que es también el mío. Intento sacarle se su obcecación, tal vez sea él el esquizofrénico en pleno brote psicótico. Yo, no creo, y mira que antes de eso estaba intentando liberarme de una ira sobrevenida que me tenía caminado en un trazado, se diría que imprevisible. Al menos para mí mismo.

¿Más detalles tontos? Bueno, era la antigua calle de mi expareja. Que para más inri, me soltó un día, precisamente, un “eres imprevisible”. Pues no lo sé, la verdad. El caso es que yo trataba de seguir calmándolo, aunque puede que no de la mejor manera, tratando de llevarlo en la dirección opuesta: va, vamos a sentarnos, te invito a un canuto.

El chico, que parecía estar en cierta forma obnubilado, pareció volver su atención hacia mí como no lo había hecho hasta entonces y respondió con un desprecio que me pareció insondable. Volvió su mirada y me contesto algo como que tenía mucho más que lo que ofrecía de lo que pudiera imaginar. La chica ya estaba en compañía, presuntamente de su hermano, parecían andar tranquilos aunque con ritmo y en el breve lapso que los vi no volvieron sus cabezas.

No grites, le había estado diciendo. Al poco se abrió una persiana de edificio de al lado, justo tras la muestra de altivez mencionada, no sé si antes o después de que el chaval me dijera por vez primera “suéltame”, así que la dilución de la responsabilidad operó sus mecanismos y concluí: ¿pues sabes qué? Ya os apañaréis.

Ah, sí. Mientras lo sujetaba intentó llamarla por teléfeno, por video llamada y no lo cogía, recuerdo verme en la pantalla de su móvil mientras bromeaba para quitarle hierro al asunto: ¡mira qué guapos! Se pensaría que era gay o algo.

Y tras el ruido de la persiana, la respuesta altiva, el “suéltame” y el “ya os apañaréis” seguí mi camino calle abajo dejando que otros asumieran su parte de responsabilidad.

¿Vaya historia, eh? Visto así y lo primero que pensé es en un episodio de maltrato, aunque yo no vi una agresión explícita, no exactamente. Lo perturbador, que puede resultar mera coincidencia, es que repartan la carne en el mercado tan pronto. O que la recojan. En los breves minutos que duró el episodio nadie del camión apareció por ninguna parte. Lo realmente estremecedor proviene de un contexto más amplio y de las posibles lecturas de las palabras de la chica. No es mi marido. Lo explico porque he mencionado “La invasión de los ultracuerpos” y me recordó a una escena en la que interviene Leonard Nimoy.

Escena de naturaleza muy diferente pero con un significativo denominador común: la mujer dice que ese hombre no es su marido. No sé, yo pensaba que las abducciones eran más exóticas y con medios no tan mundanos, pero la verdad es que aparcar en el barrio parece un drama hasta para los OVNI.

Por eso decía que la situación podría ser extremadamente delicada y no cabe dejarse arrastrar por la paranoia, bastante enjundia podría tener la cosa. Lo que conviene es extremar las precauciones. Abducciones, trata de blancas, al final podrían ser la misma cosa. Y de negras y morenas, de eso sí que no me cabe la menor duda. Pero aún hay más, mucho más.

***

Vista la situación anteriormente descrita, el único que parece con certeza libre de “esquizofrenia” sería yo, al menos hasta que se leen estas palabras. Porque lo cierto es que tirando del hilo se pueden sacar algunas conclusiones más, o al menos plantear algunas preguntas. ¿Cuánta gente está al corriente de esto? ¿Cuánto hace que sucede? Y si hay gente combatiéndolo, dadas la inusuales capacidades de los infiltradores, ¿qué grado de certeza pueden tener de no estar, también ellos, infiltrados?

Pero calma. Porque los cierto es que con el conjunto de habilidades que la humanidad posee, en un circunstancia como la descrita, estaríamos más bien como gato panza arriba. Absolutamente vendidos e indefensos, en realidad. Y tratar de arreglarlo por las bravas remite a escenarios que recuerdan demasiado a lo visto a lo largo del siglo pasado.

Pero la verdad es que ni siquiera hemos terminado de trazar las líneas generales del escenario y conectarlo con otros aspectos relevantes. Es curioso, por ejemplo, que EEUU, como principal potencia del mundo, ni siquiera tenga un documento de identidad, más allá del permiso de conducir. Allí eso es todo una cuestión. Campo abonado sin duda para la suplantación de identidad.

El apelativo de “cambiapieles” remite a algo tan físico y empírico como al piel, tal vez lo que más, pero lo cierto es que por las propiedades observadas estamos más ante algo que parecería un fenómeno puramente mental. Y esto se vincula con ciertas aptitudes que nos resultan tan ajenas y exóticas como la telepatía. Imagínate vivir en un mundo donde algunos pueden ver tus pensamientos pero tú no puedes ver los de los demás. Ya sea porque careces de las habilidades físicas o porque se te ha distraído convenientemente de ellas desde la más tierna infancia. De forma análoga, imagínate que nunca nadie te hubiera enseñado a leer.

Hablamos de una desventaja de ese orden de magnitud y un escenario así de endemoniado. Y desde luego muchos saben como son las cosas, aunque se entiende que sea difícil saber quien. Por ejemplo, volviendo a la ficción, muchos conocerán la película Django, de Tarantino. Y esa frase vacilona: la D es muda. Yo no tengo ni idea de qué sabe Tarantino, de hecho esa peli es un remake. Lo que sí sé es que no hay muchas palabras con una D muda. Yo sólo conozco otra: djinn.

Por eso digo que considero que algo del folclore estamos en condiciones de explicar. Vampiros, hombres lobo, ángeles y demonios, duendes… de alguna manera vienen a ser el acervo a lo largo del tiempo de lo que en realidad es un mismo fenómeno que se nos escapa tanto a nivel de percepción como de comprensión. Esa idea de integración de incógnitas se viene fraguando desde hace tiempo. La situación presente, desde mucho más atrás.

Se nos han legado historias confusas, tal vez por parte de los mismos relatores y aún por añadidura por los que han recibido tal legado. Una guerra entre dioses, un ángel caído, es difícil en realidad entender el modo en que encajan las piezas. Y como reza una letra de Barricada, “será mejor no creer en cualquier cosa”. Y así lo veo yo, pero sin duda es mayor riesgo no contemplar determinadas hipótesis.

Volviendo al escenario global, al final (si no desde el principio) uno se da cuenta de que, aunque de forma pretendidamente inadvertida, vivimos en una sociedad de castas. Marx decía clases, al final es en parte economía. Y no quiere decir que sean todos los que están, pero seguramente están todos los que son. Al final uno anda tanteando sombras, aunque empiezan a surgir elementos a los que agarrarse.

Tal vez sea un buen momento, con todas las cautelas posibles a falta de alguna más, de introducir la cuestión del judaísmo. Porque al final, resulta extraño como recurrentemente han sido expulsados de prácticamente todas partes. Uno a priori piensa que a causa de prácticas comerciales y económicas, la usura, esa formación de guetos, etc. Es posible que pudiera haber algo más, sin que lo expresado aquí pretenda generar ningún tipo de xenofobia, riego complicado de eludir.

Pero la verdad debe ser dicha, y volviendo hacia la reflexión acerca de EEUU, no se puede obviar que son los intereses del sionismo los que de algún modo vienen ostentando el timón. Ese colectivo ha venido recurrentemente tratando de aplicar un esquema de dominio que finalmente, tras no pocos tropiezos, ha prosperado y gobierna a través de los mercados financieros el mundo en el que vivimos.

¿Creías que iba a ser a lo Independence Day? Pues me temo que no. Es infinitamente más sutil. ¿Te extraña que sean e apariencia “tan humana”? Bueno, la explicación la tienes en el mito de Adán y Eva, en parte. Otra parte la tienes en el silenciado y vilipendiado relato de la mitología sumeria. El Adán, creado “a imagen y semejanza” como esclavo y con algunas limitaciones. La humanidad no es sólo huérfana, sino que su memoria ha sido arrebatada. Y la poca que queda sigue siendo concienzudamente desacreditada.

La enseñanza, enfocada al utilitarismo antes que a la compresión, las injustificables desigualdades, los indicios son múltiples y procedentes de esferas diversas. Se han borrado, o por lo menos intentado borrar las huellas de un crimen. En realidad millones, billones de ellos, a saber. Hasta el punto de barrer la faz de la tierra y comenzar de cero, y además quién sabe cuántas veces. Yo desde luego no, pero las investigaciones, decía antes, están aún lejos de ser concluidas.

Seguramente esta historia no podría ser relatada si la situación no hubiera cambiado. Es muy posible que incluso entre las filas de esos… ya no sé si tiene mucho sentido catalogarlos de “infiltradores”, probablemente incluso el pueblo judío ha sido manipulado por esa suerte de “dioses”, que desde luego no son tal por más que sus capacidades pueda preservar la ilusión de ello. Decía que es muy posible que entre sus propias filas, en función de su número, tal vez pueda hallarse cierta disensión.


Al final la repulsión ante la injusticia se diría que es algo consustancial a la inteligencia, aunque pueda verse contaminada con otras razones o sinrazones. El hecho es que muchos han muerto por meter las narices en determinados asuntos. En mi caso particular, en 2008 tuve una curiosa experiencia que me llevó a urgencias. Un brote psicótico, pensarán algunos. Yo, el primero. Ahora bien, que se pierda una analítica, que es un hecho objetivo y contrastable, no es algo habitual en la práctica clínica. O por lo menos no debería. Y se perdieron, mala suerte. Las evidencias tienden, naturalmente, a evaporarse.

Así que desde 2008 digamos que he experimentado algunos cambios. Sigo siendo yo, o así lo sigo sintiendo, pero tengo fundados motivos, algunos ya referidos, para valorar la posibilidad de que halla algo más. Por esas fechas justo empezaba a interesarme por algunos asuntos que se tildan como “conspiranoia”. Me remito a las palabras de Barricada de nuevo: “será mejor no creer en cualquier cosa”, pero que duda cabe que hay más de lo evidente.

Afirmaría que no sólo la mencionada “guerra de dioses” no ha escrito su último capítulo, si no que está empezando a cambiar de signo. Así que, como se suele decir, tranquilidad y buenos alimentos, caso contrario, dada la situación expuesta, difícilmente podríamos hacer nada. Y más difícilmente, nada que no asegurara nuestra propia destrucción, otra vez.

¿Paranoia? Pues sí, bastante. En la medida pertinente en función del contexto. Y a la vez sin obsesionarse, que no es tan fácil como decirlo. Pero yo iba a contar mi caso particular, que me temo que es bastante particular entre los particulares, siendo en realidad a la vez uno más, uno entre muchos en casi todo aspecto.

No digo que nadie se tenga que creer lo hasta aquí expuesto. Ni siquiera digo que yo me lo crea. Pero si lo escribo es porque me parece, como mínimo, digno de consideración. Y que cada uno, investigue, contraste, cuestione y se cuestione y llegue a sus propias conclusiones. Supongo que ya ha llegado el tiempo de hacernos responsables, por los menos de nosotros mismos.


3. El que escribe

Hablando un poco de mí, crecí a lo largo de los 80. La serie V, los visitantes, lo rompía en los años del parvulario. Es curioso que mi expareja fuera al mismo parvulario que yo, por cierto, que de hecho ya no existe.

Y todo el mundo alucinaba con las naves, las armas, los uniformes…. Y aquellos “lagartos” bajo una máscara de piel. Información, desinformación, un poco de todo, a saber. Al final la realidad siempre supera a la ficción y cualquier buena mentira incorpora elementos de verdad.

Si vienes de aquí, dejas las pista de que vienes de allá, por ejemplo. Ésa suele ser la estrategia elemental, si el adversario no es consciente de que le estás desinformando, en cuyo caso el mecanismo actuaría al revés. Algo parecido a lo que se puede ver en el clásico “duelo de inteligencia” de “La princesa prometida”. Al final, a río revuelto, ganancia de pescadores. Y para aquellos que no quieren ver nada aclarado, cuanta más confusión, mejor.

Pasa parecido con el folclore: no creo que existan vampiros que se alimenten de sangre y conviertan otros con su mordedura. Ah, no os he contado el hijo de Vlad Tepes se me tiró encima y me hizo una suerte de chupetón, en fin, mejor no abundar. Como decía no creo que el caso sea el que se relata, pero sin duda hay una génesis en ese mito que después se deforma convenientemente, se distrae, se lleva a otro lugar, queda en la mera ficción o se ridiculiza. Lo ángeles y demonios de nuestra época vendrían a ser OVNI y extraterrestres. Extremos que no implican el uno al otro, como acertadamente se comenta en los últimos tiempos.

El fenómeno es más viejo que la propia humanidad y la “imagen y semejanza” tiene que ver con eso que llaman “el oficio más viejo del mundo”. Pero no quiero ahondar en detalles sórdidos que aún siendo especulación fundada no dejan de ser especulativos.

Mi bisabuela, por cierto, se dedicaba a dicho oficio. Creo recordar que tuvo tres hijas, una de ellas estuvo toda la vida en un centro. Mi abuela digamos que era un poco el “patito feo” de las otras dos.

El padre dicen que era pintor y en algún momento desapareció. Pintor de los de brocha gorda, me refiero. Y mi abuela tuvo unos cuantos hijos, entre ellos mis madre. Os lo cuento tal como me lo contaron.

Y por el otro lado, mi padre, con hermano y hermana. A mi abuelo paterno nunca lo conocí, era Guardia Civil y murió relativamente joven, siendo mi padre adolescente. Ésa es la historia que mis padres me han contado.

Y así crecí como un niño más o menos normal, con sus cosas como todos, con un hermano mayor, en el seno de una familia humilde que con el paso de los años fue mejorando en algo su situación económica.

La diferencia de años con mi hermano, sin ser espectacular es amplia. El parecido físico, bueno, sin ser evidente parece razonable: tú te pareces más a mí, es la frase que he escuchado de mi madre toda la vida. Un detalle tal vez inusual es que mi madre apenas tienes cejas. Dice que se depilaba de joven y no le volvieron a crecer. Qué raro. Desde luego la depilación permanente no era algo a la orden del día por aquellos tiempos en los que parece que esa ceja tan fina estaba de moda. Un detalle curioso.

De hecho un día nos enseñó algunas páginas de un especie de comic fotográfico, en blanco y negro, sería de los años 60, en el que se superponían bocadillos con el texto de los personajes donde aparecía ella. No recuerdo como terminaba la historia, al parecer era algo “tipo novela negra”, por lo que dijo. Bueno.

Se quedó embarazada de mi hermano apenas con 18 años, no era tan raro en aquellos tiempos. Vivieron en casa de su padres hasta que llegué yo, 8 años después. Siempre cuentan que ya tenían el piso y lo iban arreglando. Un hermano suyo vivía en un bloque cercano y una hermana vivió en el mismo bloque.

Nada demasiado relevante, alguna anécdota curiosa. Recuerdo de pequeño haberme llamado de forma cariñosa “pitiuso”. Más natural haberme llamado pitufo, no sé. Le pregunté y me dijo que eran unas islas. De hecho las llamadas pitiusas son Ibiza y Formentera.

Y los años pasaron con normalidad, un niño tampoco tiene nociones para comparar, para él el entorno en el que crece es “lo normal”. Por aquel entonces se hacía EGB. Recuerdo que en 3º se sumó a la clase uno nuevo que se me pegó como una lapa, sin que yo tuviera la menor reticencia, vivía cerca de mi casa. Podríamos decir que era mi mejor amigo.

De hecho fue él el que mucho años después me dio a conocer un bar con ambiente de gente joven que había cerca de mi casa, y fue allí donde conocí a mi expareja. Muy cerca del parvulario, por cierto. Todo queda en el barrio, todo queda en familia.

Supongo que no fui un chaval fácil, ya desde bebé me cuentan que lloraba a horrores. El hecho de ser el pequeño de la casa siempre te crea una especie de sensación de ir rezagado, es difícil de explicar. Los mayores hablan de cosas que tú no entiendes y cosas así.

Recuerdo un chiste en la mesa que con 8 o 9 años yo no cogí, mi hermano desde luego sí. De hecho apenas lo oí y lo he terminado de deducir después. A la hora del postre mi madre le pregunta a mi padre si quiere una naranja. Sí. ¿Te la pelo? Luego, primero la naranja. Supongo que las cosas se comprenden en su momento y no antes. ¿Qué ha dicho? Preguntaba con insistencia ante la carcajada de mi hermano. Nada, acábate lo de tu plato. En fin, eran otros tiempos, sin duda.

Mi padre durante un tiempo trabajaba en un laboratorio y los fines de semana vigilando un parking, se llevaba un pequeño televisor de blanco y negro. Luego la cosa mejoró y dejó el parking.

Por mi parte estuve con mi expareja como 10 o 12 años. Infidelidades desde el primer día que me convirtieron seguramente en la peor versión de mí mismo. Y uno podría pensar que, por lo dicho hasta aquí, nada que tenga que ver con lo expuesto en la primera parte.

Sin embargo… Hay detalles. Hace unos pocos meses nos contaron a mi hermano y a mí como fueron a abortar a Londres. Debía ser el año 85, 86, 87, … En cuanto a mi madre tuvo al parecer unos problemas con un DIU enquistado, se acabó haciendo una ligadura de trompas. Siempre según lo que nos han contado, y algunas cosas en fechas muy, muy recientes.

Mi padre tiene un primo de una situación económica mucho más acomodada, pasábamos algunos días de la navidad con ellos a partir de cierta edad. Desde el 92 aproximadamente. Explicaban como habían viajado a Nueva York y hacían otros viajes, les iba realmente bien, segunda residencia para los fines de semana, otra de veraneo, la mesa surtida en navidad de manjares que no he vuelto a probar, ese tipo de cosas.

Hilando esos detalles irrelevantes que parecen inconexos, al final llegaremos a donde quiero llegar, perdón si me largo en la exposición. Por ejemplo, una vez mi madre me presentó, ya mayor, en mis 17 o así, al hijo de una amiga que nunca supe de donde salió ni volví a ver, era adoptado. Me hizo ir a ver como pintaba un coche, con pintura tipo témpera, en una especie de evento, me pasé a saludar.

Mi madre siempre que habla de mis primeros años recalca dos cosas: lo llorón que era y lo que pesé al nacer. Pasa que la mujer ya tiene una edad y de los “tres ochocientos” hemos pasado a los “cuatro doscientos cincuenta”. Yo creo que ha intentado varias veces decírmelo pero no sabe bien como. Es como si empezara pero nunca encuentra las palabras. No sé, quizás es culpa mía por hacerme el loco. Aunque a juzgar por lo dicho en la primera parte… en fin, que no, que nunca me lo han dicho, en realidad insinuado.

En cambio sí que me han contado detalles del parto, etc. En otro orden de cosas, cuando yo tendría unos 8 o 9 años la hermana de mi padre tuvo a una niña, con complicaciones en el parto. Murió como con 10 años sin nunca poder mover la cabeza de la posición en la que estaba postrada, falta de oxígeno al parecer, complicaciones con el cordón umbilical, una atención deficiente, dicen…

De hecho hay una historia, si no recuerdo mal, de un niño que la hermana de mi padre dio en adopción, de “un argentino”, o algo así. No son temas que se suelan tocar, claro. ¿A quién? Bueno, eso parece más complicado de decir, esas cosas… por privacidad, no se saben, claro. ¿Y el argentino? Pues vaya usted a saber. La relación con mis tíos, a pesar de que íbamos algunas navidades, mientras vivía mi abuela paterna, no duró muchos años.

¿Hasta quizás...el 90 o así? Apenas los he vuelto a ver, quizás… algún entierro, puede.

O bueno, sí, tal vez no en navidades, ir de visita a ver a mi prima, que te buscaba con los ojos cuando le dabas un beso sin poder mover el cuello ni en realidad a penas ninguna parte del cuerpo.

Antes de eso recuerdo pasar horas interminables durmiendo en un sofá mientras los mayores hablaban hasta las tantas de la mañana, recuerdo ese rumor demasiado elevado de voces, como demasiado cercano, llevarme en brazos al coche y subirme en brazos a casa.

Y recuerdo estar allí horas y horas viendo una y otra vez Supermán, la de Cristopher Reeve de los 80, con Marlon Brando en el papel de padre. Debe ser la película que más he visto aún a estas alturas. ¿20, 30 veces? Incluso solo en el piso, cuchicheando en los muebles de la casa. Cosas de niños…

Alguien perspicaz ya podría empezar a atar algún que otro cabo. Pero las respuestas completas tardan en llegar y a veces pueden provenir de los lugares más inesperados. Son nuestras propias palabras las que nos traicionan. No es ni una ni dos que he oído decir a mi padre “a mí, desde luego no ha salido”. Y mi madre, ¿por qué precisamente “pitiuso? Quizás lo dijo una o dos veces cuando era muy pequeño.

Hace unos años se fue de vacaciones a Ibiza, tiene allí un amigo rumano, presuntamente gay. A saber. La vida, lamentable y literalmente, te enseña que no te puedes fiar ni de tu propia madre. Cuánto menos otros. O eso es lo que me ha enseñado a mí la mía.

Hay más, por supuesto, acabo de cumplir 45 años así que imagínate si hay.

En mi casa, por ejemplo, nunca se ha escuchado música. Sería por el 90 y poco cuando compraron una de aquellas grandes cadenas de módulos, Aiwa en este caso. Estaba en el comedor y nunca se le dio demasiado uso. Sería más tarde cuando trajeron algunos CD también, 5 o 6 igual, que si el Bolero de ravel… En algún momento estuvo también esa recopilación roja y azul de The Beatles, y como nota interesante estaban también el Another day in paradise, de Phil Collins, gran tema por cierto, y el From the cradle, de Eric Clapton. Ni había mucho más ni nada muy relevante.

No son elecciones demasiado extrañas para aquellos años pero teniendo en cuenta que a mi padre no le iba mucho más que Serrat y no recuerdo haberle oído jamás hablar de música en inglés…. A lo sumo el Black is black de los bravos, supongo. O bueno, de The Beatles sí que había contado alguna vez como se coló por los toriles. Ver las melenas de él y su hermano en aquellos años y los pantalones de para de elefante es un espectáculo.

Y mi madre sí que escucha algo de bachata, tipo Romeo Santos, incluso cosas de Rosana me había pedido y algo más le puede gustar. Mi hermano tiene algo más de gusto por y para la música, pero en general, por más que desde pequeño había en casa bastantes singles no muy relevantes y tocadiscos que yo nunca usé, no se puede decir que haya crecido en un ambiente con demasiada sensibilidad musical. Mas gusto por las artes plásticas que supongo que en cierta forma recogí.

No obstante, desde hace 20 años yo sí que me he dedicado a tocar algunos instrumentos, se diría que cada vez más, y no parece que la guitarra olvidada sobre un armario polvoriento en mi habitación, escondida y con las cuerdas podridas y oxidadas, que de pequeño tenía prohibido coger, acabe de explicar nada. Se la compró mi padre de joven.

El colega de la infancia que he mencionado la bajó un día y tocó algunas notas de Nirvana y Metallica, como con 16 años o así. Tomé nota, pero volvió a su sitio. No fue hasta los 23 o 24, viendo que la vida iba a ser más larga de lo que parecía y que mi pareja no parecía copar mi atención que salió del armario para no volver a entrar, me compré un eléctrica y ahí aparqué un poco los pinceles por la guitarra. No sé, desde luego no es tal vez ni un indicio, pero siempre he pensado que de familia no me viene, a saber. Será un gusto adquirido.

Sí que me gustaba bastante la música, un poco lo que me llegaba a tarvés del colega este. Punk nacional, rock, aquella escuela. Me la pasaba yendo a conciertos con mi pareja de entonces. Dejé de tener pareja y la verdad es que no fui a muchos más.

De lo que me he dado cuenta en los últimos años es que mi vida ha sido una ecuación regida por muy pocas personas, aunque algunas más sin duda hay. Y de que algo debo tener que ver con Ibiza y no tengo ni idea de qué. Bueno, o no tenía.

Realmente la guinda de esta tarta, de la que hay que desconfiar mucho antes de tragársela porque ciertamente ese tipo de alienación parental es un rasgo más o menos común en algunas esquizofrenias, el punto de decir: esto… es raro de cojones, no viene de nadie más que de mí, aunque parezca absurdo.

Nunca me ha gustado salir en las fotos, llevo 20 años tocando y no ha sido hasta los últimos años que se me ha ocurrido grabarme tocando. En especial, hace unas semanas conecté la cámara al PC para un entrevista de trabajo por videoconferencia y aproveché para grabar un par de maquetas: algunas improvisaciones sobre un trabajo de piano de Philip Glass y otra del tipo que suelo hacer, sobre algunos loops en una línea de lo que vendría ser rock con algunos toques de blues, algo así.

Ahí me di cuenta de algo. Y es que llevo muchos años viendo tocar a grandes guitarristas, de todo pelaje y condición, y en principio me pareció un chascarrillo sin importancia, pensé: coño, mientras punteo pongo la misma cara de gilipollas que Clapton. Ya sabes, ese gesto de cerrar la boca sin juntar las mandíbulas torciendo el gesto algo para abajo. Tocando rítmica y cantando, que ya había grabado algo más, no lo había notado. Y no es algo que haya pretendido impostar en ningún momento, no sé. A saber de donde sale eso. No digo que no sea más o menos común pero en Clapton es muy característico. Y reconocí ese puto gesto, en mi cara.

Y a ver, Clapton en un crack, pero no diría que he crecido escuchándole, me sacas de Layla y Tears in heaven y poco más habré visto, tocando con otros o cosas así, lo mío es más hacia el rock, no sé, no he profundizado, la verdad, hay mucha música y no se puede abarcar toda. El From the cradle en su momento no me llamó la atención, un cierto gusto por el blues vino luego, algo más lo de Collins sin ser lo mío: oh, think twice… Además estudiamos esa letra en clase de inglés.

La observación del gesto, así aislado, no pasa de la curiosidad, no dice nada. En contexto, te lleva a preguntarte donde estaba exactamente Clapton en el verano del 79. Yo nací, me dicen, a principios abril, en el 80.

¿No estaría por casualidad en... Ibiza? La verdad es que no lo sé, pero no me suena nada descabellado. He visto que tocó allí en el 77. Y que en el 80 o así andaba de correrías con... Phil Collins. Y mira, llegados a este punto es que ni me hace falta saberlo. Ni que me lo cuente nadie. ¿Te parece que esto acaba aquí? No olvides de donde venimos porque aún estamos a mitad de camino.

4. Clapton is god

Todos conocemos Tears in heaven, prácticamente. Y la canción viene acompañada de una historia muy triste. Su hijo Conor cayó por la ventana de un rascacielos en Nueva York. Lo puedo buscar pero imagino que tendría meses.

Pero antes de ir con eso te cuento algo más de mí. Cuando era pequeño mis padres me encerraban en mi una habitación con una especie de valla que aprendí a saltar, con un año o así. Y mi madre me cuenta que también en la cuna cuando estaba en su habitación gateaba por el mueble saliendo de ella. Y por la última frase de la canción entiendo que Conor lloraba bastante, quizás más de lo normal. Pero no estoy seguro de que eso lo explique todo.

Veo un título de un recopilatorio de Clapton, que se antoja algo críptico: The lady in the balcony. Quizás nada que ver. Pero analicemos por un momento la “surrealista” hipótesis de alienación parental que se plantea, producto sin duda de una supuesta esquizofrenia paranoide.

Si la hermana de mi padre estuvo en Ibiza en verano del 79 y a saber como (no creo que se colara por los toriles) acabó en alguna suerte de fiesta hippy con Clapton… ¿y Collins? Y de ser cierto lo del argentino, debería ser Alambre González, he heredado su filosofía de tocar, en la cara no me he fijado...(hemos hablado en otro contexto antes de “dilución de la responsabilidad”) al nacer Conor sería, si la hipótesis fuera correcta, su segundo hijo. Eso le resta mucho valor al otro. Quiero decir que siendo su único hijo tendría potencialmente mucho más valor.

Con el que, tal vez, extorsionarle. Porque podría no haber sido siquiera un encuentro casual. La portada del último disco de Clapton, “Meanwhile”, ciertamente evoca en algo ese escenario. Hasta el punto de hacerte dudar. La hipótesis es más bien descabellada pero las coincidencias lo son más:



O tal vez sólo son mis impresiones. Conor tenía 4 años y el accidente sucedió en marzo de 1991 en Nueva York. Es curioso, no conozco las fechas exactas del viaje del primo de mi padre. Pero bien pudo ser por fechas similares. ¿Puede un niño de 4 años arrojarse al vacío aún por accidente? Puede ser, sin embargo yo siempre he tenido un notable respeto a las alturas. Es curioso. Y la verdad es que el pelo que tenía a su edad recuerda bastante al del chaval, por ejemplo. Además con ese mismo corte estilo tazón, sería la moda, claro que hay años de diferencia, unos siete.

Clapton, ahí done le veis (ese video sí lo vi), que debe ser incluso Sir, fue recibido por la reina de Inglaterra junto a Brian May, Jimmy Page… y no recuerdo el otro. ¿Jeff Beck, tal vez? Bueno, qué quieres, la reina apenas sabía quienes eran, al parecer, y se lo tuvo que explicar cortesmente May.

Y aquí es donde volvemos a girar sobre la tesis incial, de lo que esto no es siquiera una párrafo, apenas un renglón. Si realmente esos “skinwalkers” o cambiapieles existen, y el familiar que me pareció reconocer en esa extraña manera transformada era precisamente el “primo” de mi padre...

Y piensas que lo que reconoces son rasgos comunes, como parte del ADN de un familiar lejano de ramas familiares que se bifurcaron en algún momento. Pero bien podría ser otra cosa que simplemente se nos escapa.

Pues bien, con esa clase de habilidades parece mucho más sencillo poder entrar en cualquier parte. Pero en un edificio privado, una base militar o una recepción diplomática. No necesitas las llaves, te abrirán la puerta. Pero si quieres rizar aún más el rizo, ¿te digo a quién me recuerda de esa manera de “ADN lejano” el primo de mi padre? Sí, a mi expareja. ¿Raro? No, raro no, lo siguiente, esquizofrénico, se diría. Pero no es el único caso que he observado.

Ya, ya, suena del todo increíble. Y probablemente lo sea. Interesante también es que en casa de los padres de mi ex, hubiera una guitarra y que de lo poco reconocible que recuerdo haberle oído tocar al dueño resulta que era… ajá, muy bien, vas aprendiendo: el principio de Tears in heaven.

No sé, antes te podías fiar por lo menos de preguntar: dime algo que sólo tú y yo sepamos. Ahora con Google y Alexa tal vez ni eso. Por eso decía que la situación es tremendamente delicada (la de mi salud mental, pensarás tú, y bueno, como ves ya intento tenerlo en cuenta) y se diría que los intereses que sirven a esta gente, tan diferente y tan iguales, entre nosotros… o nosotros entre ellos, ya no se sabe, se han impuesto sistemáticamente.

Incluso se diría que las élites en general están entre ellos, no sería tampoco de extrañar que entre ellos mismos se hicieran jugadas imperdonables, pues como existe la delincuencia en el ámbito que nos es más conocido.

Se ha mencionado también la telepatía, algo que desde nuestro paradigma resulta del todo, ya no exótico, si no fantasioso. Hay buenos indicios de ello. La idea es que se extirpó del Adán genéticamente y aún a pesar de la posterior hibridación, que debería haber recuperado la capacidad en alguna medida, cabe preguntarse, ¿puede aprender a hablar una manada de niños criados en la selva? Algunos gruñidos, tal vez. Y si se encargan de separar del grupo a los sensibles, ni eso. Es curiosos que en algunos cuestionarios utilizados en el ámbito de la psicología y psiquiatría se pregunte directamente si tienes "poderes", aunque más de un caso hay de quien se echa a volar sin ellos, con fatales consecuencias.

Volviendo al escenario general, aunque mi experiencia vital (mi distorsión de la realidad, dirán otros, vale…) es lo que me conduce a presentar estas controvertidas conclusiones provisionales, verás que mi caso queda relegado al rango de lo anecdótico y que se presenta más como ejemplo que por la relevancia particular que pueda tener.

Ahora bien, desde 2008 se diría que no soy para esta suerte de mafia de gran utilidad. Tras un episodio que para mí queda dentro de lo inexplicable, aunque algo empiezo a comprender, mi “pareja” (sí, ya sé, típico de la esquizofrenia: mi novia es un extraterrestre) poco más o menos desaparece. Como desapareció la analítica del hospital al que fui acompañado por mis... padres.

Lo que es realmente preocupante es que casos como este puedan ser silenciados con mediación lobotomizante bajo la etiqueta de “esquizofrenia” en individuos que no disponen de las capacidades de explicarse con claridad o acaben abrumados y sucumban bajo el peso de la complejidad de un escenario que les supera. En mi caso, más allá de las aptitudes que pueda poseer, parece que desde unos años a esta parte he quedado alineado bajo otros intereses. Mi interés siempre fue el mismo: la verdad. Puedo equivocarme, incluso puede que esté realmente como una puta cabra, incluso a pesar de que las reflexiones aquí vertidas fueran acertadas. Sin embargo ni puedo, ni quiero, ni debo callarme: no ha sido en 2008 la única ocasión en la que me han tratado de eliminar, de diversas formas, he debido resultar sumamente inconveniente.

No puedo afirmarlo a ciencia pero no parece que la seguridad electrónica habitual (videovigilancia) brinde la protección esperada, en todo caso en el espectro del infrarrojo. Se diría que las palomas ven cosas que nosotros no. Ah, y ojo con las “celebridades” me he cruzado con Lennon, Cobain y Tesla. ¿Suena a broma? Tal vez. Sólo te digo que Tesla sentía un gran aprecio por las palomas.

Esto, como comprenderás, no es ni la punta del iceberg y si sigo aquí es en mi opinión por algo más que yo mismo. Tampoco creo que haya dejado de ser el que fui, aunque sin duda he cambiado. He tenido tiempo para entender mucho mejor unas cuantas cosas y ponerlas a la disposición de todos en las mejores condiciones de las que soy capaz.

No se trata de iniciar una guerra, ni una cacería, ni de empezar interminables purgas que arrasarían con más inocentes que culpables. Tampoco cabe segregar por etnia, clase o raza. Lo único que cabe censurar son conductas, como las del caso que ha servido de ejemplo que es, en este caso, valga la redundancia, el mío. No creo que sea el único.

Lo que se requiere es empezar a tomar conciencia de la situación, ni más ni menos. Y a partir de ahí tal vez empecemos a hallar modos de corregirla. Y no os creáis absolutamente nada de lo que he dicho. Vuestra obligación es cuestionarlo y contrastarlo. Yo mismo valoro la posibilidad de que sea un mero delirio, ya soy demasiado viejo y estoy, en cierta manera, demasiado muerto para que realmente algo así pueda robarme la serenidad, espero, ante cualquier circunstancia.

Quizás, como ya se ha mencionado, mi caso particular sea sólo un forma de test para valorar cuánto tiempo puede rendir una mejora genética del Adán sin tomar consciencia de su situación. Parece que en realidad ni siquiera nuestras mentes son el último reducto a salvo. En mi caso sólo espero que no puedan tener constancia precisa de cuándo aparece la consciencia de la situación y que su experimento termine por lo menos por quemarles las cejas, quién sabe.

Yo a estas alturas creo que me fío más de los locos. Y supongo que los diversos servicios de inteligencia deben estar ya al corriente en algún grado de esta situación así de los riesgos intrínsecos de su divulgación. Si fueran otras circunstancias el hecho de dar a conocer a la población general ciertos aspectos como la tecnología que supera la ciencia de las universidades y las unidades militares sería mucho más sencillo. Cabría preguntarse que van a hacer altos mandatarios de EEUU como Biden a la Antártida.

Recordar también que el hecho de que parte de lo aquí expuesto pueda resultar absolutamente incorrecto no invalida necesariamente el resto, y viceversa: el hecho de que un aspecto pueda demostrarse como cierto no valida automáticamente el resto, conviene apegarse al rigor. Y recordar que la ausencia de prueba no es, como nos suelen hacer creer, prueba de ausencia.

Anotar también que, aunque una persona, por mucha capacidad que tenga de mostrar la imagen que desee al resto, no pueda estar a la vez en dos lugares distintos, pero podría simularse con dos cambiapieles distintos. Pero no van a saber exactamente lo mismo. Y cuidado con la telepatía, se diría que el hecho de que el pensamiento de uno sea leído resulta imperceptible a nuestros sentidos.

A buen seguro muchos otros y también yo, nos oponemos al engaño. Y ésa y no otra es, seguramente, la razón de que puedas estar leyendo esta información. Así que se diría que de momento no corresponde hacer más que comprender la situación. Es posible que en los próximos tiempos se sigan revelaciones interesantes.

De lo que no cabe duda, por lo hasta aquí expuesto, es que alguien ya conoce, por lo menos en parte lo que está por venir. Esperemos que resulte mejor que lo acaecido. Y si ningún verdadero rey necesita recordar a nadie que es el rey, conviene desconfiar ahora y siempre de aquellos que pretendan presentarse como dioses, si hay un dios verdadero su mensaje está indisolublemente engarzado en su propia creación de forma que no admite usurpación posible, por más que las capacidades de otros nos puedan resultar más cercanas a la fantasía que a la realidad.

Por otra parte, nada de lo aquí dicho priva de que en muchos casos los diagnósticos de esquizofrenia y similares puedan implicar desequilibrios en la salud mental. Si este caso presente corresponde o no a ese grupo que lo valore cada quien. Y aún pudiendo resultar incorrectas las hipótesis planteadas, cabe considerarlas en sentido ordinal en función a los riesgos que implican, seguramente antes que por su verosimilitud. Al final, la realidad, quién sabe dónde queda.

Y si a alguien le parece este el discurso de un loco, que se lo haga mirar: tal vez el loco sea él. Ah sí, y una cosa más. Recuerdos en nombre del difunto Carlos Jesús-”Micael”: shiu, shiu.