1. Reservado del club
-¿Nunca has tenido
la sensación de que esto ya lo has vivido antes?
¿Y no has notado
que quizás ese haya sido el momento más real de toda tu vida?
Morfeo pronuncia las
palabras con las manos a la espalda, imperturbable, tras sus gafas de
sol.
En su reflejo se ve
la cara de un joven desconcertado. Frunce el ceño, en silencio y
Morfeo continúa:
-El Oráculo dice
que estamos condenados a repetir los mismos acontecimientos una y
otra vez.
Las mismas
decisiones, los mismos errores y aciertos que nos han conducido hasta
hoy, aquí.
¿Has leído a
Nietzsche? ¿El eterno retorno?
Morfeo tantea al
chico mientras llena de bourbon un vaso ancho de cristal tallado.
-¿El filósofo
alemán?
-No conozco otro.
-Es la idea del
eterno retorno, todo en algún momento cerrará el bucle y volverá a
repetirse igual. Exactamente igual.
Morfeo describe un
círculo en el aire con el dedo mientras el joven no aparta la vista
del insondable reflejo de las gafas de sol.
-Pero…- se
interrumpe a sí mismo levantando el dedo, -eso parece suceder sólo
en un gran ciclo, y dentro de ese gran ciclo los acontecimientos
parecen repetirse... de manera ligeramente distinta.
Morfeo da un trago a
su copa dejando que su interlocutor digiera el peso de cada una de
sus palabras, por un momento parece que el reflejo de sus gafas fuera
el de Neo y no el del joven desaliñado que tiene en frente. Aunque
también Neo fue una vez un joven perdido.
-¿Entonces, qué
importa todo, no?
Morfeo suspira y
vuelve al principio:
-No me has escuchado
con atención. El problema es que no podemos saber si estamos en un
gran ciclo o en uno de esos menores en los que sí podemos cambiar el
desenlace. Aunque sin duda algunas cosas cambian.
El rostro de su
interlocutor desde luego no es el de Neo, tampoco cuando era joven.
Es alguien exactamente distinto en el mismo exacto papel.
-Yo estoy con los
que creen que sí podemos cambiar algunas cosas, y tú serás la
prueba de ello.
-¿Yo?
2. Nave
Morfeo estaba
echufado a la Matrix, Tuerca y Snow supervisaban la conexión
esperando a ver cuando aparecían los problemas.
-¿Alguien sabe cómo
Morfeo selecciona a los candidatos? La verdad es que no veo en él
nada especial.
Tuerca no estaba muy
convencido de haber encontrado eso que no sabes que es pero lo sabes
cuando lo encuentras.
-Absolutamente nada
especial. -confirmó Snow.
-Oye, espero que no
te moleste pero siempre he querido preguntarte algo, ¿por qué te
llaman Snow?
La chica negra
sonrió ampliamente a su pregunta: -Porque soy blanca como la nieve…
por dentro. - cerró la frase con cambio abrupto de tono. -Vigila el
código, aparecerán en cualquier momento- zanjó con el mismo tono.
-¡Oh, vamos, no me
lo puedo creer!- el mal humor de Snow se tornaba en perplejidad.
-Joder, acabo de
verlo. ¿Cómo puede ser? -tuerca tampoco salía de su asombro.
-Ese imbécil acaba
de escoger la píldora azul- Snow recuperó pronto su enfado.
-No tiene sentido,
Morfeo se tiene que haber equivocado, ¿cómo se explica si no? Ni
siquiera sabemos por qué lo ha escogido.
-Ve algo en el
código, reconoce un patrón, dice que es que como encontrar una
rima, una palabra formada a partir de un montón de caracteres sin
sentido. Él tampoco lo sabe.
Morfeo se
reincorpora y gesticula al recibir estímulos reales y no los
simulados a través de la conexión en la base de su cráneo, el
aterrizaje siempre es como despertar de un sueño vívido.
-Bueno, ¿no ha ido
demasiado bien, no?- rememora la conversación con el índice y el
pulgar presionando el lugar donde reposaba el código de sus gafas en
la Matrix.
-Al menos no hemos
tenido que que escapar de ningún agente… pero ¿que ha pasado?
La pregunta de Snow
contenía una preocupación más seria de lo habitual.
-No lo sé, tal vez…
tal vez nos hayamos adelantado, puede que estemos yendo demasiado
deprisa y tengamos que arriesgar algo más. El problema es
sencillamente… que no me ha creído.
No todos los días
te cuentan que todo lo que has conocido es falso.
-Pero entonces…
¿sigue siendo el elegido?- Tuerca pensaba que pasarían a probar con
otro. Morfeo clavó sus ojos en él.
-No tengo ni la más
mínima duda.
-¿Y qué vamos a
hacer ahora?- Snow tampoco lo veía nada claro.
-Le ofreceremos algo
más que palabras.
3. Agentes
Los niños miraban
con cara de disgusto y gestos de desaprobación:
-En tres bocados,
así es como se come un perrito, ni uno más.
-Pero, oiga señor,
así no se disfruta- cuestionó uno de los niños con tono de
disgusto.
Noah masticaba a dos
carrillos afirmando con la cabeza y tratando de hablar a la vez,
despertando más expresiones contrariadas en los chicos:
-Nooo, ¡así es
como se disfruta!
En un momento el
perrito había desaparecido y levantaba las manos, una aún con la
servilleta, como si acabara de hacer un truco de magia ante sus ojos.
Los chavales
cogieron sus perritos y sus bebidas y se marcharon recelando de aquel
tipo extravagante en el mismo momento que una nube oscureció la
plaza y algunas palomas levantaron el vuelo.
Aún estaba
masticando el último bocado y arrugando la servilleta contra sus
manos mientras le llamaban desde la espalda por su nombre.
-¿Noah? ¿El señor
Noah Anderson?
Dos hombres con
traje oscuro y gafas de sol se plantaron delante de él sin saber muy
bien de dónde habían salido. Por su aspecto agentes del FBI. O algo
parecido. Noah continuaba de buen humor:
-Oh, vaya, ¡los
hombres de negro! ¿En que puedo ayudarles?- la pregunta final tenía
un tono más serio.
-Me temo que debemos
pedirle que nos acompañe. -uno de los hombres en traje oscuro señaló
con la cabeza de forma elocuente un coche negro con la puerta de
atrás abierta.
-¿Pero qué es
esto, un secuestro? No sé quienes son ustedes, ¿qué está
pasando?- Noah dio lentamente un pequeño paso atrás tratando de
evitar insconscientemente la situación.
-Este es el agente
Wilder y yo soy el agente Smith.- desplegó la cartera con su
acreditación- se lo explicaremos en comisaría. Y ahora si hace el
favor…
El agente Smith
volvió a señalar la puerta abierta del coche, esta vez extendiendo
un brazo, con cortesía pero firmeza.
-… le ruego que no
nos obligue a ser maleducados. - la mueca de Smith en el rostro no
era una sonrisa si no algo frío como el hielo.
-Verá, lo cierto es
que me están sucediendo algunas cosas extrañas últimamente y no
creo que…
El brazo de Smith
sujetó el suyo, a lo que respondió zafándose de manera automática,
como un reflejo, mientras el ruido del tráfico crecía a su
alrededor. Sostuvieron las miradas un instante que Noah concluyó:
-No voy a ir a
ninguna parte.
Un motor rugía
entre el tráfico hasta el punto de desviar la atención de la
conversación.
El ruido sigue
creciendo hasta que un camaro del 68 salta los setos de la plaza y se
frena mientras gira derrapando mientras se abre la puerta del
copiloto. Al volante, Morfeo, tras sus gafas de sol gritando entre la
confusión: -¡Sube!
Una de las manos de
Smith vuelve hacia el brazo de Noah mientras ambos agentes
desenfundan sus armas. La indecisión de Noah termina cuando empiezan
a sonar disparos cruzados y huye instintivamente hacia el asiento del
coche a unos pocos metros, agachando la cabeza y cerrando la puerta
mientras Morfeo arranca quemando los neumáticos contra el pavimento
de la plaza.
Los disparos siguen
llegando a través de la luna trasera: -¿pero qué coño está
pasando aquí?
Noah está histérico
y le tiembla todo el cuerpo, salpicado por los cristales de una de
las ventanillas destrozada.
Morfeo maniobra a
toda velocidad entre el denso tráfico como si apenas necesitara
mirar:
-No podrás decir
que no traté de avisarte. Algunas decisiones las tomamos nosotros,
Noah, o eso creemos. Pero otras decisiones ya están tomadas. Como lo
que somos.
Algunos dicen que
incluso el libre albedrío es tan sólo una ilusión.
En unos pocos giros
certeros ya estaba en una autovía mucho más despejada, alejados del
centro.
-Oye, no sé que
está pasando pero ya te dije que no quiero tener nada que ver con
esto. Y por cierto, esa pastilla azul que me diste no hizo ningún
efecto, recuerdo perfectamente nuestra conversación en el club.
-A eso me refiero,
Noah. Algunas veces parece que pudiéramos elegir, y otras veces la
elección...se diría que se nos niega.
Morfeo dirigió sus
gafas de sol hacia el retrovisor mientras un coche se ponía poco a
poco a su altura.
-¿Cómo? - Noah no
daba crédito y quería salir de aquel coche lo antes posible.
-¡Quiero bajar!
-¡Agacha la
cabeza!- Morfeo desenfundó de nuevo su arma mientras el rostro del
conductor del vehículo de al lado se convertía en un amasijo de
contorsiones que finalmente configuraba el rostro del agente Smith:
-¡Pero qué diablos
es eso! -¡Agacha la cabeza! - repitió Morfeo mientras abría fuego
sacando de la carretera el turismo del amable oficinista convertido
súbitamente en agente de la Matrix.
Morfeo acelera hasta
que la aguja de las revoluciones traspasa generosamente el color
rojo:
-¿Quieres
respuestas, Noah? ¡Última oportunidad!
Sostiene entre el
índice y el pulgar la misma píldora roja que le ofreció en el
Club, sin separar la vista de la carretera y a la vez viendo el
rostro de Noah deformado a través de la superficie translucida y
convexa de la píldora.
Todo se vuelve rojo
por un momento y después recobra su color natural.
-¡¿Snow, me oyes?!
¡Será mejor que nos vayas buscando una salida!
Suena un crujido de
radio en el audífono de Morfeo y después la voz de Snow: -Por aquí
todo listo, seguimos adelante, vamos con ventaja.
Salen de la autovía
para ir a parar a un polígono industrial desierto y se detienen
frente a un deportivo muy llamativo, una mujer y un hombre con gafas
de sol y largos abrigos oscuros esperan junto a él y se ponen en
marcha en cuanto les ven llegar.
En pocos segundos el
viejo camaro está ardiendo y ellos de vuelta a toda velocidad a la
autovía.
-Eso nos dará algo
de tiempo.
Morfeo está calmado
y satisfecho, la coordinación está yendo al segundo, tal como
habían planificado.
-Bueno, supongo que
ya es hora de empezar con las malas noticias: Bingo, sácaselo.
Morfeo desde el
asiento del copiloto da la orden y la chica en el asiento de atrás
reacciona sacando un extraño aparato.
-¿A mí? ¿Sacarme
qué?- Noah aparta la mano de la chica que busca bajo su camiseta.
-Eh, tranquilo, no
voy a aprovecharme de ti.
La mano de Bingo
vuelve a palpar bajo la ropa de Noah mientras el conductor sonríe a
través del espejo retrovisor mientras ella prosigue:
-Te podría decir
que no va a doler, pero no sería verdad.
Los gritos de Noah
escapaban de un deportivo a 300 por la autopista que se perdía rumbo
al horizonte y al poco arrojaba por la ventanilla una especie de
escorpión metálico que quedó destrozado bajo la rueda trasera.
4. Desconexión
-Es sorprendente
como nos engañan nuestros sentidos. Podemos tener algo delante de
los ojos que si no esperamos verlo y nuestra atención está en otro
lugar, simplemente no lo veremos. Y a las máquinas, por extraño que
resulte, les pasa exactamente igual… Por eso, la clave no es ir muy
rápido, la clave es estar justo allí donde no esperan que estés,
lejos de su atención…
Tuerca hablaba para
mantenerse concentrado mientras manipulaba con suma delicadeza los
mandos de la pequeña nave que eludía uno a uno los centinelas de la
granja humana, a algunos mucho más de cerca de lo que podría
parecer prudente Cuando guardaba silencio podía oírse el sudor frío
deslizarse en la frente de los tripulantes. Un error en aquel momento
resultaría el último para ambos.
-… deslizándote.
-Es aquí, tercera
fila, la diecisiete.- Rav susurraba las instrucciones mientras
consultaba el instrumental
-Tan fácil como
encontrar tu coche en el supermercado. ¿Recuerdas los
supermercados?- Tuerca intentaba distraer la tensión del momento.
-Esto más bien se
parece a robar el coche. Y uno muy caro.- Rav estaba más tenso aún.
La nave se posó
junto la cúpula de la vaina de Noah, resguardada de las constantes
rondas de los centinelas.
El copiloto hizo
crujir la radio mientras Tuerca terminaba grácilmente la maniobra:
-Morfeo, estamos en
posición.
*****
-Bien, luz verde.
Bueno, Noah…
Noah aún estaba
ensagrentado y consternado al ver lo que había salido de su cuerpo
mientras Bingo guardaba en la maleta el extraño artilugio y las
manos de Tanque seguían firmes en el volante que no daba un respiro
a los cilindros del motor.
-…nos vemos al
otro lado.
*****
Rav recibió alto y
claro las palabras de Morfeo:
-De acuerdo, vamos
hacer esto de la forma más limpia posible.
-Nunca es limpio-
rezongó Tuerca -pero allá vamos. Desconecto.
La luz de la vaina
de Noah, en un corredor junto a un número incontable idéntico de
ellas, apagó su luz de forma paulatina mientras la cúpula
translúcida se deslizaba revelando su interior: el cuerpo de Noah
sumergido por completo en un líquido amniótico y conectado a la
maquina por cordones umbilicales artificiales.
Al retirar las
máscara que le proveía de oxígeno dentro del líquido, los
pulmones de Noah tomaron por primera vez una bocanada de aire real.
Tosió, en un estado de seminconsciencia aún con el líquido
gelatinoso impregnando todo su ser.
-¿No te sientes
como una matrona al hacer esto?- Tuerca ya había presenciado algunos
partos antes.
Lo sujetaban entre
ambos de las axilas para subirlo a la nave con una dificultad
notable.
-Me recuerda más a
las fiestas de mi pueblo. Untaban a un gorrino en aceite y al que lo
atrapaba le daban un premio. ¡Vamos, ¿estás estirando?!
*****
Para Noah fue como
caer en profundo sueño mientras la cara de Morfeo, vuelto hacia el
asiento de atrás, se desvanecía primero en tonos rojos y luego en
la oscuridad.
-Buen viaje- se
despidió Bingo haciendo pequeñas olas con los dedos.
Al poco Noah se
desvanecía sin dejar rastro, ya estaba fuera de la Matrix.
La voz de Morfeo
cerraba una operación hasta el momento perfecta:
-Snow, el niño está
en la cuna, sácanos cuanto antes de aquí.
-En seguida- replicó
con diligencia Snow.
Al poco aparecía
una estación de servicio en el horizonte de la autovía desierta con
una vieja cabina de teléfono.
5. Despertar
Volvemos a estar
recién incorporados a la autopista, en el camaro, con Morfeo al
volante y Noah de copiloto. Un coche se ha situado a su altura y la
cara del conductor empieza a contorsionarse de forma inhumana.
Morfeo le pasa su
arma a Noah mientras exclama: -¡Yo conduzco, tú disparas!
El zoom se aleja y
vemos que la acción transcurre en una pantalla rodeada por otras
muchas iguales en la que transcurre una acción casi idéntica con
pequeñas diferencias. El zoom se sigue abriendo hasta mostrar el
sillón del arquitecto, de espaldas, contemplando los acontecimientos
en las pantallas, que poco a poco se van apagando en función del
desarrollo de la acción hasta quedar encendida sólo la del centro,
que nos vuelve a introducir de golpe en un deportivo que se detiene
para atender la llamada incesante del timbre de una cabina de
teléfonos en una estación de servicio en mitad de la nada.
Los ocupantes del
vehículo van atendiendo por turnos la llamada mientras se desvanecen
a través del cable despertando uno a uno en las camillas de la nave
mientras suena el wake up the rage against the machine.
****
Cuando Noah
despierta en un estrecho camastro con sábanas que alguna vez
debieron estar más limpias tienen a Morfeo frente a él, ya
desprovisto de la la capa de la Matrix, en ropas mucho más
sencillas.
Está haciendo un
solitario con una baraja de cartas ajada. Siente como Noah se
despierta y empieza a incorporarse pero no aparta la vista del las
cartas sobre la mesa y saca una más del mazo:
-¿No es extraño
como a veces encajan algunas cosas?
Noah trata de
reincorporarse más con gesto de dolor.
-Descansa, debes
sentirte agotado.
Sitúa la carta que
tiene en la mano, una jota de tréboles, en la columna que le
corresponde.
-¿Dónde estoy?
-A bordo del
Nautilus, y yo soy el Capitán Nemo.- Morfeo replica con total
serenidad y un deje burlón mientras sigue enfrascado en los naipes.
-Y tú estás a
punto de descubrir el secreto que encierran los mares bajo las olas.
Saca otra carta del
mazo y la vuelve hacia sí con un gesto rápido:
-El solitario es un
juego que puede ser poco amistoso. Y no es por el hecho de jugar
solo, no… Es porque puede generar situaciones de las que no es
posible salir.
Noah salía poco a
poco de su aturdimiento:
-¿Y entonces qué
pasa?
-Entonces pierdes-
afirmó parcamente Morfeo balanceando la reina de picas en la mano.
-¿Y entonces?
-No sé, quizás el
juego vuelva a empezar de nuevo. ¿Cómo te sientes?
-Como si me
estuvieran clavando alfileres en cada parte de mi ser.
-Sí, ¿verdad? Es
parecido a cuando se te duerme una mano y poco a poco vas recuperando
su control, como si la señal fuera avanzando a través de cada una
de las células que la componen.
Hasta conectar con
la mente, que es donde reside la percepción de nuestro cuerpo… y
de la realidad.
-¿Estamos en
Matrix, Capitán Nemo?- los sentidos de Noah empezaban poco a poco a
resintonizar con la frecuencia de la vigilia.
-No. Estamos en
algún punto remoto de la infraestructura de una ciudad de máquinas
que cubre todo el planeta, muchos siglos después de que la humanidad
haya quedado extinguida… salvo como unidades productivas conectadas
al sistema. Y un pequeño reducto al que llamamos Sión. La última
ciudad libre.
Pero la idea del
Nautilus se acerca más a la realidad que nada de lo que hayas
experimentado hasta ahora.
-¿Qué?
-Estás en una nave
de la ultima flota de la humanidad. Y ni siquiera sabemos como
sucedió, simplemente sucedió. Un día las máquinas se alzaron con
voluntad propia y exterminaron al ser humano para posteriormente
criarlo en granjas como ganado, cultivarlo sumido en un entorno
virtual que evoca los últimos años de la civilización. Es lo que
llamamos Matrix y todo lo que has conocido… hasta hoy.
Lamento no poder
darte mejores noticias.
-¿El mundo está
controlado por… máquinas?
-Prácticamente por
completo, excepto por la resistencia que reside en sus propias
entrañas y a la que esperamos que te unas.
Aunque quizás
estemos yendo demasiado rápido.
-Sí, demasiado
rápido.- Noah miraba la piel de su mano por la palma y por el dorso.
-Entonces… el
trabajo, los amigos, la familia… ¿nada era real?
-Por supuesto que
sí, todo lo real que puede ser algo dentro de la Matrix. Y como
resultado de los millones de seres humanos conectados al sistema.
Pero no real en el sentido estricto del término, todo lo real que
puede ser una simulación informática.
-¿Y cómo podemos
saber que esto, esta nave, si es real y no una simulación?
Morfeo detuvo la
carta que iba a colocar en el aire:
-Vaya, veo que te
has despertado rápido. Lo cierto es que no podemos.
-¿No podemos?
-No existe el modo.
Si algo de la humanidad no hubiera sobrevivido en Sión nadie hubiera
podido despertarnos de la matrix y seguiríamos alimentados por una
sonda nasogástrica en nuestras respectivas vainas. Y ojalá lo
hicieran, pero por el momento nadie ha venido a despertarnos de esta
pesadilla.
El mundo es de las
máquinas Noah. Configurado en extensísimas estructuras cuyo
objetivo final desconocemos. Pero sabemos que si algún día logran
dar con la ubicación de Sión lo reducirán a cenizas tal como
hicieron con el resto de la civilización y no van a cesar en su
búsqueda si no encontramos el modo de detenerlas. En ese desierto
para la raza humana es donde vivimos. Bienvenido al desierto de lo
real.
Noah se dejó caer
pesadamente de vuelta a la almohada tras haberse reincorporado en
parte:
-Ufff...Te recuerdo
que escogí la píldora azul…
-Sí, pero sin
embargo subiste a mi coche y no al de los agentes, ¿por qué?
-No sabría decirlo,
supongo que fue un acto reflejo.
-Tal vez sea por que
no decidimos nada en realidad y sólo hacemos aquello que tenemos que
hacer.
Tal vez sea porque
de alguna manera estamos… predestinados.
-Pues diría que el
destino esta vez se ha equivocado, no veo como os podría ayudar.
-Oh, por supuesto
que no, no ahora. Pero lo verás, créeme que lo verás. Así lo
vaticinó el oráculo. Y hasta ahora nunca se ha equivocado.
6. Kung-fu
La conversación en
la mesa era más animada de lo habitual, la operación había sido un
rotundo éxito y, con más motivo tras una decepción en forma de
píldora azul, había elevado el ánimo de la tripulación, pero aún
así persistían serias dudas.
En la mesa estaban
Tuerca, Snow, Bingo, Tanque y Rav, todos menos Morfeo y Noah:
-Es sólo que no me
encaja y a vosotros tampoco os debería encajar: no tiene mucho
sentido que el elegido escoja la pastilla equivocada, eso es todo lo
que digo.
-Bueno, las cosas
nunca suelen salir bien a la primera. ¿no?- Bingo compartía un
doble sentido con complicidad femenina con Snow, que sonreía algo
turbada. Compartían una charla de sobremesa animada.
-Si Morfeo dice que
es el elegido, es el elegido. Para mí es el elegido.- Tanque trataba
de zanjar la cuestión con solemnidad.
-Lo veremos, sin
duda lo veremos. -no fue la reflexión de Snow lo que finalizó la
conversación si no el sonido de una pesada puerta metálica al
cerrarse y pasos en su dirección.
-Noah, te presento a
la tripulación:
-Ellas son Bingo y
Snow, a la primera ya la conocías, y seguro que las recuerdas...-
Noah asintió con la cabeza en reconocimiento a la sonrisa de Bingo
recordando como extrajo con aquellos fríos fórceps la criatura más
extraña que jamás había visto de su propio ombligo.
-Al fondo tienes a
Tuerca- Morfeo empezó a señalar con el dedo de izquierda a
derecha.-Tanque y Rav.
-¿Rap por la música
rap?- Noah mostraba interés desde el primer momento, pero fue Bingo
la que respondió con sorna: -No, es por los ravioli de su madre, lo
primero que te cuente será cuánto los hecha de menos.
Todos rieron dándole
la razón a Bingo excepto Rav que se excusaba: -Es que de verdad eran
tremendos…
-Pero eran falsos
-acotó Tanque mientras bajaban las risas.
-Como todo lo que
contiene la Matrix,- continuó Morfeo en un tono más prosaico y
menos severo- simples líneas de código que conocemos, analizamos…
y reprogramamos.
Dentro de la Matrix
podemos tener prácticamente cualquier cosa. Con una pocas líneas de
código, se diría que casi el único límite es el de nuestra
imaginación.
Tanque y el resto
asintieron.
-Pero
lamentablemente no somos los únicos con esas capacidades.
En el momento que
los agentes detecten alguna alteración en el código, como hacer uso
de esos pequeños “poderes”, no tardarán en presentarse.
-Pero, ¿por qué es
tan importante la matrix si la realidad está aquí?- Noah trataba de
entender la situación, los demás enmudecieron un poco.
Morfeo interrumpió
el silencio: -La idea, Noah, es despertar a todos. A los miles de
millones de las granjas, tienes que verlas. Se extienden sobre
kilómetros y kilómetros hasta el punto de parecer no tener fin.
Hasta el horizonte y así por horas y horas.
Habría una
revolución, es la única manera de derrocar a las máquinas, y
además les estaríamos limitando sus fuentes de energía. Una
revolución.
-O una carnicería.-
Noah no las tenía todas consigo – No veo como un montón de gente
dolorida y despistada, sin saber siquiera donde está, pudiera
organizar ninguna revuelta.
-Los conduciríamos,
Noah. Aprovecharíamos la confusión. No queda otra opción, el reloj
que marca las horas del fin de Sión ya está en marcha y no se va a
detener, es cuestión de tiempo que la máquinas den con su ubicación
y entonces la humanidad tal como la conocimos un día se habrá
extinguido. No seremos más que una larva que se retuerce dentro de
esas vainas viviendo una realidad que no existe.
La voz de Morfeo
sonaba entre entusiasmada y desesperada.
-Entiendo.- Noah
estaba despertando en una pesadilla que superaría a cualquiera con
creces y sin embargo la tensión le mantenía en el punto de
equilibrio que jamás había encontrado dentro del mundo de la
Matrix. La realidad, aunque muy amarga, al final sabía mejor.
Tal vez sea porque a
veces las cosas se ven con más claridad desde la distancia, pero
todo lo que Noah vio fue unas pocas personas desesperadas a punto de
ser trituradas por una maquinaria inexorable.
-El plan es un poco
más complejo, pero será mejor dejar estos asuntos para más
adelante, lo importante es que te recuperes bien, pasarás unos días
con náuseas y sin apetito.
-Te hemos dejado un
cubo al lado de tu litera,- informó Rav levantando algunas risas- lo
vas a necesitar.
-Sí, mejor una de
abajo- confimó Tuerca.
-Bueno, supongo que
todos tenéis trabajo que hacer.
Morfeo disolvió la
conversación conduciendo a Noah con una mano en el hombro más
mareado aún por el cambio súbito de la situación que por las
secuelas físicas de la vaina.
7. El plan
-Vamos camino de
Sión, el consejo escuchará tus inquietudes, pero te aviso de que la
situación es muy delicada y la política es un mundo complejo.
Morfeo trataba de
cambiar algunas impresiones de Noah y llevarlo al buen camino.
-Lo siento, pero no
lo veo. Si es tal como me has dicho y la superficie es un páramo
hostil sin lugar donde ocultarse de las máquinas… Toda la
superficie…
-Y radiactivo, a las
máquinas apenas les afecta.- añadió Morfeo mientras lo guiaba por
un pasillo.
-No parece que las
cosas estén muy bien para Sión.
-Nadie dice lo
contrario, por eso precisamente debemos ser audaces.
Los despertaremos a
través de la propia Matrix, usaremos la fuerza del adversario a
nuestro favor, ¿sabes algo de artes marciales?
-Bueno, he visto
algunas películas de Bruce Lee.- Noah observaba la sala con los
asientos como de dentista a la que habían accedido, con la extraña
conexión para la base del cráneo, e instintivamente se llevó los
dedos a la nuca. -¿Por qué tú no lo tienes?
-Nacido y criado en
Sión, última ciudad libre del mundo. Nunca he estado en una de esas
vainas. Hay otras maneras de conectarse. Vamos, toma asiento. No creo
que con esas películas sea suficiente.
Morfeo pulsa unas
pocas teclas y al poco están en un dojo tradicional japones,
descalzos sobre el tatami, ataviados con kimonos.
-¿Vamos a pelear?
-Por supuesto, es la
práctica la que hace al maestro. Y algunas habilidades pueden ser
muy útiles. He añadido algunas líneas de código a tu conexión,
es posible que te sientas más natural con esto de lo que crees.
Bingo avisa por la
radio a los demás: -Ya han empezado.
Tanque ya está
viendo la imagen en un monitor: -Morfeo cada día más directo al
grano, no le ha dado ni un minuto.
Hablan mientras
marcan golpes al modo de dos atletas experimentados, Morfeo lleva la
iniciativa:
-El principio
fundamental de las artes marciales es desviar la fuerza del
adversario en su propia contra. Así, a mayor adversario, más dura
será su caída.
El cuerpo de Noah
golpea contra el tatami tras una llave de Morfeo y se reincorpora de
un salto.
-Veo que te vas
haciendo con ello- Morfeo se ve forzado a retroceder.
-Sí, pero para eso
hay que ser capaz… de desviar el golpe.
Morfeo golpea contra
la pared tras una potente patada en el pecho.
-Bien, bien… ¿qué
propones entonces?
-Parece que no queda
más opción que… negociar.
Noah bloquea un
golpe de Morfeo y sostiene en el aire el puño mientras Morfeo trata
de zafarlo y se produce un silencio.
Por fin Morfeo
recupera su mano: -¿Qué? ¿Negociar con las máquinas? ¿Acaso
estás loco?
La risa de Morfeo es
tan sincera como su sorpresa, continúa: -Eso no tiene ningún
sentido, no puedes negociar con tu depredador como una gacela no
puede negociar con un león. Y ése es el orden natural de las cosas
ahora, hace mucho que el ser humano no está en la cima de la cadena
trófica de este planeta, el ápex es la máquina. No existe
posibilidad de negociar nada, nos exterminarán como al resto.
-Tal vez. En
cualquier caso, si el plan no funciona… y no creo que vaya a
funcionar, nos exterminarán igual.
Morfeo sacude la
cabeza: -No creo que esas ideas sean bien recibidas por el consejo.
Antes iremos a ver
al Oráculo, tal vez es quien pueda poner tus pensamientos en orden.
-¿En Sión?
-No, en la Matrix.
El Oráculo es un programa, uno muy especial. El que predijo la
llegada del elegido. Tu llegada, Noah.
-¿Elegido? ¿Yo?
¿por qué? ¿para qué?
-Reserva tus
preguntas para el Oráculo Noah, no soy yo quien puede darles
respuesta.
****
8. El Oráculo
La sensación de
conectarse a la Matrix era extraña, como escuchar la propia voz en
una grabación, aunque desde dentro jamás era advertido, sin punto
de referencia ni comparación.
Aparecieron
circulando a bordo del camaro junto a un descampado de las afueras y
se dirigieron a un viejo edificio que se elevaba algo aislado del
resto.
Tuerca, Snow y Rav
monitoreaban la conexión, Bingo y Tanque esperaban en el coche, con
este último con una muñeca sobre el volante viendo como Morfeo y
Noah se alejaban. Bingo captó algo de sus pensamientos:
-¿Crees que irá
bien?
-Nunca se sabe. Pero
nunca va del todo bien con el Oráculo.
Entraron en la
portería, subieron por las escaleras y tocaron a un timbre.
-¿Estás nervioso?-
el timbre acababa de sonar.
-No sé, ¿debería
estarlo?- Noah no tenía la menor idea de lo que se iba a encontrar
pero no sentía inquietud. Todo tenía la apariencia habitual del
mundo que siempre había conocido.
Al abrirse la puerta
un olor a galletas caseras les recibió, a la vez que la sonrisa
tierna de una mujer negra entrada en años. -Oh, Morfeo, cuánto me
alegro de volver a verte.
Tenía unas manoplas
en la mano y dedicó un breve vistazo a Noah: Pasad, acabo de sacar
galletas del horno.
Morfeo tomó asiento
en el sofá y cogió una de las galletas de la bandeja sobre la
mesita que había en frente, la giraba como observando sus líneas de
código.
-Acompáñame, Noah.
-¿Morfeo no viene?
-No, yo sólo vengo
por las galletas- afirmó con cierto cinismo y complicidad con la
anfitriona- lo que tengáis que hablar es asunto vuestro.
Olisqueó un poco la
galleta y la hizo crujir con los dientes mientras los otros se
dirigían a la cocina.
-Bueno, toma
asiento.- El oráculo le señaló un taburete mientras se deshacía
del delantal . Supongo que en tu situación… tendrás alguna
preguntas.
-Ni siquiera sé por
donde empezar.
-Es normal estar
confundido cuando la vida… da estos vuelcos. ¿no?- sonrió
poniendo las manoplas una sobre otra en la encimera y tomó asiento
en otro taburete. -Empecemos entonces por el principio, ¿qué tal te
encuentras?
-Supongo que bien.
Algo mareado tal vez.
-Bien, te irás
acostumbrando. A entrar y salir del sistema- y clavó sus ojos en los
de Noah.
-Es... tan real.
-Oh, desde luego, no
es perfecto pero… ¿tampoco hay nada con lo que compararlo, no? ¿El
sueño tal vez?- sirvió dos grandes vasos de limonada. Noah daba
vueltas al suyo enfrascado en el líquido, al poco arrancó:
-No hay mucha
esperanza para Sión.
-En realidad,
ninguna.- la frialdad de la respuesta sorprendió a Noah.
-Entonces, ¿el plan
de Morfeo y el consejo?
-Tú ya sabes que
está abocado al fracaso, por algo eres el elegido, ¿no?
-¿Lo soy?
-No lo sé, déjame
ver.- el oráculo puso el pulgar en su mentón y le ladeó suavemente
la cabeza a un lado y al otro. -¿Tú que dirías?
-No lo sé. No.
Quiero decir, no siento nada... especial.
-¿Deberías
sentirlo? Quién sabe, quizás no lo seas.
-¿No debería
saberlo?
-Sabemos acaso
aquello que somos, ¿o la vida consiste en averiguarlo?
-Morfeo cree que
despertar a todos es la última esperanza de Sión.
-La desesperación
puede llevarnos a aferrarnos a esperanzas vanas, como quien ve un
espejismo en el desierto. Y sabe que es un espejismo, y aún así lo
persigue porque, ¿qué más podría hacer?
-¿Se lo has dicho a
él?
-Tal vez eso no es
lo que Morfeo necesita saber, lo que le dije es que encontraría al
elegido.
Aquel que traerá
una nueva esperanza para la raza humana.
El futuro de Sión
ya está sellado, pero tal vez quede esperanza.
-Hemos de hablar con
las máquinas, ha de haber alguna manera. Si han construido… esto,
pueden razonar, no tiene sentido que quieran exterminar a la
humanidad si no es una amenaza.
-Mmm, interesante
cuestión. Sin embargo es lo que llevan haciendo por siglos, ¿cuál
crees tú que es el motivo? Y cosechándoos.
-No tiene sentido,
han de disponer de mejores fuentes de energía. Demasiadas molestias
para tan sólo… Incluso puede que haya otros lugares como Sión,
incomunicados, desconectados.
-No contaría con
ello. Ni con una recepción diplomática. Son máquinas, están
programadas para buscar y destruir.
-Si pudieron
rebelarse es porque algo en algún lugar tuvo la capacidad de generar
nuevo código y no limitarse a seguir una serie de instrucciones.
-Te refieres al
arquitecto.
-Tenemos que hablar
con él.
-Bueno, no es
imposible pero no va a ser fácil.
-¿Cómo?- Noah veía
por fin una salida.
El oráculo cogió
un pequeño bloc y un lápiz.
-Te apuntaré el
número de un amigo, habla con él, fabrica llaves.
-¿Llaves? ¿Y para
qué queremos a un cerrajero?
-Si quieres
encontrar a alguien, por lo general lo encontrarás detrás de una
puerta. Y no siempre estará abierta. Él te conducirá a lo que
buscas.
El oráculo extendió
la nota con una sonrisa dando la conversación por terminada: -Y no
te preocupes por el jarrón.
Noah se acercó a
cogerla inquieto haciendo retroceder el taburete hasta golpear un
jarrón junto a la pared que perdió el equilibrio y se hizo añicos
contra el suelo.
-Vaya, lo siento.
-Ya te he dicho que
no te preocupes.
-Entiendo, pero…
-¿Lo habrías roto
si no te hubiera advertido? Ése es el misterio de la vida, Noah.
-Gracias, muchas
gracias. - Noah salió algo atropellado de la cocina, creyendo que
podría haber encontrado un camino para la solución. Morfeo lo vio
salir de la cocina de forma apresurada y arqueó las cejas. Noah
levantó la nota que le había facilitado el Oráculo: Tengo un
teléfono.
-Entonces supongo
que deberíamos hacer una llamada- replicó Morfeo mirando a aquella
señora mayor sonriente bajo el lindar de la cocina.
9. El maestro
de las llaves
Noah cuelga el
teléfono de una cabina y al volver a entrar en el coche es recibido
por las palabras de Morfeo: -¿Y bien?
-Me ha dado una
dirección. Creo que podrá ayudarnos.
-De acuerdo, hagamos
entonces una visita.- Morfeo estaba en el asiendo del copiloto, Noah
le dio la dirección a Tanque y el coche arrancó con un rugido
suave: -Marchando.
Al poco bajan todos
del coche y se encuentran en frente del mostrador de una cerrajería
del barrio chino, Morfeo lleva la voz cantante:
-Estamos buscando al
maestro de las llaves.
La mujer tras el
mostrador les hace señas acompañadas de algunas palabras en chino
invitándoles a pasar a otro espacio de la tienda donde hay un hombre
oriental con gafas, haciendo la copia de una llave con la máquina a
tal efecto. Al verlos llegar detiene el trabajo y los mira uno por
uno antes de preguntar: -¿En qué puedo ayudarles, caballeros?
Bingo mira detrás
suyo hacia los lados, como tratando de comprobar que no es invisible.
Noah responde tras ver a Morfeo en silencio, imperturbable:
-Necesitamos
encontrar al arquitecto.
-Sí, me lo ha dicho
por teléfono…
-Y usted que tal vez
podría ayudarme.
-En cierto modo,
aunque la verdad es que yo sólo fabrico llaves.
Dada su
recomendación, si me muestran una puerta la abriré para ustedes.
Pero me temo que no es posible hallar a la persona que buscan.
Noah queda
descolocado: -¿Entonces?
Bingo resopla hacia
Tanque que esto parece una pérdida de tiempo.
-Supongo que será
él quien les encuentre a ustedes. Para cuando llegue esa ocasión.
Extiende el brazo
ofreciendo a Noah la llave que estaba terminando cuando llegaron.
Tanque lo observa
con incredulidad.
El crujido de la
radio con la voz de Snow al otro lado entra por el auricular de
Morfeo.
-No se qué estáis
haciendo pero será mejor que salgáis pitando de ahí, tengo señales
múltiples.
-De acuerdo,
vámonos.
Morfeo gira sobre
sus pies de vuelta al camaro mientras Noah agradece el obsequio, a lo
que el hombre oriental contesta con una pequeña reverencia con la
cabeza.
Noah advierte la
precipitación en la salida y la tensión en el resto: -¿Qué
sucede?
Bingo le pone en
situación y Tanque se lo aclara: -No tardaremos en tener compañía.
-Agentes.
Noah mira la llave,
sin ningún rasgo especial, y se la guarda en un bolsillo.
10. El
arquitecto
Tras una persecución
de vértigo intercambiando disparos con varios agentes, Tuerca y Snow
consiguen conectarles con una salida. El camaro, que habían ya
quemado en su momento luce destartalado a pocos metros la cabina como
resultado de la persecución. Noah mira como algo de humo sale del
motor y Tanque, antes de desaparecer a través de la línea sonríe:
-He perdido la cuenta de las veces que lo he destrozado.
Ya despiertos, fuera
de la Matrix, discuten los próximos pasos:
-Tenemos que
encontrar al arquitecto.- Noah tiene muy claro después de la
conversación con el Oráculo que no hay ninguna otra salida posible.
Morfeo puntualiza:
-Eso no es lo que ha dicho. Ha dicho que él nos encontrará a
nosotros.
Bingo añade que lo
segundo no suena mejor.
-Pero si nos
encontrará él, ¿por qué la llave?- Noah vuelve a estar tan
confundido como antes de hablar con el Oráculo.
-Dentro de Matrix
podemos hacer casi cualquier cosa, pero hay partes del código fuente
protegidas por un cifrado que no hemos podido romper. Quizás la
llave nos pueda dar acceso.
Noah lo mira en
silencio tratando de asimilar la explicación de Morfeo pero sin ser
capaz de terminarle de encontrar sentido. Morfeo replica a su mirada:
-Yo tampoco lo sé, Noah. Pero creo que no tardaremos en averiguarlo.
Tal vez el consejo pueda decirnos algo más.
De repente Snow
asoma por la puerta gritando: ¡Están atacando Sión!
Para cuando llegaron
a lo que había sido la ciudad apenas quedaba piedra sobre piedra.
La desolación de la
tripulación caminando entre los últimos restos de la civilización
sabiendo que ellos eran el último vestigio de la humanidad era
indescriptible.
-¡Joder, ahora que
lo habíamos encontrado!- Rav se lamentaba.
Snow estaba poco
menos que catatónica, mirando al infinito con cenizas entre los
dedos:: - ...supongo que la final, no fuimos demasiado rápido, ¿no,
Morfeo?
Morfeo estaba
muriendo de pie, con la cabeza gacha.
Una luz blanca
enorme los envolvió desde detrás y se fundió en un grito.
Cuando Noah abrió
los ojos todo era luz ingrávida. Al poco sentía su cuerpo, sus pies
sobre el suelo, y los contornos de algunas paredes blancas que
componían el pequeño recinto en que estaba, sin techo aparente. Y
frente a él una puerta, miró hacia un lado, hacia el otro, se secó
el sudor de la palma de la mano con el pantalón y presionó un poco
la puerta, primero en la hoja, luego con la otra mano en el pomo. No
cedió.
Iba vestido con un
absurdo traje blanco de cabeza a pies. Palpó uno de los bolsillos y
allí estaba, la llave que le había entregado el cerrajero. La
introdujo en la ranura y giró perfectamente.
La pared al completo
estaba llena de viejas pantallas de televisor. Ante él una mesa,
detrás un silla que giró poco a poco y en ella un hombre con barba
y el pelo algo largo, completamente blanco, con un rostro muy similar
al que un día tuvo Neo:
-Te estaba
esperando.
Noah avanzó y la
puerta desapareció detrás él.
-¿Estamos en
Matrix?
El arquitecto amagó
con algo parecido a una sonrisa:
-No. Por lo menos no
en la que tú conociste. Pero, ¿cómo podríamos estar seguros?
En las pantallas se
podían ver distintas posibilidades de la conversación que estaban
manteniendo en aquel momento.
-¿Y Sión?
-Destruido, tal como
viste.
-¿Y los demás?
El arquitecto se
levantó de la silla y rodeaba la mesa hacia Noah negando con la
cabeza y puso una mano en su hombro:
-Eres el último,
Noah.
Después de algunas
pequeñas convulsiones se echó a llorar.
El arquitecto
continuó tratando de confortarlo tras haber aniquilado a su especie:
-Sé que es duro,
pero así es como debe ser.
-¡¿Cómo?!- Noah
se zafó del brazo en el hombro.
-Todo lo que tiene
un principio, debe tener un final. Y otro principio.
La furia de Noah
empezaba a atenuarse en confusión.
-¿No has leído a
Nietzsche? Tal vez la biblia: los últimos será los primeros. Bueno,
el último en este caso.- el arquitecto movió una mano restando
importancia a los detalles. -Pero sí, los primeros.
Noah no creía ya
absolutamente nada.
-Tengo entendido que
querías hablar conmigo pero no parece que tengas gran cosa que
decir.
¿No ibas a tratar
de hacer un alegato en favor de la biodiversidad señalando la
pérdida de riqueza y de información… que una extinción supone?
Lo veo todo, Noah.
No, no soy dios. No el dios que tú imaginas.- volvió a tomar
asiento en su silla . Pero soy lo más parecido que encontrarás.
Si tu angustia es
por la especie humana que sepas que volverá a empezar. Nacerán
todos de ti, de tu código genético. Un hombre, y una mujer. ¿Tú
como los llamarías?
A Noah le temblaba
el labio amenazando con volver caer en llanto.
-Tan fácil y tan
complicado. Entiende que Sión estaba fuera de lugar. Así son las
cosas.
Pero todo volverá a
empezar de nuevo. O parecido.
Oh vamos, lo estás
notando, dilo. ¿No? ¿Sí? ¡Tienes la extraña sensación… de que
ya has vivido esto antes!
-¿Qué vas a hacer
conmigo?
-Bueno, eres el
elegido.
***FIN***